📅 Fecha: 8 de febrero de 2025
📍 Marrakech
(Pov Plex)
La noche había caído sobre Marrakech como una manta cálida. El bullicio de la plaza aún se escuchaba a lo lejos, como un rumor lejano de voces, tambores y motos zumbando entre callejuelas. Pero allí arriba, en la terraza de la casa donde nos hospedábamos, todo era paz. Una calma rara, casi mágica, que me invitaba a quedarme un rato más.
Me apoyé contra la barandilla de hierro forjado, una taza de té a la menta aún caliente entre las manos. Desde allí se veía media ciudad dormida y la otra media resistiéndose a cerrar los ojos. Las luces parpadeaban en los puestos que ya recogían, y una brisa cálida me rozaba la piel.
—¿Puedo acompañarte o prefieres estar solo? —escuché la voz suave de Rebeca a mis espaldas.
Me giré y sonreí. Ella llevaba un kimono ligero sobre la ropa del día y el pelo recogido en un moño deshecho, con mechones sueltos que le daban un aire despreocupado. Sencilla. Tranquila. Real.
—Por favor —dije, señalando el asiento libre a mi lado—. Estaba esperando buena compañía y ya casi perdía la fe.
Soltó una pequeña risa mientras se sentaba a mi lado.
—¿Té? —le ofrecí mi taza—. Está buenísimo, aunque casi quema.
—Gracias. Pero me arriesgo —respondió, probándolo sin pensarlo dos veces—. Uff, sí, quema... pero está buenísimo.
Se nos escapó una risa compartida. De esas que no son escandalosas, pero que se quedan flotando en el aire.
Pasaron unos segundos sin hablar. Silencio cómodo. De esos que solo compartes con alguien con quien no necesitas llenar el espacio con ruido.
—Hoy ha sido un día largo —dije al fin.
—Sí... bonito, caótico, frustrante por momentos —enumeró—. Pero al final... no sé, siento que fue uno de esos días que vas a recordar. Aunque sea por la señora de la henna echando mal de ojo.
Me reí. Qué forma tan extraña de conectar con alguien, entre monos encadenados y maldiciones improvisadas.
—¿Sabes qué me gusta de ti? —me sorprendí diciendo.
Ella arqueó una ceja, divertida.
—¿Esto va a ponerse intenso o vas a decirme que te gusta cómo bebo té hirviendo sin pestañear?
—Ambas —respondí, riéndome—. Pero también me gusta cómo estás siempre pendiente de los demás sin que nadie te lo pida. Como lo de traer el desayuno esta mañana... o cómo cuidas de Borja sin asfixiarlo. O cómo te hiciste cargo del cable del satélite cuando ni siquiera era tu problema.
Ella bajó la mirada, y por un segundo pareció incómoda con el halago. No por falsa modestia, sino porque creo que no estaba acostumbrada a que se lo reconocieran.
—Me gusta cuidar —dijo con un encogimiento de hombros—. Supongo que soy de esas personas que se sienten útiles cuando los demás están bien. Aunque a veces me paso...
—Ojalá más gente "se pasara" así —le respondí, mirándola más de la cuenta.
Y entonces me di cuenta. Joder.
No era solo admiración.
No era solo ternura.
Era algo más.
Rebeca no solo me gustaba como persona. Me estaba empezando a gustar de verdad. Y lo hacía de esa forma que no grita, que no irrumpe, sino que se cuela poco a poco... en los gestos, en los silencios, en las veces que su risa se me queda dando vueltas en la cabeza más de lo que debería.
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Todo Pasa Por Algo (Plex)
FanfictionNo sabía que iba a contar esta historia, pero como siempre nos lo preguntan... y a mí me encanta escribir... ¿qué mejor que contárosla en este blog? Nuestra historia, la de Dani y la mía... en realidad comenzó con dos personas que tenían otros plane...
