×~|•|~Leatherface~|•|~×

~|•|~Cap 4~|•|~

Sabes que Thomas pronto pondrá fin a vuestro juego, las líneas tensas de sus hombros y la forma en que cierra los ojos son una señal de que está llegando a su límite, que si ustedes dos no paran ahora, no podrán parar, pero eso es exactamente lo que quieres.

Estás cansada de contenerte, de este constante acoso que tienes que soportar cuando estás en su presencia y cada día se hace más difícil. Justo ayer por la tarde, el tío Charlie roció a Tommy con la manguera, diciéndole que estaba sucio y que necesitaba quitarse esa ropa antes de entrar. Verlo desvestirse junto a la puerta trasera para que pudieras poner su ropa a secar en el tendedero casi te provocó un golpe de calor, y si la sonrisa lasciva de Charlie fue una pista, juras que lo hizo a propósito en un intento de irritarte. Saliste corriendo antes de pecar allí mismo en el patio, el recuerdo de la camisa de Thomas pegada a sus brazos, su pecho reluciente por el agua te había acompañado hasta bien entrada la noche.

Entonces, antes de que Tommy detenga tu rollo de paja, haces tu movimiento. Te levantas el vestido más allá del pecho y te expones ante él, puedes ver su respiración entrecortada en su pecho, esto se estaba convirtiendo rápidamente en lo más lejos que habían llegado ustedes dos.

—Sólo mírame, Tommy, mírame —dices sin aliento.

Y lo hace, se sienta en cuclillas como un depredador, su polla hinchada tirando contra sus pantalones e imaginando solo una probada, tu lengua sale disparada para humedecer tus labios, su mirada fija en el movimiento.

Te quitas las bragas de las piernas y sumerges los dedos brevemente en tu agujero húmedo, acumulando grasa para frotar tu clítoris. Al primer toque, dejas escapar un suspiro tembloroso y ves cómo sus hombros se mueven.

Empiezas a frotar tu clítoris a un ritmo intenso, ya excitada por las caricias intensas anteriores, sin romper ni un momento el contacto visual con Thomas mientras lo haces. Con cada gemido que ahogas, ves que sus ojos se oscurecen con el deseo respirando con la boca abierta como si pudiera sentir tu aroma en el aire. Cuando finalmente deja que su polla se libere, dejas escapar tu gemido más fuerte hasta ahora. Es mejor de lo que jamás imaginaste. Su polla es gruesa y pesada, colgando ligeramente por su propio peso, pero aún innegablemente firme. Se curva ligeramente y te imaginas que si estuviera dentro de ti, rasparía contra tus paredes de una manera que nunca has podido hacer solo con tus dedos.

Thomas agarra su polla con firmeza y le da unos cuantos tirones, sus ojos alternan entre beber con avidez la vista de tu expresión de felicidad y tu coño chorreante. Mueves las caderas, desesperada por presionar tu clítoris contra tus dedos y Thomas sacude su longitud aún más rápido, frotando su punta y esparciendo su líquido preseminal en su mano.

Dios, deseabas que fueras tú quien lo tocara.

Thomas se pone de rodillas y, tras una breve vacilación, empieza a acercarse a ti. La imagen de él arrastrándose hacia ti de rodillas con su miembro chorreante en la mano hace que tu coño se apriete y dejes escapar un gemido. Retiras los dedos de tu clítoris y sientes el calor que irradia su polla mientras se coloca encima de ti, con las piernas abiertas alrededor de su cintura y las caderas ligeramente elevadas y apoyadas sobre sus muslos.

La punta presionó vacilante contra tu clítoris y tu gemido llenó el pequeño espacio antes de que pudieras reprimirlo. Esto fue mejor de lo que esperabas y se sintió como si estuvieras presionando contra los límites que el señor había establecido para ti. Los ojos de Tommy encontraron los tuyos en busca de tranquilidad, preguntando sin palabras: "¿Crees que esto está bien?"

Encuentras suficiente comprensión en tu cerebro aturdido por la lujuria para llegar a una respuesta coherente: "Debería estar bien, creo", tartamudeas, "quiero decir, no es como... no es como si lo estuvieras poniendo así, debería estar bien".