Una parte de ella quería levantarse y seguirlo, aunque no entendía por qué. Algo en su interior la empujaba hacia él, como si fuera una fuerza inevitable. Finalmente, se puso de pie, sus botas hundiéndose un poco en la nieve mientras avanzaba hacia el lugar donde él había estado.
Se acercó al barandal, apoyándose en el metal helado mientras intentaba descifrar lo que sentía. Cerró los ojos y respiró profundamente, pero en lugar de despejarse, el aire le trajo un perfume cálido y especiado que reconoció al instante: el mismo que había percibido cuando sus hombros se rozaron por accidente. Era un rastro tan leve que podría haberlo ignorado, pero en ese momento, lo sintió como una presencia tangible.
Abrió los ojos y su reflejo en el agua le devolvió la mirada, en la superficie ondulante, borrosa y distorsionada, como si el río no estuviera seguro de cómo devolverle su imagen.
Entonces lo vio. Un copo de nieve, el primero de la noche, cayendo desde el cielo. Sus ojos lo siguieron mientras descendía lentamente, como si el tiempo hubiera decidido detenerse solo por ese momento. Finalmente, el copo aterrizó en el agua frente a ella, deshaciéndose al instante en una pequeña onda que se expandió en círculos antes de desaparecer.
La fragilidad de aquel momento la conmovió de una manera que no esperaba. No era la primera vez que veía algo similar, pero había algo en ese copo de nieve, en su existencia efímera, que resonaba con una verdad que no podía ignorar.
"El río nunca deja de fluir". Es un recordatorio de que todo en la vida sigue adelante, incluso cuando parece que no podemos movernos.
Esas palabras volvieron a su mente con una claridad casi dolorosa. Habían sido una fuente de consuelo en el pasado, pero ahora sonaban vacías. ¿Cómo se podía seguir adelante cuando el pasado parecía aferrarse a cada rincón de su mente, como un eco que nunca terminaba de desvanecerse?
La noche continuaba envolviendo el río en su manto oscuro, pero Jihye no podía moverse. Su mirada permanecía fija en el agua, como si buscara en su reflejo alguna respuesta a las preguntas que no se atrevía a formular.
Cuando finalmente se apartó del barandal, sus pasos eran más lentos, como si no quisiera romper la quietud del momento. Miró una última vez hacia el lugar donde había visto al chico, pero no había nada. Solo las luces lejanas y el sonido del agua, constante e inmutable.
De camino a casa, Jihye no pudo evitar preguntarse quién era él. Había algo en su presencia que no podía ignorar, algo que la hacía sentir al mismo tiempo inquieta y fascinada. Era una extraña conexión que no comprendía, pero que tampoco podía negar.
Al llegar, no encendió la luz de inmediato. Se dejó caer sobre la cama, con el eco del río y el recuerdo del copo de nieve todavía vivos en su mente. Aún llevaba consigo el murmullo del agua, el eco de las ondas y el recuerdo del copo de nieve deshaciéndose frente a sus ojos.
Sin decir una palabra, fue directo a su pequeño escritorio junto a la ventana. Encendió una lámpara, cuyo cálido resplandor bañó la habitación con una luz tenue, y tomó su cuaderno de dibujo, uno que no había abierto en meses.
El lápiz entre sus dedos temblaba ligeramente, pero no por inseguridad, sino por la emoción de querer plasmar algo que había sentido de forma tan vívida. Se detuvo un momento, cerró los ojos y dejó que el recuerdo tomara forma en su mente: el copo de nieve cayendo con delicadeza, su reflejo distorsionado en el agua y las ondas que desaparecían casi tan rápido como habían surgido.
No pensó en las líneas perfectas ni en las proporciones exactas. Solo dejó que el lápiz se moviera sobre el papel, trazando contornos que parecían danzar al ritmo de su memoria. A medida que dibujaba, se dio cuenta de que no estaba buscando crear algo impecable. Por primera vez en su vida, Jihye no dibujaba para demostrar algo, ni para encajar en una expectativa. Dibujaba para ella misma, para capturar la emoción de aquel instante y congelarlo en el tiempo.
Cuando terminó, observó el dibujo: no era perfecto, pero no necesitaba serlo. Las líneas eran suaves, casi tímidas, pero el copo de nieve y las ondas del río estaban ahí, como un testigo silencioso de lo que había sentido esa tarde. Al mirar su creación, Jihye supo que cada vez que volviera a verla, recordaría no solo el momento en el río, sino también el reflejo que la había observado desde el agua.
Por primera vez en mucho tiempo, sintió que no necesitaba ser suficiente para nadie más. En ese dibujo, y en lo que representaba, Jihye encontró un pequeño respiro.
Esa noche, mientras se arropaba entre las cobijas, una sensación desconocida se hizo presente sobre su pecho, la fragilidad de aquel copo y la intensidad de las ondas seguían rondando su mente. Y aunque no podía definirlo con claridad, algo se había movido dentro de ella, como si la brevedad de aquel instante hubiera encendido algo en algún rincón olvidado de su ser.
' 너를 상상했지 항상 닿아있던 처음 느낌 그대로 난 '
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