Esta es la continuación de "Name one hero who was happy." desde que Aquiles y Patroclo están viviendo en Esciros pasaron siete años. Un tiempo largo en el que Helena de Troya aún no ha llegado a Esciros. Sus vidas son "normales" solo que a Aquiles n...
Podía observar el barco azulado que se perdía en las olas. Seguí despidiendo a mi madre aún cuando ya no podía verla. Patroclo tomó mi mano y me abrazó.
- Tetis va a estar bien, tu madre es un hueso duro de roer.
- Es un dios ¿No son todos así?- bromee, pero escucharlo decir eso me tranquilizo. Mamá estará bien.
Nosotros teníamos que surcar al atardecer, teníamos unas horas aún antes de que él sol se pusiese. Caminamos de vuelta al pueblo y Patroclo me besó suavemente antes de irse al hospital a recoger sus cosas. Yo iría al palacio por las mías.
- Te veo luego- le dije y asintió- te quiero, Patroclo.
- También te amo, Ìlios Mou- dijo él antes de darse la vuelta.
Lo seguí con la mirada hasta que se perdió por la calles. Caminé con la frente en alto a pesar de todos lo que me miraban y susurraban. Pronto me iría, ellos no me importaban. Solo el pequeñin que me seguía sigiloso como una sombra. Neo.
- Ya puedes salir de ahí, Neo- dije señalando el lugar donde sonaba una respiración ruidosa- ¿Acaso no quieres caminar conmigo?
- No. Sí quiero- sus ojos grises me observan con rencor. Me había pedido que lo dejará irse con nosotros. Le dije que no creía que eso fuera posible.
Se acercó a mí y levantó los brazos, lo levanté y lo abracé. Ya estaba grande para pasearlo como un bebé, pero era el último día, mis últimas horas con mi pequeño Neo.
- Vamos a ir al palacio- le informé, pero no pareció escucharme, estaba aferrando sus bracitos a mí con fuerza y tenía su cara enterrada en mi cabello.
Podía escuchar pequeños sollozos salir de su cuerpecito. Nana, su madre, aunque intentaba darle todo no le daba cariño; entendía ese sentimiento. Además, el tipo que vivía con su madre, no era el verdadero padre de Neo. Su padre había desaparecido en cuanto se enteró de que Nana, estaba embarazada de él.
Nana tenía nuestra edad cuando llegamos a Esciros y estaba desolada cuando el padre de Neo la abandonó. Y cuando Neo nació lo descuidó y yo que solo estaba en la casa, me volví su "niñera" para pagarle a Bastian todo su apoyo. Patroclo volvía temprano y me ayudaba. No teníamos idea de como cuidar a un niño, las primeras veces no podíamos hacer que dejara de llorar. Aún así, Neo se volvió parte de nuestra rutina, siempre estaba allí. Y cuando su madre se acomodó y encontró a otro hombre, lo llevaba solo de vez en cuando. Pero Neo creció y se pegaba a mí como garrapata.
Si algún día tengo la oportunidad de criar a un niño, me gustaría que fuera como Neo.
- No te vayas- fue solo un susurro, pero fue suficiente. Escuché a Neo aguantar las lágrimas- no se vayan.
Lo abracé más fuerte, le pedí disculpas hasta que se calmó.
- Esa de ahí es la tal Deidamia ¿no?- volteé rápidamente a la dirección que Neo señalaba. Se bajó de mis brazos y se puso alrededor de mí como un pequeño escudo.
- ¿Sabes quién es?- pregunté, Neo ni siquiera había nacido cuando Briseida se marchó, y cuando ella volvió nunca salió del palacio otra vez.
- Patroclo dice que no hay que dejar que la mujer rara del palacio se te acerque- ví a la "mujer rara del palacio" sus ojos estaban vacíos, no me gustaba que esos ojos vacíos me observarán así.
Neo jaló de mí hasta llegar con los demás niños de la guardia. Todos estaban en filas, con la cabeza arriba y algunos aguantaban las lágrimas.
- Gracias por todo- dijeron todos al unísono- Nosotros protegeremos a nuestros ciudadanos como usted nos enseñó. Los fuertes siempre deben cuidar de los débiles.
Recitaron el lema fuerte y claro. Me sentí muy orgulloso. Lo noté cuando todos se quedaron callados: lágrimas calientes bajaban por mis mejillas. Todos se acercaron y me dieron un abrazo. Mis chicos, ojalá pueda verlos de nuevo algún día.
- Se que ahora es Aquiles- dijo Elaine levantando la voz- pero en nombre de todas las chicas aquí, le damos gracias a Pirra por enseñarnos a luchar. Por darnos más oportunidades.
Un coro de chicas gritaron, y soltaron aún más lágrimas. Los hombres se unieron a ellas, y también le agradecieron a Pirra. Supongo que soy más popular como mujer.
- Yo les doy las gracias a todos ustedes, por mucho que extrañaba mi hogar. Ustedes hicieron que me sintiera en casa, cada uno de ustedes son importantes y son el futuro de una gran nación. Son jóvenes fuertes y lograrán grandes cosas, losé.
Los vítores estallaron de nuevo. Sentí que alguien me jaló hasta que un montón de manos me sostenían en el aire. Estos niños ¿En que momento crecieron tanto? ¿Cuándo se hicieron tan fuertes? también cargaban a Neo mientras el se reía. Nos cargaron hasta mi parte favorita del palacio, el jardín trasero, siempre repleto de flores.
Los chicos nos arrojaron al suelo, tomé a Neo por reflejo, esperando la caída. Pero patroclo ya estaba allí para atraparme. Su sonrisa me tomó por sorpresa. Neo no paraba de reírse.
- ¿Porqué parezco ser el único que no tenía idea de todo esto?- reclamé al ver a mi alrededor. Todo estaba decorado y había comida por todas partes. Mi grupo de chicos músicos estaba tocando una de mis canciones.
- También me acabo de enterar- dijo Patroclo divertido- Me trajeron a rastas. Aún no he terminado de ordenar nuestras cosas.
- El rey nos prestó esta parte del palacio, fue muy amable- Lancelot apareció detrás de mí, tenía una cicatriz en la frente. Me sonrió y nos empujó un paso hacia delante- Es una fiesta de despedida. Y estos son un regalo de todos.
Nos entregaron dos brazaletes de oro, eran brillantes y sólidos.
Todos los presentes gritaron nuestros nombres. Patroclo parecía que se pondría a llorar como un bebé. Lo tomé de la mano y nos adentramos a la fiesta. Esténela y Bastian también estaban allí. Patroclo se puso a platicar con ellos. Y yo disfrute de la música, de los chicos que jugaban. No había pensado que extrañaría tanto este lugar.
Pasaron las horas y el sol se puso, nos despedimos de todos. Solo unos pocos nos acompañaron hasta el barco. Un barco majestuoso, mi madre dijo que Odiseo lo había enviado. Estaba muy feliz y está era su muestra de agradecimiento. El barco era bastante grande para dos personas, pero se veía cómodo y bien arreglado.
- Cuídense mucho- Esténela abrazo a Pat una última vez, lo llevaba haciendo toda la última semana. Luego vino hacia mí, me tomó del rostro- come mucho, hijo. También hazle caso a Patroclo, no te vayas a meter en problemas. Tampoco en peleas, ya no más. No me asusten así de nuevo. ¿Me oyeron?
- Sí- dijimos Pat y yo juntos- gracias por todo, Esténela. Cuídate mucho tu también- dije yo abrazándola.
- No se preocupen tanto- dijo Bastian- Estoy aquí, yo cuidaré de Esténela.
Ella le dio un manotazo, estaba levemente sonrojada. Bastian se rió.
- Ven acá, Neo- dijo Patroclo, el pequeño se acercó- Cuídate mucho, Neo, haz caso a mamá y se un buen niño. No les des problemas a tus abuelos. Crece para ser un buen hombre, del que estes orgulloso.
Neo lo abrazó y asintió con lágrimas silenciosas. Cuando fue hasta mí lo abracé, y lloré.
- Serás un gran músico, viajaras por todos los lugares. Y podré decir con orgullo que yo te enseñe. Y que eres mi pupilo estrella. Te quiero, mi pequeño Neo. Nos volveremos a ver.
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