Terminar en el auto de un tenista retirado no era cómo su noche debía de ir.
Two-shots.
Los personajes mencionados no me pertenecen, la trama sí.
Portada: "Diet Pepsi", Addison Rae.
─ ADVERTENCIA: Diferencia de edad de 12 años entre los personajes. Ligera mención de trastornos alimenticios. Mención de sustancias, tabaco. Palabras altisonantes.
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Las galas no eran su fuerte, ningún evento social que involucrara una etiqueta de por medio lo era. Le cansaba escuchar a su representante decir que era necesario, involucrarse con las personas que ahora le rodeaban podrían abrir patrocinios, o cualquier cosa que fuera remotamente buena para abrir paso a su carrera en ascenso. Ella lo consideraba estúpido, una pérdida de tiempo inclusive. No había nada bueno en pavonearse, entregar una bonita sonrisa y fingir que los chistes que salían de bocas ajenas eran remotamente graciosos. Era como una pesadilla pero decirlo en voz alta le cobraría una factura que no estaba dispuesta a pagar. Su mirada sólo identificaba a ciertas personas, algunas famosas, algunas que estaban tras bambalinas. No había nadie con quién pudiera siquiera quejarse de lo aburrido que era el lugar, de lo cansado que era tener que aferrarse a su papel de actriz joven que buscaba con desesperación un protagonismo después de esa película taquillera de la que no estaba del todo orgullosa. "Es el precio de la fama", fue lo que le dijo su madre cuándo tuvo su primer trabajo en la televisión. Un programa infantil. Lo que para ella se suponía que debía ser divertido, terminaba siendo agobiante; exhaustivo para una niña de nueve años que sólo quería quedarse en cama a ver alguna película animada o jugar con su niñera, la única mujer que parecía realmente estar preocupada de su presencia en una jungla cómo lo es Hollywood.
Hollywood. ¿Había un mejor lugar para una chica de apenas veintiuno que ni siquiera sabía qué hacía allí? Probablemente sí. Quizá la universidad, una vida común, una que no involucrara estar bebiendo alcohol a escondidas y darse escapadas con sus co-estrellas para esnifar algo de lo que debía alejarse antes de caer en picada. Era lo que le pasaba a las estrellas jóvenes, esas que tenían mucha exposición a la fama; iban tan alto, lograban rozar el cielo con sus dedos y cuando menos lo esperaban, la caída resultaba espantosa, capaz de arrebatarles todo en un chasquido. No sabía si ese era su destino, encontrar el estrellato y después caer de manera cruel.
El vestido era incómodo. Quizá no tan apropiado. Odiaba el rojo, pero su estilista dijo que era lo mejor, que debía lucir un poco más de ella misma pero ella no estaba del todo segura de sí eso había sido la mejor opción. A veces las cosas tan ostentosas resultan tan horrorosas cómo aquello de lo que uno huye en su realidad. Dio un suspiro mientras seguía recorriendo el panorama. Gente vieja; mayormente productores, directores, uno que otro actor con los que había trabajado con brevedad pero nadie con quién sus pensamientos estuvieran a salvo.
Lo mejor era irse.
Lo hizo antes de que su representante la arrastrara a otra conversación que no sabría continuar, o que su madre la tomara del brazo para presentarle con algún ejecutivo del que no recordaría su nombre después de unos segundos. Esa vida era tan asfixiante, tanto cómo el maldito vestido.