when we drive in your car, i'm your baby.

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Un Aston Martin, un regalo de Tashi por su cumpleaños. Se sentía apenado al aceptarlo, inclusive murmuró que el auto anterior que tenía aún era de lujo y que estaba bien seguir usándolo. Su ex-esposa insistió y entendió que tampoco iba a servir de nada contradecirla porque semanas después, ya estaba conduciendo ese auto para llevar a Lily a la escuela.
En ese instante, no era alguien conocido el que estaba en el asiento del copiloto, era ella. Su cabello negruzco se mecía de una manera que le recordaba a las ramas de los árboles cuando la brisa ataca un poco; movimientos suaves, delicados, inclusive cuándo parecían entrelazarse entre ellos que casi resultaba hipnotizante. A Art no le bastarían las palabras para poder describir cómo esa imagen parecía remover algo en él a lo que no sería capaz de darle explicación alguna, y eso, lo hacía sentir más que sólo apenado.

Miraba de vez en cuándo a su dirección mientras sus manos apretaban el volante, los nudillos casi tornándose blancos. Era hermosa, no habría cómo negarlo. Su cabeza colgaba fuera de la ventana. En otra circunstancia, Art estaría muy asustado de ser descubierto por alguien que en su auto estaba una chica con una diferencia de edad que no le parecía del todo bien vista, o que quizá otro auto pasara a una velocidad terrorífica y pasaría algo digno de una pesadilla pero sabía que dejar llevar su imaginación a volar al rasgo de rozar en su ansiedad era algo sin sentido alguno.

Una canción familiar sonaba a través de las bocinas de la radio. No estaba del todo seguro si la conocía pero la chica tarareaba las letras mientras su cuerpo se arqueaba, dejando ver un poco de la piel bronceada que cubría el vestido que llevaba. Había algo debajo del pellejo que le cubría que quería poder entender, quizá descubrir. Sonaba muy macabro sí lo pensaba nada más así, pero en esa desconocida, esa chica de cabello negro cómo esa noche; en ella era cómo si pudiera descifrar cosas que no lo haría en nadie, como si esa mera existencia cambiara cosas que ante no quería ni intentaba por manipular en su vida. Por alguna razón que Art veía obvia, sus ojos azulados no podían despegarse del todo de la carretera a su cuerpo. Era un patrón de 5 segundos de separación entre cada vistazo. Había algo en ella que le resultaba demasiado embriagante, casi intoxicante. No sabía si se trataba del aroma tan dulce que soltaba su piel al momento de desplazarse a su alrededor, o la manera en la que le dedicaba sonrisas que Art no había visto en nadie, ni siquiera en Tashi. Quizá era más porque en el fondo de todo, ahora, ella no sabía nada sobre Art lejos de que solía jugar tenis.

No sabía acerca de las penas que le acojonaban, no sabía sobre los embarazosos años de la universidad, acerca de porqué su matrimonio se rompió o el porqué parecía estar mejor en un departamento solo que vivir como los hombres divorciados de su edad lo hacían. La chica desconocía partes que Art no le había mostrado a nadie en realidad y algo en ello resultaba reconfortante, porque si decidía hablar, ella no pretendería saber qué decir o cómo actuar al respecto. No soltaría un comentario fuera de lugar y cambiaría el tema para hacerlo girar en torno al tenis. Porque aunque Art estaba desesperado por ser conocido y escuchado, no sabía si estaba del todo para ser entendido por los demás. No sabía si en realidad quería que alguien menor que él tomara sus cargas e hiciera de ellas un mar de sentimientos que aún no estaba listo para procesar, porque después de tanto, después de reprimir aquellas cosas que le hacían añorar los momentos atrás... Art no estaba listo para dar el paso de ser comprendido y someterse a experimentar un poco más.

O al menos era lo que creía.

La conexión estaba ahí, ninguno de ellos podía ignorarla, porque aún si el auto se movía alrededor de Beverly Hills con las palmeras y luces adornando cada avenida, ninguno de ellos podría simplemente ocultar que había algo en ese silencio que era llenado por la música que se reproducía a través del estéreo. Resultaba acogedor de una manera que no podía ser simplemente puesta por palabras. Algo en la delicadeza de la persona a lado de él hacía que sus manos alrededor del volante se tensaran, que su respiración se viese ligeramente alterada y que aquella voz en su cabeza que alguna quiso llevar el control, ahora balbuceara que no estaba de más errar por primera vez en mucho tiempo.

No sabía si era el movimiento de sus mechones negros, lo hipnotizantes de sus ojos café, la suave voz que dejaba sus labios al hablar o la curvatura de sus caderas siendo abrazadas por aquél vestido pero Art se sentía descendiendo en una especie de sentimientos que quería descifrar, descubrir hasta dónde llegarían, que vacío llenarían.
Algo en él comenzó a arder por saber que había detrás de la chica que ahora tenía sus piernas extendidas sobre el tablero del auto, con una sonrisa socarrona y una mirada chispeante.

Necesitaba respuestas. Y ya no se quedaría con ninguna palabra sobre la lengua.


















¡Feliz año! Espero estas holidays la hayan pasado muy lindo

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¡Feliz año! Espero estas holidays la hayan pasado muy lindo. Me digno a subir esto después de un — ratote —. He estado ocupada, más que nada lidiando con un poco de todo pero, aunque he abandonado mi principal razón por la que volví a escribir, quería dejar al aire la primera parte de un 'two-shot.'
Amo a Addison Rae y la canción revolotea mi cabeza desde que salió así que, tuve una epifanía (un sueño, en realidad).

Dilf Art es simplemente: magia. Es una combinación entre un cachorrito necesitado y un hombre dominante. Peak.
Espero lo disfruten así cómo yo lo hice escribiéndolo. Qué maravilla, admitiré.

En fin, pásenla lindo.

Aimée.

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⏰ Last updated: Jan 20 ⏰

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DIET PEPSI͏ ͏ ͏ ͏ ─ ͏ ͏ ͏ ͏ART DONALDSON.Where stories live. Discover now