Café

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Era una tarde de invierno. Esas que son ideales para quedarse recostado viendo tu película favorita. La nieve había comenzado a caer, las ventanas empañadas por el calor de la estufa a leñas.
Mire de reojo el reloj que estaba en la pared marcando las 17:30. Tome un sobretodo negro que estaba en el perchero, ate la bufanda al cuello y me coloque un gorro de lana negra.
El viento silbaba levemente, los árboles se ladeaban saludando a ese viejo amigo. Las nubes habían cubierto todo el cielo sin dejar ni un mínimo agujero para que el sol se asome.
Le di las dos vueltas necesarias a la puerta de mi hogar y me eche a caminar con el rumbo puesto a la cafetería del viejo pueblo donde vivo. El crujido de las nieves me seguía en cada paso que daba, y mis botas abrazaban a unos grupos de copos que querían viajar un poco más allá de donde habían caído.
Mire a mi alrededor y la ausencia de las personas se hacían notar. Algunos estaban mirando la televisión en familia, otros se quedaban jugando a juegos de mesas, mientras que otros solamente discutían.
Hice odios sordos y me consentiré en un pensamiento que comenzó a fluir sólo.
Al cabo de unos 15 minutos llegue a destino. Los transparentes vidrios dejaban ver a esos atrevidos bebiendo sus cafés y mirando su móvil. Una pareja de longevos se miraban a los ojos, hablaban con el silencio apreciando el momento. Ella le regalo su mejor sonrisa y el se la devolvió con un incógnito guiño.
La moza se acercó a la mesa del fondo. En una libreta anotó mi café y mis galletas de chocolate.
Esa taza blanca que desbordaba vapor viajaba en la bandeja de la bella muchacha en primera fila. Llevaba un delantal marrón con líneas verticales y una remera mangas largas de color verde. Llegó sin avisar y dejó un periódico sobre mi mesa. No dude en agarrarlo para ojearlo.
Detrás de la puerta de madera que daba a la cocina había unas muchachas que me miraban por una ventana regalándome risas sin sonido. Le devolví su gesto con una media sonrisa. A la que me devolvieron nuevamente.
Un intercambio de sensaciones fueron las que ese día me abrazaron con fervor. En el medio del periódico se posaban noticias de finales inesperados, a las que deje pasar por alto.
Ese café había calentado mi cuerpo, dándome alegría a esa solitaria tarde. Me tome todo el tiempo para relajarme y disfrutar. A veces todos nos apresuramos y dejamos de ver las verdaderas cosas que nos pasan por el frente. Naufrague por ese mar de corcheas que entraban en mi mente. La hermosa canción que pasaban en la radio local me trasladó a un hermoso paraíso.
El sol se despedía por detrás de las nubes, y ellas seguían tapando su saludo por completo. Pero no es necesario verlo para saber que él está ahí alumbrando tus calles.
Cerré los ojos por un instante y termine de despedirme del paisaje que navegaba en mi mente.


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⏰ Última actualización: Jul 29, 2015 ⏰

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You and me Forever (español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora