✨𝐋𝐚 𝐐𝐮𝐞 𝐂𝐚𝐦𝐛𝐢𝐨́ 𝐄𝐥 𝐃𝐞𝐬𝐭𝐢𝐧𝐨✨

𝟷: 𝚁𝚞𝚝𝚒𝚗𝚊

Otro día, otra mañana dándome cuenta de que me quedé dormida viendo la tele. Abrí los ojos lentamente, y me di cuenta de que estaba en la sala, cubierta con una sábana y con un plato de palomitas en frente. No era la primera vez que sucedía. Apenas podía pensar por todo el cansancio que tenía.

Traté de recordar qué día era. A ver, a ver... ayer era sábado... así que hoy es domingo. Espera, ayer no era sábado, era lunes, entonces... Ay, hoy es martes. ¡Odio los martes! ¿Por qué debía ser precisamente hoy ese día? La semana pasa tan rápido que... Un minuto...

Fue cuando percibí un olor bastante familiar para mí, pero en ese momento mi cerebro se "reinició" y no fui capaz de saber al principio qué era. Pero wow, qué bien olía... parecía ser algo tostándose... Quizá era pan tostado, el olor a queso derretido.

Solo sabía que era comida, así que me paré y prácticamente floté hasta la cocina. Ojalá sea pan con queso bien derretido... Al llegar, vi a mi madre preparando un sándwich de jamón y queso. Ella sabía lo mucho que me encantaba iniciar mi día con eso.

No sé cómo podía sólo beberse un café e irse a trabajar como si nada. Yo me muero si no como algo al menos 2 horas después de levantarme. Entré a la cocina, aún con todo aquel cansancio encima. Entonces, mi mamá pareció acordarse de mi existencia.

—¿No piensas saludar? —me reclamó mientras servía la comida—. Así yo no te crié.

Bufé —Buenos días, mami —dije un poco somnolienta aún, pero con una sonrisa.

—Ahora sí, ven y siéntate —me puso el plato y un vaso de jugo en la mesa.

—Gracias, por eso te quiero —afirmé mientras comía.

—Ah, por eso sí —se rió ligeramente—. Bueno, ya me voy a trabajar.

—¿Qué? Pero si es tempranísimo —dije con la boca llena.

—No hables con la boca llena, te puedes asfixiar —tomó su cartera—. Tengo que pasar por la tienda a comprar algo antes.

—¿Las tiendas abren a esta hora?

—Algunas sí, pero igual voy a ver —mi mamá se acercó a mí y besó mi mejilla—. Cuídate, te amo.

—Yo también —sonreí un poco.

—Si pasa cualquier cosa, lo que sea, llámame.

—Lo sé, no debes repetirlo cada vez que sales.

Ella se rio un poco y me dio un pequeño abrazo —Sabes que hago esto para cuidarte.

Suspiré —Sí, lo sé.

—Bien, ya me voy —sonrió un poco—. Adióooooos.

Me despedí con la mano. Cuando ella salió por la puerta y la cerró, quité esa sonrisa ligeramente fingida de mi rostro. No es que estuviera fingiendo ser linda con mi mamá, estaba fingiendo la felicidad que me causaba estar sola otra vez.

Sé que ella quiere cuidarme por mi fobia social, ya que tengo dificultades para relacionarme con otras personas aparte de ella. Pero no sé, creo que exageró un poco al dejarme encerrada y no permitirme salir por el resto de mi vida.

Por culpa de esto, nunca he tenido amigos u otra relación social. Todo esto me mantiene presa, no solo dentro de mi casa, sino dentro de mi mente y mis pensamientos también. Cuando me quedo sola, suelo tener todo tipo de pensamientos negativos, y odio sentirme así.

No quería seguir dándole vueltas a ese asunto, así que terminé de comer y de beber y dejé los platos en el fregadero. Luego, subí a mi habitación y me recosté en mi cama por un momento. Entonces, en ese momento sentí la necesidad de distraerme un poquito.

Quité la almohada de mi cama, revelando unos cuadernos, lápices y lapiceros que estaban debajo. Tomé un cuaderno y un lapicero y comencé a avanzar un poco la historia que estaba escribiendo. Estoy segura de que se preguntan por qué tenía esos útiles bajo mi almohada.

Tengo miedo de que mi mamá lea lo que escribo. Ella es tan exigente con mi educación y mi enfoque en lo "esencial" que me preocupa que piense que escribir historias que me imagino me afectaría en algo, o... No sé, no entiendo qué rayos le pasa por la mente.

En fin, escribí un poco de lo que se me ocurrió en ese momento. Una ventaja de estar sola en casa era que podía concentrarme cuando quisiera escribir. Las ideas fluían mucho más rápido y se me hacía más fácil pensar con claridad.

Había tardado alrededor de una hora escribiendo y me cansé. Me levanté para darme una ducha y cepillarme. Sentí pereza, así que no quise peinarme. Para mí, mi cabello no estaba del todo mal, y después de todo nadie estaría para verme.

Me miré en el espejo, observando un poco mi rostro y cuerpo. La mayor parte de las veces no tenía problemas conmigo o con mi físico, pero en ese momento sí los tenía. Quizá era por todas las cosas que pasaban por mi cabeza en ese momento.

Me senté otra vez en mi cama y miré fijamente hacia la pared frente a mí, con mis pensamientos prácticamente nublados. No me sentía del todo bien en ese momento, me sentía... como todos los días: aburrida, con la mente llena de cosas negativas y con la autoestima en el suelo.

Sin embargo, vi algo similar a un agujero brillante aparecer de la nada en el techo de mi habitación. Tuve que echarme un poco para atrás en mi cama y cerrar los ojos por la luz que se había presentado. Luego, escuché como si algo hubiera caído en el piso.

Al dejar de sentir la luz frente a mis ojos, los volví a abrir. El agujero brillante había desaparecido y creí haber escuchado algo caerse en el piso frente a mi cama. Por curiosidad, decidí acercarme lentamente a ver si ese "algo" seguía ahí. Llegué al borde de la cama, pero no vi nada.

—¿Buscas algo? —escuché que preguntaron detrás de mí.

Me asusté tanto que casi me caigo de la cama. Al voltear hacia la dirección de la voz... No me lo podía creer. Parado detrás de mí estaba él: un chico de cabello marrón, ojos verde claro, una expresión seria e indiferente hacia mí y... Espera un minuto...

¿¡Había un chico dentro de mi habitación!? Espera... ¿Qué acababa de pasar? No saben cuánto anhelaba que mi madre estuviera ahí en ese momento. No pude ni moverme. ¿Cómo entró? ¿Qué estaba pasando?

Continuará...