Invisible String. 𝒇𝒕 victor | zombies 4: the dawn of the vampires

𝐜𝐡𝐚𝐩𝐩𝐞𝐫 𝐬𝐞𝐯𝐞𝐧 ❝the pulse❞

'𝚍𝚎𝚕𝚒𝚊 𝚋𝚛𝚒𝚐𝚑𝚝'

— ¿QUE SON ESOS? — pregunté, levantando mi mano para señalar las extrañas piedras incrustadas en el muro.
Victor me miró, una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

— Las fases de la luna — respondió, bajando lentamente sus manos de mi cintura —  Pero... no están en orden. Que raro. — Asentí, aunque no terminaba de comprender.

— Brillante y radiante, es lo tuyo — añadió, señalando unos bloques de color desperdigados a un lado. Me apoyé en el barandal, cruzando los brazos.

— Son los colores del arcoíris... tampoco están
en orden — dije. Y entonces, fue como si nuestras mentes se sincronizaran. Lo supimos. Nos miramos, entendiendo todo sin decir más.

— ¡Debemos corregirlo! — grité, y salí corriendo escaleras abajo mientras Victor se encargaba de mover las fases lunares.
Me agaché en el suelo y comencé a acomodar los colores.

Cada vez que uno estaba en su lugar, una pequeña lucecita naranja se encendía, confirmando que íbamos por buen camino. Terminé justo cuando Victor movía la última pieza: la luna llena.

Me ofreció su mano y me levantó con suavidad. Me sacudí las rodillas, notando lo sucio del suelo.

— Lo hicimos — dijo con entusiasmo, y chocamos nuestras manos con fuerza.

Entonces, algo surgió del centro de la roca: una nueva llave. Nos miramos, sorprendidos, y caminamos hacia ella. La tomé y se la entregué directamente.

— Debemos despertar a todos — dije con una sonrisa. Él asintió, sin soltar mi mano.

— Vamos — y salimos corriendo de nuevo hacia el campamento. El sol ya empezaba a asomar por el horizonte.
Cuando llegamos a la gran puerta dorada, todos estaban ahí.

Los vampiros, los Daywalkers, incluso Zed, Addison y Nova. Esta última me miró con complicidad y alzó una ceja divertida.

— ¿Nos dirán para qué estamos aquí? — gruñó Ray, molesto.

— Encontramos la llave — anuncié con orgullo. Victor alzó el brazo, mostrándola. Todos celebraron y nosotros nos acercamos a la puerta. Él la colocó y esta se abrió, lenta, pesada.

— La llave final — dijo él. Y entonces, un temblor sacudió el suelo. Todo se volvió caos.

— ¡Sujétense de algo! — gritó Victor mientras me tomaba con fuerza para evitar que cayera.

Vi a Nova, ella estaba sujetando a Zed. Suspire aliviada, aunque el miedo me apretaba el pecho.

Del suelo emergió una piedra enorme. ¿Una Luna?. El terremoto se detuvo y todos nos acercamos, intrigados.
Había algo escrito en la base.

— Solo un equipo puede ganar — leímos al mismo tiempo. El silencio cayó de golpe.

— Los vampiros deben empujar la roca hacia la luna — dijo Victor, señalando con la barbilla.

— Los Daywalkers hacía el sol — dije, apenas audible. Nova dio un paso hacia mí. Nos miramos con la misma incertidumbre.

— Solo un equipo... — repetí, como si el concepto aún no me entrara del todo.

— Estaremos destinados a estar enemistados — dijo Victor, cruzando su mirada con la mía. Sentí un nudo en el estómago.

— Eso no tiene sentido — negué.

— Tiene mucho sentido — intervino Vera. Giré bruscamente hacia ella — Peleamos para empujar la roca hacía nuestro lado.

— El ganador abre la puerta y gana la cosecha — añadió Ray.
Tomé la mano de Nova, con fuerza.

— ¡Y seremos nosotros! — añadió con arrogancia.

— Significa que un solo equipo no sobrevivirá — dijo Vera con una sonrisa torcida — ¡Sorpresa! No seremos nosotros.

Todos corrieron a tomar posición. Los vampiros por un lado. Nosotros por el otro.

Victor me miró. Suspiró. Y se alejó hacia su lado.
Comenzamos a empujar la roca. Con toda la fuerza que teníamos. Estábamos ganando. Lentamente, avanzaba hacia el Sol.

— ¡Esperen! ¡Escuchen! — gritó Addison desde atrás. Pero yo seguía empujando. Todo dolía. Mis brazos. Mi espalda. Mis dedos.

— ¡Debe haber otra forma! ¡Esperen! — insistió Addison, pero la roca no se detenía.