7. ¿Quieres dormir conmigo?

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—Chicos porfavor, no es tan malo, se podrían llevar bien—la mamá de Matt habló.
—Con permiso me voy a mi cuarto, no pienso quedarme con...—me miró —Las visitas—giró su cara y al hacerlo, se encontró con las miradas suplicantes de sus hermanitos, que tenían un cubo de 4x4 en sus manos.
—Matt... ¿Puedes ayudarme?  se me complica—dijo uno de los gemelitos.
—Tu puedes, ya te he visto armarlo un millón de veces—le dijo sin mirarlo.
Pude ver decepción en el rostro del pequeño niño, me acerqué un poco para tranquilizarlo, pero el niño solo me giro la cara.
—¡No te acerques! Mi hermano se ha enojado por tu culpa.—
Aún no podía distinguir quien era Aldair y quién Aldo eran demasiado parecidos.
Los pequeños niños se dirigieron hacia la mesa en donde estaban y continuaron armando más cubos.
—Perdónalos, suelen imitar mucho a Matthew—Su madre me dio una sonrisa —Matt, es un poco frío, por eso es que se mete tanto en sus estudios el hecho de que estés aquí puede que haga un efecto en él ¿No lo crees?— me guiñó el ojo.
Sonreí de lado, una parte de mi decía Esto será bastante incómodo y la otra brincaba de emoción por vivir cerca de Matt. Tenía que idear una manera de irnos para digerirlo eran demasiadas cosas en tan poco tiempo.
—Papá, ¿Desde cuándo nos quedaremos aquí? La próxima semana vendremos o...—
—Desde hoy, las cosas las traerán mañana temprano, el restaurante todavía tiene que ser atendido— me interrumpió.
Me quedé boquiabierta, desde hoy... Vivía con Matt.
—Algunas de tus cosas ya están en tu habitación Nadia—una voz interrumpió—Gracias Señora Pérez — dije apenada
—Dime Tegan querida, no hay problema—Me abrazó.
Correspondí al abrazo y me guío hacia mi cuarto. Después de algunas escaleras y algunos pasillos, llegamos.
—Wow...—fue lo único que pude decir.
Mi cuarto era enorme, el techo era blanco, colgaba una lámpara grande,había repisas con peluches coloridos, sin mencionar que había un clóset color chocolate, una mesita de noche y un escritorio, pero lo que mas me había gustado era la cama, estaba enorme y era solo para mi.
Corrí directo a la cama sin importar que Tegan estaba observándome.
Estaba tan blanda que mi silueta se marcaba, pero reaccione y vi a Tegan sonriendo divertida.
—Perdón... Me deje llevar—
—Hazte a un lado preciosa— Seguí sus órdenes, con una sonrisa de oreja a oreja, me hice a un lado.
Solo sentí el impacto cuando salté un poco, las dos nos reímos al unísono.
—Ay, hace tanto que no hacia esto— suspiró .
Se levanto lentamente sin dejar de verme, yo me paré de igual forma, pero esta vez sentí que debía abrazarla.
Ella me acaricio la espalda y me sonrío.
—Será bueno tenerte aquí— me dió una palmada en el hombro y se fue.
Me volví a acostar, pero me pare de golpe.
¡Cielos que le dire a Garret y Marie!
Ellos no sabían nada, necesitaba contárselos, quería gritar a los cuatro vientos que vivía con el amor de mi vida.
Corrí hacia un pasillo, pensé que iba hacia la sala pero me quedé perdida entre tantos pasillos sumándole  mi pésima memoria, me quede en lo que parecía una sala de juegos.
Bien piérdete en la casa en tu primer día, eres excelente Nadia.
Me senté de golpe en uno de los sillones que se encontraban, habían bastantes juegos de mesa y una que otra consola de videojuegos. Esto es demasiado, es increíble como tienen tantas cosas.
¿De qué trabajará el papá de Matthew?
De repente se abrió una puerta que estaba en el pasillo, me sobresalte por que salía humo de la habitación, me paré y me fui acercando poco apoco.
Eso fue hasta que vi a una figura masculina salir de ahí, casi se me cae la cara de vergüenza; Era Matthew tenía el cabello mojado, se lo secaba con una toalla mientras levantaba los brazos que dejaba ver su torso entero. Llevaba una toalla azul enredada en sus caderas. Sentí como mis mejillas se empezaban a calentar y mi baba amenazaba con salir echa cascada.
Lo miré de arriba abajo, tragué saliva, hasta que el hablo.
—Si te gusta lo que ves, puedes tomarme una foto—se puso enfrente de mi.
—Yo... iba a la cocina— logré decir.
—¿Quieres que te crea?—me miró
—S-Si—tartamudeé
En un movimiento rápido, me tomo de los brazos y me estampo contra la pared, sus brazos quedaron en mis costados, se agachó para mirarme a los ojos, caían gotas de su pelo mojado y aún se sentía el vapor del baño.
Debo de estar soñando, si debo de estarlo.
—¿Ves?— me señaló la puerta por la que acaba de salir— Ese baño es mío, y la puerta que esta frente es mi habitación.- río pícaramente.
—No tenía ni idea, de verdad... me distraje y termine aquí— intenté no sonar tan nerviosa.
Acercó poco a poco su rostro al mío hasta que  nuestros labios quedaron a milímetros, podía sentir su respiración
A esta altura estaba demasiado nerviosa pero no podía permitirle que viera control sobre mi.
Hace un par de horas me corregía mi carta y ahora estaba a milímetros de mis labios.
Giré mi cabeza del lado y mascullé un "Aléjate".
Con su mano derecha tomó mi rostro para que quedara de nuevo recto, se acercó y sentí su cabeza a lado de la mía.
—¿Quieres dormir conmigo—susurró cerca de mi oído.
Mis ojos se abrieron como platos, sentí como mis mejillas se enrojecían.
¡¿Qué diablos me acaba de pedir?! Seguro tiene problemas mentales, es decir primero es uno y después....
Mis pensamientos fueron interrumpidos por una fuerte carcajada.
—Jajaja ¡DEBISTE VER TU CARA!—río mas —Vaya ¿En verdad pensaste que quería dormir contigo?— sonrió de oreja a oreja.
Entonces sentí unas tremendas ganas de golpearlo, pero no lo hice.
Debiste hacerlo tonta, ¡te están dejando en ridículo de nuevo!
—Eres un estúpido—levanté la mirada y tomé fuerzas para empujarlo lejos de mi.
Su risa cesó, siguiente de esto se cruzó de brazos.
—No puedes decirle a nadie que vivo en el mismo techo que tú, mientras que estemos en la escuela, no me hablarás, ni nada, nuestras vidas seguirán igual.—
—Tu y yo no somos nada, fuera o no de la escuela— bufé
—Me gusta tú actitud— camino hacia su habitación al llegar paro en seco —Y no quiero más cartas ¿está bien?— dijo sin mirarme, entró a su habitación de un portazo.
De nuevo sentí que mi corazón se partía pero así es él y lo acepto tal cual es.
Me quedé unos momentos ahí, pensando en lo que había pasado y en lo mucho que me gusto tenerlo tan cerca de mi.
Después de diez minutos, encontré mi habitación sin pensarlo me arrojé en la cama, tomé las sabanas para enredarme en ellas, mis ojos se sentían pesados.
—Te odio, Matthew—susurré y entonces cerré mis ojos para dormir.

Beso Robado||Matthew Espinosa||©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora