—Te dije que eran las mejores de Dublín.
Y no mentía. Estaban cojonudas, todas las mitades, y terminamos tirados en el sofá de casa tratando de procesar lo hinchados que teníamos el estómago y mirando una película bastante mala. Al terminar, me miré la muñeca, pero recordé que ya no había ningún reloj de cien mil dólares ahí, así que saqué le móvil y encendí la pantalla. Ya eran más de la una y media. Alcé las cejas con sorpresa y miré a Kai totalmente recostado, con una cerveza a medio beber en la mano, expresión adormilada y con solo unos pantalones cortos de deporte puestos. Hacía una noche templada, pero él ni había dudado en desvestirse y ponerse cómodo mientras me invitaba a hacer lo mismo si lo deseaba; sin embargo, yo me había quedado totalmente vestido y en una esquina del sofá.
—Tengo que volver, Kai —le dije—. Ya es bastante tarde. Él giró el rostro y arqueó las cejas.
—¿No te quedas a dormir? —preguntó con total naturalidad.
Entreabrí los labios y solté un «emh...» mirando hacia un lado como si tuviera que encontrar la respuesta escrita en la televisión. No había pensado en quedarme a dormir y no estaba demasiado seguro de si sería una buena idea, o de por qué eso me estaba haciendo sentir tan incómodo. Kai debió notar mi indecisión y se acercó bastante a la naturaleza de mis dudas porque me dijo con voz seria:—Beom, no va a pasar nada.
Cerré los labios y respondí a su mirada fija de ojos más verdosos que azules con las luces del techo. Asentí, y entonces fruncí el ceño y negué con la cabeza.
—Lo siento, Kai, no quería... es solo que estoy un poco estúpido últimamente —reconocí—. Le doy muchas vueltas a las cosas, yo... Perdona —repetí, forzando una sonrisa con los labios que terminó convirtiéndose en una mueca un poco arrepentida.
Kai alargó una mano y rodeó la mía sin dejar de mirarme.
—Beom, quizá no lo sepas —puso expresión triste y bajó un momento la mirada a nuestras manos antes de volver a mis ojos—, pero me pones muy cachondo. Lo sé, sé que te cuesta creerlo —insistió, fingiendo estar apesadumbrado con todo aquello—. Yo tampoco lo entiendo, no sé si es que eres jodidamente guapo o que tienes un cuerpo terrible con un culo... un culo en el que hundiría la cara hasta ahogarme. Pero sí —terminó confesando—. Si ahora me dices que el soldado Kai tiene que cumplir su deber en el frente, te aseguro que iría de cabeza a defender su orgullo irlandés.
Escuché todo aquello con una expresión tranquila, una ceja levemente arqueada y una ligera sonrisa en los labios.
—¿En esta historia el «soldado Kai» es tu polla o tú? —pregunté—.Porque a veces lo usas para ambos y es confuso.
—Mi polla —afirmó él, cabeceando un par de veces—. Por eso dije:«orgullo irlandés».
—Entiendo —asentí.
—Sí —murmuró él—, pero sé que no es el momento y quiero que sepas que no estoy intentando meterte en la cama o tratando de convencerte para follar ni nada de eso.
—No pienso eso, Kai —negué al momento, sintiéndome estúpido con todo aquello y por dudar de Kai—. Es solo que... por alguna razón me pone un poco nervioso, no es mi mejor momento y me preocupa que..
—No te preocupes por mí... ni por nadie —me pidió, dándome un leve apretón en la mano—. Ahora tienes que preocuparte por ti mismo y ser egoísta, Beom. Ya le has dado a los demás todo lo que tenías que darles, y si no lo han querido apreciar, ha sido solo su puta culpa.
Nos quedamos mirándonos en silencio mientras a mí se me humedecían ligeramente los ojos. ¿Era posible que incluso tras lo que me había hecho Yeonjun , yo todavía le guardara un profundo sentido de la fidelidad? Que me produjera vértigo pensar en quedarme con Kai en la cama, o acercarme demasiado a él, porque sabía que eso le dolería mucho a Yeonjun ... Joder, a veces mi mente daba miedo.
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El jefe | Yeongyu
FanfictionEl señor Choi devora todo a su paso, y tal vez su nuevo asistente sea su siguiente presa. Adaptación
