El sol se filtraba a través de las cortinas del departamento, bañando la habitación con una luz cálida y dorada. LingLing abrió los ojos lentamente, sintiendo el peso familiar y reconfortante de Orm a su lado. Su respiración era tranquila, acompasada, y su rostro reflejaba la paz de quien había encontrado su hogar en otra persona.
Con una sonrisa, Ling se deslizó fuera de la cama, dejando un suave beso en la frente de Orm antes de caminar hacia la cocina. El aroma del café recién hecho llenó el espacio, y justo cuando vertía la bebida en dos tazas, sintió unos brazos fuertes envolverla por la cintura.
—Buenos días, amor —murmuró Orm con voz ronca, su aliento cálido rozando la piel de Ling.
—Buenos días, dormilona —respondió Ling, apoyando su cabeza en su pecho.
Habían pasado tres años desde que tomaron la decisión de compartir no solo un hogar, sino una vida. No había sido un camino fácil. Hubo desafíos, momentos de dudas y distancias temporales impuestas por sus carreras. Pero ninguna de las dos había soltado la mano de la otra. Ling se había convertido en una abogada respetada en Bangkok, mientras que Orm brillaba como jugadora profesional del equipo nacional de voleibol. Sus sueños individuales no las separaban, sino que se entrelazaban con el amor y apoyo mutuo.
—¿Lista para nuestro viaje? —preguntó Orm con una sonrisa traviesa.
Ling asintió sin sospechar nada. Habían planeado una escapada a la playa para celebrar su aniversario, un respiro en medio de la rutina que, aunque caótica, era suya.
Pero lo que Ling no sabía era que Orm había planeado algo mucho más grande.
El día anterior, Orm había insistido en que tenía que resolver algunos asuntos con una amiga que vivía en la ciudad cercana. Le había pedido a Ling que la esperara en el hotel y disfrutara de la playa por la tarde. En realidad, Orm había pasado horas coordinando con el personal del hotel, eligiendo el lugar perfecto y asegurándose de que todo fuera tal como lo había imaginado durante meses.
Y ahora, mientras paseaban descalzas por la arena con el sonido de las olas como única música de fondo, Orm sentía cómo los nervios le hacían latir el corazón con fuerza. Su mano apretaba disimuladamente la pequeña caja de terciopelo en su bolsillo, asegurándose de que seguía ahí.
Ling caminaba a su lado, tranquila, disfrutando del atardecer. Orm se detuvo y la tomó de la mano.
—¿Recuerdas cuando pensábamos que no íbamos a lograrlo? —preguntó Ling en voz baja, con la brisa jugando con su cabello.
Orm tragó saliva y asintió, sintiendo cómo la adrenalina le recorría el cuerpo.
—Sí —respondió con voz suave—. Pero míranos ahora.
Antes de que Ling pudiera responder, Orm soltó su mano y, con un último respiro profundo, se arrodilló en la arena.
Ling parpadeó, confundida al principio. Luego, su mirada bajó lentamente hasta encontrarse con Orm, quien sostenía entre sus manos una pequeña caja abierta. Dentro, un anillo delicado brillaba con la última luz del sol.
—LingLing —su voz tembló levemente, pero su mirada era firme—. Eres mi mejor amiga, mi amor, mi hogar. No hay un solo día en el que no quiera despertarme a tu lado, compartir risas, miedos, sueños... todo. Has sido mi constante en este mundo caótico, la persona con la que siempre quiero volver.
Ling se llevó una mano a la boca, sintiendo su corazón desbocado.
—Sé que la vida no es fácil y que el futuro es incierto, pero hay una cosa que tengo absolutamente clara... —Orm tomó aire y sonrió con ternura—. No importa cuántas veces el mundo intente separarnos, siempre encontraremos el camino de regreso. Porque siempre vuelvo a ti... y quiero que sigamos volviendo la una a la otra, por el resto de nuestras vidas.
Los ojos de Ling se llenaron de lágrimas antes de que pudiera responder. Su corazón estaba tan lleno de amor que sintió que no podía contenerlo.
—Sí —susurró primero, apenas audible. Luego, con más fuerza, con toda la certeza de su alma—: ¡Sí, Orm!
Orm dejó escapar una risa entrecortada por la emoción mientras se ponía de pie y deslizaba el anillo en el dedo de Ling. No le dio tiempo de decir nada más antes de que Ling la envolviera en un beso profundo, uno que llevaba años de amor contenido, de promesas silenciosas y de sueños compartidos.
Cuando se separaron, Ling apoyó su frente contra la de Orm, aún con lágrimas en los ojos.
—Eres lo mejor que me ha pasado —susurró.
Orm acarició su mejilla con ternura.
—Y tú eres mi siempre.
La brisa marina envolvía su risa, sus suspiros y su amor. No necesitaban más.
Esa noche, mientras se abrazaban bajo el cielo estrellado, Ling supo que ese no era el final de su historia. Era el principio de su para siempre. Y, sin importar lo que la vida pusiera en su camino, siempre encontrarían la manera de regresar la una a la otra.
Siempre de vuelta a ti.
——
Nota de autor: Gracias por leer <3
Espero les haya gustado. FIN
Atte.
The Pink Bear
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Siempre de vuelta a ti
FanfictionPrólogo La primera vez que LingLing vio a Orm, la encontró irritante. Era su primer año en la universidad, y todo le parecía demasiado ruidoso, demasiado caótico. Se sentó en una mesa apartada de la cafetería, disfrutando de su soledad, hasta que...
