En medio de una guerra devastadora, Ann Black y Theodore Nott, amantes de mundos opuestos, deben enfrentar las consecuencias de su relación secreta en Hogwarts.
Mientras Theodore lucha en la batalla final contra Voldemort, Ann se enfrenta a la angu...
Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.
— ¿ahora a donde vamos?. — preguntó Harry mientras salían de la casa. — la carta decía que me expulsaron
— pues aún no es verdad. — dijo Moody. — kingsley tu en la punta
— pero la carta decía-
Remus interrumpió. — Dumbledore convenció al ministerio de darte una audiencia
— una ¿audiencia?
— tranquilo Harry, te explicaremos todo en el cuartel. — dijo tonks ya llegando donde estaban los gemelos y Sirius
— Harry. — dijo sirius abriendo los brazos a lo que Harry corrió a abrazarlo. — ya estás en casa renacuajo.
— si cuatro ojos, pero tú nos debes uno. — dijo George bromeando
— ¡cuatro ojos!. — tonks no pudo evitar soltar una carcajada. Pero como siempre Moody... — ¡sh, Nymphadora!. — tonks en menos de eso lo vio furiosa — no me llames Nymphadora.
Moody la ignoró, golpeando el piso para que llegaran las escobas que los llevarían a casa Él observó a todos en línea, pero vio una escoba sin dueño.
Oh, ¿quién sería?
— Lupin, ¿y la niña black?. — Remus al escucharlo volteó a su lado, donde se suponía que estaba
El pobre hombre lobo solo pudo cerrar los ojos un momento
— aún estaba dentro de la casa . Merlín... —susurró, dándose media vuelta y entrando de nuevo al vestíbulo.
Porque la había visto. Subiendo con furia por las escaleras, apenas contenerla después de ver el rostro de Harry, pálido, con las ojeras marcadas... después de oírle decir "me encerraron en el cuarto sin razón... como siempre".
Ann estaba de pie frente a Dudley, que se había encogido contra la nevera como un cachorro atrapado. Su cara estaba pálida. Tenía chocolate en los labios y una bolsa de papas en la mano, como si el caos no fuera con él.
Pero ahora sí lo era.
—¿Así que tú te burlabas de él, no? —escupió Ann, con la varita en la mano—. ¿Tú y tus amiguitos? ¿Te parecía gracioso, maldito cerdo?
—Y-yo no hice nada... ¡solo jugábamos! —balbuceó Dudley, con los ojos desorbitados—. ¡Era un broma!
—¿Una broma? —repitió Ann con una risa amarga—. ¡¿Una broma es encerrar a alguien, tratarlo como un bicho, dejarlo sin comida ni respeto?! ¡¿Eso te parece gracioso?!
Dudley quiso retroceder más, pero la pared no cedía.
Ann levantó la varita. Dudley gritó.
—¡Ann, no! —gritó Remus desde el marco de la puerta.