—Perdón por despertarte, abuela, pero es hora de que tomes tu medicina —le dijo, enseñándole las pastillas—. Luego puedes seguir durmiendo.

— ¿Y Yeonjun? —preguntó la mujer, sentándose en la cama—. ¿Dónde está Yeonjun?

—Durmiendo —explicó Beomgyu entregándole la pastilla—. No te molesta que venga yo en su lugar, ¿verdad? No quise despertarlo...

—No, está bien, tú... eh... —la mujer lo miró con el ceño fruncido, y luego de llevarse la pastilla a la boca, agitó la mano en el aire—. Está bien, mocoso, da igual. Dame eso.

Beomgyu colocó el vaso de agua en la mano de la anciana y ella lo bebió de a sorbos pequeños para luego devolvérselo. El pelinaranja estaba al tanto de que a veces la mujer podría olvidarse de las cosas o ponerse de mal humor, y que no siempre lo recibiría con una sonrisa ni con cariño, de modo que no se sintió ofendido porque lo llamara "mocoso" en lugar de llamarlo por su nombre, aunque sí se sintió un poco incómodo ante el cambio radical en el comportamiento de la anciana que usualmente se mostraba feliz de verlo, y por ese mismo motivo se apresuró en tomar el vaso y despedirse apenas la mujer se lo devolvió vacío. Salió de la habitación con un sentimiento extraño apoderándose de él, y de repente se sintió mal por Yeonjun. Si a él que conocía a la mujer hacía poco más de un mes ya le afectaba horriblemente la idea de que la abuela estuviera enferma, no quería ni imaginarse lo duro que debería de ser toda la situación para el rubio. Unas ganas inmensas de abrazarlo se apoderaron de él.

Desganado, Beomgyu volvió a subir a la habitación, encontrando a Yeonjun ocupando todo el espacio en la cama, de modo que ya no pudo volver a acostarse. Bufó bajito aunque la imagen de Yeonjun dormido y desparramado en el colchón era lo suficientemente tierna como para hacerlo sonreír y dejarlo pasar, y se contentó con sentarse en el escritorio como tantas veces había hecho el mayor cuando quien se apoderaba de todo el lugar era él. Entonces recordó que tenía el celular de Yeonjun en el bolsillo y... Beomgyu siempre fue curioso, muy curioso. Algo en su mente le decía que estaba mal revisarle el teléfono a alguien más, que si alguna persona llegase a revisar el suyo no sólo se sentiría ultrajado sino que se molestaría mucho, que tenía que respetar la privacidad de Yeonjun porque no correspondía invadir así el espacio personal del chico y porque podría llegar a encontrar algo que lo haría sentir mal (si llegase a toparse con algo relacionado a Chaewon), pero nada de de eso lograría detenerlo, y pronto se encontró a sí mismo curioseando entre las fotos y las canciones del teléfono. Por supuesto, casi todo eran canciones de hip hop y rap en coreano, inglés, e incluso unas cuantas en japonés, e imágenes artísticas y bonitas de paisajes o de animales o incluso de tazas de café que a Beomgyu le parecían salidas de Tumblr o Pinterest (y no le sorprendía esto porque sabía lo mucho que a Yeonjun le gustaba tomar fotografías). Y luego estaban las otras fotos... las fotos de él, de Beomgyu.

No, no era como si Yeonjun fuese un loco psicópata y tuviera millones de fotos de Beomgyu, ni tampoco era la típica escena cliché de las películas o novelas de romance en las que el chico tenía toneladas de fotografías "casuales" de la protagonista en las que ella salía bonita a pesar de no estar posando para la foto, no, nada de eso. La mayoría de las fotos eran las que él mismo le enviaba al mayor, tanto subidas de tono como simples selcas que se tomaba cuando le pedía ayuda con qué ropa usar, o cuando estaba aburrido, y todas esas fotos que simplemente mandaba porque Yeonjun le preguntaba qué estaba haciendo y le gustaba responderle con fotografías. Y luego había unas dos o tres fotografías suyas durmiendo o comiendo o esas cosas normales que hacía mientras que Yeonjun "jugaba" con el móvil, lo cual evidenciaba que más que jugar, el chico le tomaba fotos cuando no se daba cuenta. Y aquel descubrimiento le provocó algo tan cálido y bonito en el estómago que no pudo evitar sonreír enormemente, porque él también hacía lo mismo, él también tenía más de una foto de Yeonjun que había tomado sin que el mayor se diera cuenta, y confirmar que no era el único que hacía eso se sentía muy bien. Si Kai supiera esto diría que vomitaría arco iris, pensó Beomgyu, y tuvo que cubrirse los labios con una mano para no reírse ante tal pensamiento.

Don't tell nonna - yeongyuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora