— Hasta que te designas a dar la cara, no sabíamos si ya estabas muerto. —

Entró a la habitación con rapidez, invadiendo la privacidad del ojinegro quien no cuestionó su accionar, cerrando la puerta atrás de él.

— No quería que me vieran así. — Su voz quebrada decía más que mil palabras sobre su estado de ánimo.

— Pero almenos podías salir y decirnos que estabas mal ¿qué pensabas que te diríamos viéndote así? —

No contestó, su mirada se concentraba en el suelo de la recámara mientras reflexionaba sobre su pregunta.

Su habitación era un completo desastre, las sábanas de su cama estaban tiradas en el suelo, habían cientos de dulces y envoltorios exparcidos por doquier y ni hablar de los pedazos de papel higiénico usados que abundanban en el lugar.

— Deberías darle una limpieza a este lugar, por poco y parece basurero —

— ¿Viniste aquí a consolarme o solo para burlarte de mí? —

Un silencio los inundó a ambos.

En movimientos ágiles, Nam-gyu hizo un pequeño sitio ordenado en la cama, sentándose allí e invitando al ojinegro a hacer lo mismo.

El silencio continuó por un tiempo más, era todo demasiado incómodo como para pensar en como romperlo.

— Dime Gyeong-su, llevas una semana completa aquí encerrado ¿solo por ella? — Su voz era firme, rompiendo por completo el silencio.

No quería responder, no quería hablar, pero su respuesta era muy obvia como para confirmarlo él mismo. Su silencio lo delató.

Un suspiro pesado sonó.

—Nosotros te dijimos una y otra vez que Mi-na no era una persona para tí y para nadie. Tú siempre le diste todo a ella; tu cariño, regalos, citas, tu tiempo y prácticamente todo. — Habló, sonando más como un sermón — ¿Y ella que te dió? ¿Qué hizo ella por tí? —

Otra vez su silencio lo traicionó, era cierto todo lo que decía y era vergonzoso admitirlo.

— ¿Vez? Ella nunca dió nada por tí y te lo puedo confirmar porque es terrible disimulando. —

— Estoy seguro que por alguna razón u otra no podía dar mucho, por eso yo intenté darle todo lo que ella no podía. — Estaba por iniciar otro llanto, su voz mientras más hablaba más se quebraba. — ¿Acaso no fuí lo suficiente para ella? ¿O-o tal vez no dí lo suficiente? —

Apenas terminó de hablar, el pelilargo con un movimiento ágil y rápido agarró los cachetes de Gyeong-su con firmeza, obligandolo a verlo a la cara.

— No digas eso, maldita sea ¡tú no fuiste el bendito problema! ¡La única culpable aquí es esa zorra traga dinero! — Estaba enfurecido por la manera de justificar de su acompañante, ya estaba cansado. — ¡Tú diste todo de tí para que su relación funcionara y si ella no lo supo valorar pues es su maldito problema! Ya no vuelvas a culparte porque te juro que no dudaré el golpearte —

Su manera de hacerle entender agresivamente raramente estaba funcionando y su tristeza parecía esfumarse sin explicación alguna.

— Supongo que sí. — Suspiró pesado. — Pero yo realmente la amaba, era muy bonita conmigo y llegué a pensar que era la indicada. —

— Pero no lo era, las apariencias engañan y lo sabes bien. Entiendo que te cegaste por esa buena parte de ella, pero no debiste hacerlo ¡Literalmente solamente llevaban dos meses de novios! —

Ahora se sentía completamente un ingenuo y torpe por eso. Raramente le dió gracia su comentario.

— Sí, ya sé que fuí un ingenuo, no me lo tienes que recordar. —

Gyeongyu  ·͟͟͟͟͟͟͞͞͞͞͞͞Space! Where stories live. Discover now