—Escucha dentro de ti. Si quieres alejarte, hazlo libremente. Si quieres explorar, hazlo libremente.

Quiero explorar, no me caben dudas.

Mi mano comienza a moverse sobre la zona de su cuerpo donde se ha posado. Pronto descubro, con los ojos cerrados, que estoy encima de su rodilla. Recompongo mentalmente nuestras posturas para ubicarme: estamos tumbados ambos en paralelo y boca arriba, aunque yo me encuentro un poco más abajo que él.

Si mi mano está a la altura de su rodilla... ¿Qué parte de Beomgyu está a la altura de mi boca? Se me hace agua y trago saliva para no ahogarme.

Me quedo quieto, porque estoy tan excitado como confundido. Hasta que noto cómo Beomgyu se mueve, se recompone dentro de la oscuridad que nos envuelve, para colocar su mano en la parte alta de mi muslo. Primero es un contacto que permanece inmóvil. No así mi corazón que palpita más fuerte.

Trago saliva porque sé que todo aquello es una locura y que la sensación de deseo es tan intensa, tan jodidamente intensa, que no la recuerdo de antes.

Pienso entonces en la gilipollez que estamos haciendo, en las respiraciones, en las rodadas sin sentido, cuando lo que quiero es abrazarlo, comerle la boca y, debo reconocerlo, partirle el culo.

Aquella espiral de pensamientos se detiene cuando la mano de Beomgyu se mueve de nuevo y acaricia ligeramente mi muslo, al compás de la música.

Con movimientos muy lentos, como si las yemas de sus dedos necesitaran tomar conciencia de cada pulgada, sube y baja desde aquella zona hasta la parte baja de mi vientre, sorteando con destreza una parte de mí que es más grande por momentos.

Trago saliva una vez más, porque me cuesta trabajo contenerme.

Se supone que debo estar conectando conmigo mismo, cuando lo que tengo encima es un calentón enorme.

Él me ha dado permiso para explorar, así que le hago caso y ruedo un cuarto de vuelta para colocar mi pecho sobre su costado. Mi polla sobre su costado.

Solo entonces me doy cuenta de lo dura que la tengo, al sentirla aprisionada contra mi vientre. También noto la humedad. Este jodido precum que se me ha escapado y que ahora debe estar formando un hilo gelatinoso entre la suave piel de Beomgyu y la apertura de mi glande, que palpita de manera involuntaria y golpea ligeramente su flanco.

Me sonrojo y se me seca la boca, aunque la idea de que esto es algo profesional me tranquiliza.

Beomgyu parece no advertir el tacto duro, húmedo y caliente de mi verga sobre una piel tan sensible, o esto forma parte del proceso habitual, porque, manteniendo la mano fuera de la zona más delicada, y lo que acaricia en este momento es mi glúteo.

Permanecemos así mucho tiempo.

Nuestras caricias son cada vez más extensas. Yo paso suavemente la yema de mis dedos por sus clavículas, el pectoral, con especial énfasis en los pezones, el vientre delicioso, los glúteos redondos y firmes, hasta los muslos que tienen una consistencia perfecta.

Por su parte, el me acaricia la espalda y, con menos perseverancia que yo, baja hacia mis glúteos que toca con cierto pudor.

Estamos en una postura extraña mientras nos acariciamos. Él boca arriba y yo de costado. Nuestros brazos también trazan ángulos complicados para llegar a donde queremos. Ambos estamos ignorando, supongo que, a posta, la zona más caliente, la que sigue golpeando su costado y la que es muy posible que esté tan dura como la mía, sobre su tostado vientre.

Como si me leyera el pensamiento, ahora es Beomgyu quien hace la ligera rotación, para impactar sobre mí, obligándome a tumbarme otra vez boca arriba.

Experimental (Yeongyu)Where stories live. Discover now