×~|•|~Leatherface~|•|~×

~|•|~Cap 2~|•|~

Labios, cabello y cuero suave se deslizaron por tu piel mientras él pasaba su rostro por tu pecho. Luego su rostro se dirigió hacia tu axila, donde un movimiento de su lengua te hizo estremecer y temblar. Su lengua salió de nuevo. Succionó ligeramente la delicada piel dentro de su boca antes de soltarla con un suave gruñido.

Hizo una pausa y se apartó. Se giró para situarse detrás de tu cabeza y luego llevó las manos a tus pechos. Bajó la boca hasta tu cuello y te lamió. Su cabello cayó sobre tu nariz y olía a humo y metal.

Parecía saborear el gusto de tu piel. Lamió más tiempo, con más fuerza, el músculo fuerte y resbaladizo de su lengua empujando tu yugular. Sentiste una oleada de excitación y vergüenza. Él probó el otro lado de tu cuello y tarareó de satisfacción. El latido entre tus piernas te hizo estremecer.

Pasó la lengua por tu pecho para lamer tu seno. Aplanó la lengua para lamer tu pezón y luego comenzó a succionarlo. Una cosa estaba clara: no lo hacía para que lo disfrutaras. Estaba completamente absorto en lo que estaba haciendo. Ni siquiera te miró a la cara. No podías estar segura de si era por placer o por curiosidad. Gimió en tu pezón y supiste que debías haber estado eyaculando sobre la mesa.

Después de unos segundos, se apartó de tu teta y comenzó a oler el aire. Caminó un poco más alrededor de la mesa y se detuvo en tus pies encadenados, mirando hacia arriba entre tus piernas abiertas. Encontró la fuente. Sus manos empequeñecieron tus muslos mientras los separaba aún más. Luego se frotó con un dedo grueso, rozando solo tus pliegues mientras tomaba un poco de ti de la mesa y se lo llevaba a la boca.

—Mmm —murmuró en voz baja, mirando entre tus piernas. Se lamió el dedo otra vez y sus ojos buscaron el aire con curiosidad. Luego agarró tus muslos y colocó sus pulgares sobre tus labios exteriores, abriéndote de par en par. Su pesada tripa reposó sobre la mesa entre tus pies mientras se inclinaba hacia delante. Cuando bajó la boca hacia tu coño, te retorciste y sentiste otra oleada de vergüenza.

Su aliento estaba caliente en tu coño, luego sumergió su lengua y te tensaste. 

Lamió tu entrada y el placer físico te hizo exhalar y relajarte, mientras que tu miedo permaneció. Lamió y chupó, y tu gemido resonó antes de que pudieras intentar cortarlo. Tu pecho estaba caliente de vergüenza, pero si escuchó el sonido, lo ignoró.

Se alimentó de tus jugos como un animal hambriento. Chupó y sorbió, y hundió sus labios y su lengua en busca de más. Los sonidos de chapoteo y gorgoteo eran obscenos entre tus piernas. Cerró los ojos y hundió sus dedos en tus caderas mientras se daba un festín.

La máscara de cuero te empujó el clítoris y te hizo levantar las caderas hacia su boca. Él llevó una mano a tu vientre inferior para mantenerte quieta. Luego su lengua se hundió en ti. Susurraste: "buen chico", y todo tu cuerpo se sintió débil de vergüenza.

Hizo una pausa, levantó la vista y repitió la acción. Era cierto, una parte de ti lo acogió con agrado, por más miedo que tuvieras. En cualquier caso, el calor y la presión que se acumulaban en tu estómago tendrían que liberarse en algún momento.

Te folló con su lengua, empujando tu clítoris con el suave cuero, y tuviste que recordarte a ti misma que debías respirar. Nunca te habían comido con tanta voracidad. Él gimió en tu coño y la tensión era demasiada para contenerla. Gemiste cuando comenzaste a latir y te estremecer. Su lengua se detuvo cuando la apretaste. Luego continuó. Tu espalda se arqueó mientras él te chupaba todo, tragando cada gota que podía encontrar. A medida que tu clímax se desvanecía, tomaste respiraciones lentas y profundas.

Finalmente, aminoró el paso. Pareció nervioso por un momento, luego su mano desapareció de tu muslo. Apartó la cara y la máscara de cuero estaba empapada y brillante. Luego se quitó el delantal. Cuando se levantó para dejarlo a un lado, la protuberancia en sus pantalones hizo que se te cortara la respiración y que te revoloteara el ano.