Fueron inseparables, dos almas unidas por una amistad que desafiaba todo... hasta que la Unión los cambió. Ella, una bully sin filtros; él, su único amigo verdadero. Pero el poder y la violencia los transformaron, y lo que una vez fue camaradería se...
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SOSTENÍA EL TELÉFONO, con un ceja levantada.—El teléfono de Si-eun, ¿eh?—Le devolvió a Jun-tae lanzándole.
Estaban en el baño. So-hee, había seguido a Jun-tae al notar su expresión ansiosa, perdida entre el miedo y la culpa.
Jun-tae era una de las pocas personas con las que había llegado a hablar de verdad. Ese día, el primero que ella fue, él se había tropezado, en la mano sostenía un cartón de leche, abierta. Lo que había pasado es que le había regado todo a So-hee, él se había disculpado de inmediato, sacándose su abrigo de uniforme y secándola.
—L-lo siento. No fue mi intención. Por favor discúlpame—había tartamudeado.
—Hey, ya, está bien. Solo es leche. No tienes porque alterarte.—le había calmado.
Desde entonces habían empezado a hablar más. So-hee lo acompañaba en los almuerzos y en las horas libres donde caminaban por los pasillos del colegio. Incluso lo defendía de los que se intentaban pasar con él. Aunque no siempre podía, como en este caso.
—¿Le darás el teléfono de Si-eun?
—Sí. Él dijo que si no...
—Ah, que importa lo que haya dicho. No, no se lo des.
Jun-tae alzó la mirada.
—¿Tú qué sabes, So-hee? No puedes decidir por mi.
—¿Y ellos si?
Jun-tae se quedó callado. Se levantó y salió del baño con pasos apresurados, dejando a So-hee.
—Pero qué terco—suspiró.
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