A 822-km de ti

Un día normal.

Aquella mañana me desperté alegre, como cualquier otro día. Sería un día de lo mas normal, o al menos eso es lo que esperaba. No tuve más que levantarme de la cama y ir a la cocina a por una mustia taza de café barato y que además, sabia a rayos. Bebí aquel mejunje lo antes posible y subí a mi habitación para vestirme y ir a trabajar. A veces añoraba pensar en como seria mi vida en algún otro país, imaginarme viviendo en África o incluso en Europa. Aún así, no tenía más remedio que seguir con mi aburrida vida, trabajando en el despacho y tomando un café detrás de otro. Tal cual llegue al despacho, una pila de documentos me esperaban encima de la mesa. Maldecía a aquella persona que creo el dichoso "papeleo". Aquel día seria horrible, y ademas no saldría hasta las 18.00 de la tarde. Tras matarme a trabajar, me fui a dar un paseo a la playa, para mojar los pies y relajarme. ¿Sabíais que la arena es un exfoliante natural? Constantemente pensaba en lo afortunada que era, el la suerte que tenia por poder pisar esa arena tranquilamente. La puesta de sol era espectacular, el sol parecía que iba a explotar de lo rojo que estaba, era muy agradable y placentero, y pensar que ese mismo sol se ocultaría bajo una océano casi infinito, era emocionante. No tenía palabras para explicarlo, aún viviendo ahí, me sorprendía. Es curioso, pensar que a cientos de kilómetros de aquí hay gente sentada igual que yo, reflexionando igual que yo. Es curioso. Tras aquel día tan agotador y pese a mis habilidades culinarias, la pereza me superaba, así que me comí un buen tazón de yogur con cereales integrales y me metí a la cama.