Me fui directamente a casa y tomé la ducha más fría que podía soportar, permaneciendo bajo el agua hasta que se aclararon mis pensamientos y finalmente mi erección cedió.
Aunque, si los recientes acontecimientos eran una indicación, regresaría en
el momento en que viera de nuevo a Camila. Está bien, quizás no podía
eliminar este deseo por mí misma, pero podría ejercer más autocontrol. No
más fantasías. No más levantarme para encontrar que follé a mí colchón
soñando con ella. Y tal vez hablar con ella sería exactamente lo que
necesitaba... la vería como una persona, una oveja descarriada buscando a
su Dios, y no solo como sexo andante.
Piernas perfectas.
Me puse un par de pantalones sobre mis ajustados y cortos calzoncillos y
me puse una fresca camisa negra, enrollando las largas mangas hasta los
codos como solía hacer. No dudé antes de alcanzar el cuello. Sería un
recordatorio muy necesario. Un recordatorio para practicar la abnegación y
también un recordatorio de por qué practico la abnegación en primer lugar.
Lo hago por mi Dios.
Lo hago por mi parroquia.
Lo hago por mi hermana.
Y esa era la razón por la que Camila Cabello era tan molesta. Quería
ser el epítome de la pureza sexual para mi congregación. Quería que
confiaran de nuevo en la Iglesia; quería borrar las marcas hechas en el
nombre de Dios por hombres horribles.Y quería de alguna manera recordar a Lizzy sin mi corazón aplastándose
con la culpa, el arrepentimiento y la impotencia. ¿Sabes qué? Hacía una
gran cosa de la nada. Todo iba a estar bien. Me pasé la mano por el cabello,
tomando una respiración profunda.
Una mujer, no importa qué tan caliente, no iba a desentrañar todo lo que
mantenía como sagrado en el sacerdocio. No destruiría todo por lo que
trabajé tan duro para crear.
✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝
No siempre voy a casa en mis jueves al salir, a pesar de que mis padres
viven a menos de una hora de distancia, pero lo hice esta semana, mental y
físicamente tensa por evitar a Camila durante mis carreras matutinas y
también de tomar aproximadamente veinte duchas de agua fría sobre el
espacio de dos días.
Solo quería ir a algún lugar, sin collarín, y jugar Arkham Knight y
comer la comida que mi mamá hizo. Quería tener una cerveza (o seis o
siete) con papá y escuchar a mi melancólico hermano adolescente sobre la
chica con la que se hallaba en la "zona de amigos" en este mes. En algún
lugar donde la Iglesia, Camila y el resto de mi vida se apagaran y solo
pudiera relajarme.
Mamá y papá no me decepcionaron. Mis otros dos hermanos se
encontraban allí también, a pesar de que todos tenían casas y vidas propias,
paseando por la cocina de mamá y esa comodidad no cuantificable que
viene con estar en casa.
Después de la cena, Sean y Aidan azotaron mi culo con lo último de
Call of Duty, mientras que Ryan enviaba un mensaje de texto a la última
chica en su teléfono, y la casa todavía olía como lasaña y pan de ajo. Una
foto de Lizzy nos observaba desde arriba de la televisión, una chica guapa
inmortalizada para siempre en el 2003 con un flequillo lateral y el cabello
teñido de rubio y una amplia sonrisa que ocultaba todas las cosas que no
sabíamos hasta que fue demasiado tarde.Me quedé mirando esa foto durante mucho tiempo, mientras que Sean
y Aidan charlaban acerca de sus empleos, ambos trabajaban en inversiones,
y mientras mamá y papá jugaban Candy Crush en sus sillones reclinables
de lado a lado.
Lo siento, Lizzy.
Lo siento por todo.
Lógicamente, sabía que no existía nada que pudiera haber hecho en
ese entonces, pero la lógica no borraba el recuerdo de sus labios pálidos o
los azulados vasos sanguíneos que explotaron en sus ojos. De entrar en el
garaje buscando baterías para la linterna y en lugar de eso encontrar el
cuerpo frío de mi única hermana.
La voz baja de Sean se filtró en mi sombría ensoñación, y regresé
gradualmente al presente, escuchando el chirrido del sillón reclinable de
papá y las palabras de Sean.
-... solo por invitación -dijo-. He oído rumores durante años, pero
no fue hasta que encontré la carta que realmente pensé que era real.
-¿Vas a ir? -Aidan hablaba en voz baja también.
-Joder sí, voy a ir.
-¿Ir a dónde? -pregunté.
-No te importaría, chica sacerdote.
-¿Es el solo por invitación de Chucky Cheese? Estoy tan orgullosa de
ti.
Sean puso los ojos en blanco, pero Aidan se inclinó.
-Tal vez Lauren debería saber sobre esto. Probablemente tiene que
liberar un poco de exceso de... energía.-Es solo por invitación, imbécil -dijo Sean-. Lo que significa que no
puede ir.
-Se supone que es como el mejor club de desnudistas en el mundo
-continuó Aidan, imperturbable por el insulto de Sean-. Pero nadie sabe
cómo se llama ni dónde está, no hasta que eres personalmente invitado. Se
dice que no te dejan llegar hasta que tu solvencia es de un millón al año.
-¿Entonces por qué Sean consiguió ser invitado? -pregunté. Sean,
aunque tres años mayor que yo, todavía seguía trabajando su camino a
través de su firma. Hacía un salario muy saludable (jodidamente increíble,
desde mi punto de vista), pero no se acercaba a un millón de dólares al año.
Todavía no.
-Porque, jodidamente, conozco gente. Tener conexiones es de una
forma el tipo de pago más fiable que un sueldo.
La voz de Aidan era un poco demasiado ruidosa cuando habló.
-Sobre todo si te permite elegir un co...
-Chicos -dijo papá de forma automática, sin levantar la vista de su
teléfono-. Su madre está aquí.
-Lo siento, mamá -dijimos al unísono.
Ella nos restó importancia con su mano. Más de treinta años de tres
chicos y una chica que tiene un miembro masculino la hicieron inmune a
casi todo.
Ryan se inclinó dentro de la habitación, murmurando algo a papá
sobre querer las llaves del auto, y Sean y Aidan se inclinaron más cerca de
nuevo.
-Voy la semana que viene -contó Sean-. Te lo contaré todo.
Aidan, más joven que yo por un par de años y todavía en gran medida
un junior en el mundo de los negocios, suspiró.-Quiero ser tú cuando sea grande.
-Mejor yo que la Señora Celibato por aquí. Dime, Lauren, ¿ya tienes
túnel carpiano en tu mano derecha?
Lancé una almohada en su cabeza.
-¿Te ofreces voluntario para ayudarme?
Sean esquivó la almohada fácilmente.
-Pon la hora, dulzura. Apuesto a que podría poner un poco de ese apestoso
aceite de unción para darle un buen uso.
Gemí.
-Irás al infierno.
-¡Lauren! -dijo papá-. No le digas a tu hermano que irá al infierno.
-Todavía no levantaba la vista de su teléfono.
-Cuál es el beneficio de todas esas solitarias noches si no puedes
condenar a alguien de vez en cuando, ¿eh? -preguntó Aidan, tratando de
alcanzar el control remoto.
-Ya sabes, TinkerBell, tal vez debería encontrar una manera de llevarte al
club. No hay nada malo con mirar el menú, siempre y cuando no pidas
nada, ¿verdad?
-Sean, no iré a un club de desnudistas contigo. No importa lo
extravagante que sea.
-Bien. Supongo que tú y tu poster de San Agustín pueden pasar juntos el
próximo viernes por la noche, a solas. Otra vez.
Le lancé otra almohada.
Los hermanos de negocios se fueron alrededor de las diez, conduciendo de
regreso a sus corbatas y máquinas de café expreso en casa, y Ryan todavíase encontraba afuera haciendo lo que sea para lo que necesitaba el auto tan
urgentemente. Papá se hallaba dormido en su sillón,y yo me encontraba
tumbada en el sofá, viendo a Jimmy Fallon y pensando
en qué película alquilar para el retiro de secundaria en el próximo mes,
cuando escuché que el agua del fregadero corría.
Fruncí el ceño. Los hermanos de negocios y yo (y un quejumbroso
Ryan) limpiamos todos los platos después de la cena precisamente para que
mamá no tuviera que hacerlo. Pero cuando me levanté para ver si podía
ayudar, vi que fregaba el acero inoxidable en salvajes círculos, el vapor
rodeándola.
-¿Mamá?
Se dio la vuelta e inmediatamente pude ver que estuvo llorando. Me
dio una rápida sonrisa y luego cerró el grifo, limpiándose las lágrimas.
-Lo siento, cariño. Solo limpiaba.
Era Lizzy. Sabía que lo era. Cada vez que estábamos todos juntos,
toda la camada Jauregui, podía ver esa mirada en sus ojos, la forma en que
imaginaba la mesa con otro asiento, el fregadero con un juego más de platos
sucios.
La muerte de Lizzy casi me mató. Pero mató a mamá. Y todos los días
después de ese, era como si mantuviéramos viva artificialmente a mamá
con abrazos, bromas y visitas ahora que éramos mayores, pero de vez en
cuando, se podía ver que una parte de ella nunca sanó completamente,
nunca realmente resucitó, y nuestra iglesia fue una gran parte de eso,
primero
llevando a Lizzy al suicidio y luego dándonos la espalda cuando la historia
se hizo pública.
A veces me sentía como si estuviera luchando por el lado equivocado.
Pero, ¿quién lo haría mejor si no lo hacía yo?
Tiré de mamá en un abrazo, su rostro arrugado mientras envolvía mis
brazos alrededor de ella.-Ella está con Dios ahora -murmuré, mitad-sacerdote, mitad-hija, alguna
quimera de ambas-. Dios la tiene, lo prometo.
-Lo sé. -Sollozó-. Lo sé. Pero a veces me pregunto...
Sabía qué se preguntaba. Me lo preguntaba también, en mis horas
más oscuras, qué señales me perdí, de qué debería haberme dado cuenta,
todas las veces que parecía a punto de decirme algo, pero luego se hundía
en una niebla de silencio en su lugar.
-Creo que no hay manera de que podamos no preguntarnos -dije en
voz baja-. Pero no tienes que sentir este dolor sola. Quiero compartirlo
contigo. Sé que papá también lo haría.
Asintió con la cabeza en mi pecho y nos quedamos así mucho tiempo,
balanceándonos suavemente, ambas llevando nuestros pensamientos a doce
años atrás y en un cementerio bajando la calle.
✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝
No fue hasta que conducía de vuelta a casa, escuchando mi cóctel habitual
de canciones inconformistas y a Britney Spears, que hice la conexión entre
el club de Sean y la confesión de Camila. Mencionó un club, mencionó que
la mayoría de la gente lo clasificaría como pecaminoso.
¿Podría ser ese?
Los celos se deslizaron dentro de mí, y me negaba a reconocerlos,
apretando mi mandíbula mientras maniobraba mi camioneta en la carretera
interestatal. No me importaba que Sean llegaría a ver este club, este lugar
donde Camila posiblemente expuso su cuerpo. No, no lo hacía. Y esos celos
no tenían nada que ver con mi repentina, decisión salida-de-la-nada de
encontrarla al día siguiente y dar seguimiento a su solicitud de una
conversación durante mis horas de oficina. Era porque me preocupaba por
ella, me aseguré a mí misma. Era porque quería darle la bienvenida a
nuestra iglesia y darle consuelo y guía, porque me di cuenta de que era una
persona que no se pierde con facilidad, no se rompe fácilmente, y por algoque la envió con un extraño en un confesionario haciéndola llorar... bueno,
nadie debería tener que soportar ese tipo de cargas solo.
Especialmente alguien tan sexy como Camila.
Alto.
✝ ✝ ✝ ✝ ✝ ✝
No fue demasiado difícil encontrar de nuevo a Camila. De hecho, lo hice
literalmente nada más trotar más allá de la cigarrería en mi carrera por la
mañana y chocando con ella cuando dobló la esquina. Tropezó, y me las
arreglé para detener su caída sujetándola entre mi pecho y mi brazo.
-Mierda -dije, tirando de los auriculares fuera de mis oídos-. ¡Lo
siento mucho! ¿Estás bien?
Asintió, inclinando su cabeza hacia arriba y dándome una pequeña
sonrisa que me dio escalofríos; era tan perfectamente imperfecta con sus
dos dientes delanteros mirando a escondidas detrás de sus labios y un brillo
de sudor cubriendo su rostro. Al mismo tiempo, nos dimos cuenta de que
estábamos paradas, con mis brazos envueltos alrededor de ella; ella en solo
un sujetador deportivo y yo de igual manera. Dejé caer mis brazos, de
inmediato extrañando la forma en que se sentía allí.
Extrañando la forma en que sus
tetas empujaban contra mi pecho.
En el futuro: solo abrazos de lado, me dije.
Ya veía otra ducha fría en
mi futuro.
Puso su mano sobre mi pecho, casualmente, inocentemente, todavía
dándome esa pequeña sonrisa.
-Me hubiera caído si no fuera por ti.
-Si no fuera por mí, no habrías estado en absoluto en riesgo de caer.-Y, sin embargo, aun así, no cambiaría nada. -Su toque, sus
palabras, esa sonrisa... ¿coqueteaba?
Pero entonces su sonrisa se
ensanchó, y vi que me tomaba el pelo, de esa manera segura y juguetona
que tienen las chicas con sus amigos gays. Me veía como algo seguro, ¿y
por qué no habría de hacerlo? Era una clérigo, después de todo, destinada
por Dios para ser una cuidadora de su rebaño. Por supuesto, asumiría que se
podía burlar de mí, tocarme, sin molestar mi compostura sacerdotal.
¿Cómo podría saber lo que sus palabras y su voz me hacían? ¿Cómo podría
saber que su mano se hallaba actualmente abrasando su contorno sobre mi
pecho?
Sus ojos color marrón parpadearon hasta los míos, piscinas marrones de
curiosidad e inteligente energía, piscinas marrones que reflejaban el dolor y
la confusión si te preocupabas por mirar el tiempo suficiente. Lo reconocía
porque tuve esa mirada años después de la muerte de Lizzy, excepto que en
el caso de Camila, sospechaba que la persona que se encontraba de duelo, la
persona que perdió, era ella misma.
Déjame ayudar a esta mujer, recé en silencio. Permíteme ayudarle a
encontrar su camino.
-Me alegro de haberte visto -le dije, enderezándome mientras su mano se
apartaba de mi piel-. ¿Dijiste a principios de esta semana que
querías una reunión?
Asintió con entusiasmo.
-Lo hice. Quiero decir, lo hago.
-¿Qué hay de mi oficina en, digamos, media hora?
Me dio un saludo burlón.
-Nos vemos allí, Padre.Traté de no verla correr alejándose, realmente lo hice, pero prometo
que solo miré por un segundo, un segundo infinitamente largo, un segundo
lo suficientemente largo para catalogar el brillo de sudor y protector solar
en sus tonificados hombros, los tentadores movimientos de su
culo.Definitivamente una ducha fría después.
