𝐂𝐎𝐍𝐅𝐈𝐃𝐄𝐍𝐓:
Después de sobrevivir en esos juegos, Gi-hun y Sae-byeok desaparecieron del radar, dejando todo atrás, incluyendo a las personas más importantes para ellos.
Madisson entro en adicciones gracias al dolor del abandono, generando de...
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Llegué al departamento que compartía con Hyeon, un amigo mío.
—¿Cómo te fue hoy?— Pregunto.
Suspiré pesadamente dejando mis cosas en el perchero. —Ese trabajo es una mierda
—Es lo que hay— Respondió resignado. —Y aún así falta dinero, no tenemos para completar la renta
—¿Aún queda el dinero destinado a la comida?
Hyeon negó.
—Mierda— Murmuré.
—Pedi horas extras, así que no llegaré a dormir
Asentí, Hyeon tomo su abrigo y salió del departamento. Me senté en la pequeña mesa que teníamos y de mi suéter saque una tarjeta con figuras en ella. La mire por unos segundos, recordando al señor extraño del metro.
Era una oferta que no podría dejar pasar, podría pagar mis deudas, conseguir una mejor vivienda, mejorar mi estilo de vida.
Claramente Hyeon estaba incluído en mis planes, el me había aceptado en su hogar, y a pesar de todo, se quedó conmigo. Incluso después de lo que pasó con ella.
Era lo mínimo que podía hacer para demostrarle mi agradecimiento por su apoyo.
Saque mi celular y marque el número, al obtener respuesta me pidieron mis datos, y al finalizar me citaron en un lugar y a una hora específica.
No faltaba mucho tiempo, fui a mi habitación por una chaqueta, pero al entrar mire una pulsera de tela que estaba en la pequeña mesa de noche.
La tomé y la amarre en mi muñeca, sintiendo como me invadian miles de recuerdos.
En todos estaba ella.
Sae-byeok, la chica que se había ido de un día al otro sin ninguna explicación.
Me recosté por un momento, tratando de quitarla de mis pensamientos, el tema ya no me afectaba tanto como antes, pero esa pequeña espina de saber que te dejaron con el amor en las manos estaba presente, y aún dolía.
Me levanté, tome otro suéter y salí del cuarto. Antes de irme deje el dinero que gane jugando con ese señor y al lado una nota que decía; "regresaré pronto, no hagas nada estúpido".
Tome las llaves y salí del departamento, camine hasta el punto de encuentro que se me asignó. Después de unos minutos una camioneta llegó, bajaron los vidrios dejando ver a dos personas con un traje rosa.
Uno de ellos me pidió mi información, al confirmarla abrieron la puerta. Entre tomando asiento junto a otras personas que se encontraban dormidas.
No las juzgo, ya era demasiado tarde.
La puerta se cerró, y un gas comenzó a invadir el interior de la camioneta.
