Me reí y asentí, aceptando la invitación sin darle mayor importancia.
—¿Tienes que ir con traje o algo así?
—No, es una entrevista. Iré con camisa y pantalón de vestir, formal, pero no demasiado —y de pronto pensé: «Elegante... pero delicioso» y se me escapó un bufido antes de negar con la cabeza. Era increíble las gilipolleces que había hecho por Yeonjun —. ¿Y a ti qué tal te ha ido la vida últimamente, Kai? —le pregunté, ladeando el rostro para mirarle casi por el borde de los ojos—. No me has contado nada.
—Ya sabes, normal —se encogió de hombros—. En el veterinario, el pub, con el equipo... lo de siempre —concluyó.
Asentí un par de veces mientras volvía la vista al frente.
—Entonces no te preguntaré por todos esos tatuajes nuevos —murmuré, diciendo mucho sin decir concretamente nada.
—Son solo tatuajes, Beom —respondió con un tono más serio y bajo del que solía usar—. No les des tanta importancia.
Volví a asentir y dejé el tema, volviendo a aquel silencio compartido y agradable. Yo ya no era la persona que perdía el tiempo preocupándose por él, cuando él no hacía más que esconderse más y más de mí. Me limité a recostar la cabeza, cerrar un poco los ojos y coger una bocanada de aquel aire templado de principios de verano.
—¿Qué te parece si pasamos por la pizzería de camino a casa y ya las pedimos allí? —me preguntó, echándome un rápido vistazo—. Así miras la carta y decides si quieres algo en especial. Son caseras, nada de esas mierdas de precocidas, la masa la hacen ellos y llenan bastante. Yo suelo pedir una mediana y me sobra un trozo o dos, así que imagínate —y sonrió un poco, volviendo a mirarme.
Conocía las señales de Kai, así que le devolví la sonrisa y asentí, demostrándole que no estaba ni molesto ni enfadado porque no quisiera compartir sus problemas conmigo. Él dejó de apretar tanto el volante con la mano y apoyó la cabeza en el respaldo, conduciendo, como siempre hacía, con su otro brazo en la ventanilla.
La famosa pizzería era un pequeño local en Dumcondra, cerca del río, en un barrio ligeramente al noroeste de Dublín. No había muchas mesas donde sentarse porque la gente hacía cola esperando su turno; así que tuve quince largos minutos para repasar la lista infinidad de veces antes de pedirnos dos medianas mitad y mitad cada una: especial de la casa, pepperoni, mediterránea y barbacoa. Cuando fuimos a pagar, me negué en rotundo a que Kai se hiciera cargo del total. Las pizzas debían saber a puto cielo si valían treinta euros cada una.
—Beom, joder, déjame invitar. Ahora soy yo el único que trabaja de los dos —lo que terminó con la breve discusión. En el pasado yo había usado la misma excusa para invitar a Kai cuando él no tenía dinero a final de mes.
Esperamos media hora por las pizzas, pero no se hizo pesado, ya que salimos del local para pasarnos por un supermercado que cerraba tarde y comprar un pack de cervezas y papelinas de tabaco de liar. Entonces fuimos hacia el río y nos sentamos en la hierva de la pequeña ladera que descendía hacia el agua, como un par de adolescentes, mientras nos bebíamos una lata cada uno.
—Hacía mucho que no tenía un día como hoy —me dijo él tras un largo silencio. Miraba al río y sujetaba la cerveza entre las manos, con las piernas dobladas y los hombros algo caídos.
Bebí un trago y asentí, saboreando el sabor amargo antes de responder:—Yo tampoco —reconocí—. Lo echaba mucho de menos.
Cuando llegó el momento, volvimos a por nuestras pizzas y subimos al coche, que enseguida se llenó de un delicioso olor caliente y un poco grasiento. Resoplé un poco, sintiendo como un hambre repentina me atenazaba el estómago. Kai sonrió bastante.
CITEȘTI
El jefe | Yeongyu
FanfictionEl señor Choi devora todo a su paso, y tal vez su nuevo asistente sea su siguiente presa. Adaptación
FC&A
Începe de la început
