Es una pena lo de la chica regordeta

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No recuerdo haberla visto antes de ese momento.

Hubiera sido igual a todos. Un culo gordo paseando por la escuela.

Pero, sin querer, al oír su voz, le miré el rostro.

Le presté atención cuando me uní a una protesta estudiantil. Ella fue la secretaria del evento masivo. Muchos la conocían y confiaron en su capacidad para llevar acabo ese trabajo que el organizador no podía realizar.

Lo primero que le oí decir fue:

- A ver, déjense de líos y díganme porqué estamos aquí. Veo que todos hablan y dicen lo mismo, por favor, creo que muchos esperamos eso.

Su voz era ligera, del tipo de voz que no puede gritar, un poco aguda que cae en el tono de grave. Algo que seguro encantó a más personas que a mí y las embriagó al mirar sus ojos.

Entonces, los alumnos reunidos la miraron y guardaron silencio.

Yo permanecí a una distancia breve. Todos estábamos de pie y algunos se acercaron desde atrás para ver a la dueña de la voz.

Entonces descubrí su rostro y me perdí en sus cuencas de color miel con un poco de verde y sus largas pestañas marrones con un toque amarillento tras un par de gafas decoradas por manchas rojas de jaguar.

Me sonrió. Era amable.

- ¿Buscas a alguien? - me preguntó al verme tan cerca y en un estado bobo. Su voz me encantó una vez más y sonreí negando con la cabeza.

De nombre Yanel.

Su piel era apenas bronceada, con un ligero tono amarillo. Su rostro largo con los cachetes inflados que lo hacían lucir ovalado. Su nariz regular y con la punta redondeada. Media menos de un metro con sesenta centímetros. Con una cintura enorme y todo lo que conlleva, unos senos enormes y unos muslos enormes.

Aquellas juntas acabaron después de cuatro o cinco reuniones furtivas de las autoridades.

Queríamos una protesta contra el gobierno y su opresión.

Como universitarios estábamos inconformes de lo que sucedía en nuestro país, igual que muchos y decidimos atacar el día que se celebra la independencia.

Durante los planes de logística la miraba por la espalda. Siempre llevaba una mochila roja cargada en ambos brazos que provocaba un voluminoso aumento en su peso. No le importaba, sonreía. Su cabello castaño claro hecho un chongo y empalado con un lapicero era divertido. También lo era su figura tambaleándose de un lado a otro cuando recurría a su clásico comportamiento infantil que conquistaba a todos. Su vocecita era bien escuchada diciendo "no, ehg, espera... repite de nuevo... el asunto tres, ¿alguien quedó en desacuerdo, Joel? ¡Joel! Ah... atiéndeme...".

Nunca la vi usando falda, shorts o vestidos, tampoco blusas sin mangas o los modernos modelos de ropa de encaje transparente. Generalmente vestía jeans, zapatillas de correr y una playera. Otras veces la veía con chanclas y jeans mutilados a media tibia.

Cuando nos topábamos en la escuela me saludaba.

- Compañero, qué gusto saludarte. Espero vayas a la junta que habrá pronto.

Al oír sus palabras siempre regresaba a las novelas de la China comunista que en algún momento leí. Donde todos eran nombrados según su puesto. Yo solo era uno más del montón, así que solo era un compañero.

Aunque, reconozco que me agradaba que me reconociera sin yo insistir en eso.

No pienso ni un solo segundo que Yanel se fijara en mí, puesto que solo me gustaba mirarla y, tocarla, solo sucedía en algunos sueños donde acababa introduciendo mi lengua en su boca y la besaba con pasión.

Es una pena lo de la chica regordeta.Where stories live. Discover now