Margaret se había encasillado toda su vida en el papel de 'salvadora', tal vez motivada por la empatía o por la culpa. Atrapada en el deseo de ayudar a sus amigos de evitar que se conviertan en lo que más le tenía miedo, deberá decidir si perderlos...
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EL DÍA SIGUIENTE Margaret no podía sacarse de la cabeza el encuentro pasado con el chico de lentes. Se encontraba en clase, mirando al pizarron mientras el profesor hablaba sobre el examen de matemáticas, pero su mente no estaba ahí. Su mente aún estaba en la biblioteca, con Beomseok.
El chico que, a primera vista, parecía tan inaccesible. Su expresión distante, su modo de caminar con pasos nerviosos, todo parecía formar parte de una personalidad reservada, una que Margaret no podía descifrar. Pero algo en él le había atraído, aún que ni ella misma lo entendía completamente.
Se preguntaba qué había detrás de aquellos ojos. Había algo en su mirada, algo que la había atrapado. No era la simpatía, ni el misterio; era una especie de vacío, como si él estuviera siempre en otro lugar, y solo su cuerpo estuviera ahí presente. ¿Era así con todo mundo? ¿O sólo con ella?
Dejo de pensar demasiado en aquella charla insignificante y se concentró en su clase, pues se arrepentiría después de no haber escuchado que debían estudiar. Aún que la pregunta rondara su cabeza, no era algo que ella pudiera contestar.
Aún que no pasó mucho tiempo sin que Beomseok rascara sus pensamientos. Lo había encontrado más tarde a la hora del almuerzo acompañado de dos chicos que, al parecer, eran sus amigos. Aún así parecía estar completamente solo. La forma en que sus ojos se movían, como si cada cosa alrededor de él no fuera lo suficientemente interesante, lo hacía aún más intrigante.
"¿Porque está tan solo?" Se preguntó mientras tomaba un bocado de su ensalada.
Mientras sus otros amigos charlaban de cualquier cosa, parecía distante, como si algo más ocupara su mente. El no conectaba con nadie. Se encerraba en su propio mundo, poniendo murallas impenetrables para que nadie conociera el dolor que llevaba dentro.
Y Margaret no pudo evitar preguntarse si alguien más había notado la presencia de Beomseok tanto como ella lo había hecho.
✸⠀⠀﹕🧇 ꕀ 🍴⠀⠀˚ ̟˙⠀⠀˘ᗜ˘
EL DÍA DESPUÉS de eso, Margaret decidió regresar a la pequeña bodega para despejar su mente. Estaba un poco más relajada que de costumbre, enfocándose en la guitarra mientras las melodías suaves salían de su garganta. A veces, sentía que la música era lo único que podía hacerla regresar a Toronto, al menos por unos momentos se sentía en casa otra vez.
Mientras tocaba algunos acordes escucho unos pasos aproximarse, más sin embargo no les presto atención hasta que la puerta fue abierta de par en par.
Era él. Beomseok.
Por un momento, se quedó quieta, observándolo con discreción. Al principio, pensó que solo pasaba por allí, tal vez para alguna práctica o algo del tipo, pero lo que no esperaba era ver cómo se quedaba ahí, como si estuviera observando el espacio sin realmente ser parte de él. Como si estuviera observándola a ella sin prestarle atención al exterior, dejándose llevar por la tensión del momento.
