Chapter Thirty

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Los días siguientes al descubrimiento de la infidelidad de William fueron un torbellino de emociones para mi

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Los días siguientes al descubrimiento de la infidelidad de William fueron un torbellino de emociones para mi. El dolor de la traición estaba presente, pero junto a él, también había una creciente claridad sobre mis sentimientos hacia Malachi. Mientras el tiempo pasaba, empecé a notar cómo esos sentimientos evolucionaban y se volvían más profundos.

Yo sabía que antes de poder explorar sus sentimientos por Malachi, tenía que cerrar el capítulo con William. Llevaba un par de días ignorándole por completo hasta que un día, decidí que era hora de enfrentar la situación de frente. Cite a William en un café tranquilo y se armó de valor para tener la conversación que había estado evitando.

-William, necesitamos hablar-dije,con mi voz firme pero suave.

William me miró, notando la seriedad en mi expresión. -¿Qué pasa, Madelaine?-

Tomé un respiro profundo. -Sé que me has estado engañando. Te vi con esa chica el otro día.-

William quedó en silencio, su expresión pasó de sorpresa a culpabilidad. -Madelaine, lo siento tanto. Fue un error.-

Yo simplemente negué con la cabeza. -No, William, no fue solo un error. Fue una traición. Y me hizo darme cuenta de que, aunque alguna vez pensé que te amaba, mis sentimientos han cambiado. Esto ha sido una llamada de atención. No podemos seguir juntos.-

William intentó protestar, pero lo interrumpí -No, no hagas esto más difícil.-

Con esas palabras, me levanté y salí de aquel lugar, sintiéndome aliviada pero también un poco triste. Sabía que había tomado la decisión correcta, aunque había sido dolorosa.

En los días siguientes, sentí una mezcla de liberación y anticipación. Cada vez que veía a Malachi, mis sentimientos por él parecía que se volvían más claros. Malachi, por su parte, seguía siendo mi apoyo constante, sin presionar ni apresurar nada.

Una tarde, mientras estabamos en el set, ambos teníamos un descanso entre tomas. Estábamos sentados en una esquina tranquila, hablando de cosas triviales. Malachi, como siempre, logró hacerme reír con una de sus historias. Creo que me di cuenta de que, en esos momentos, se sentía más feliz y en paz que en mucho tiempo. La calidez y la sinceridad de Malachi eran algo que nunca había experimentado con tanta intensidad.

A medida que los días pasaban, comencé a buscar más la compañía de Malachi. Cada conversación, cada sonrisa compartida, cada pequeño gesto de apoyo, fortalecía mis sentimientos. Note cómo mi corazón latía más rápido cuando él estaba cerca y cómo una sensación de felicidad me envolvía cuando él le prestaba atención. Era como si una parte de mi, que había estado dormida, se estuviera despertando lentamente.

Un día, después de una larga jornada de filmación, Malachi la invitó a dar un paseo por el parque cercano. Mientras caminaban, hablaron de sus sueños, miedos y aspiraciones. Malachi compartió historias de su infancia y yo me di cuenta de lo poco que sabía sobre los detalles más personales de su vida. Esa noche, mientras nos despedíamos, sentí algo diferente, cómo una conexión. Era como si cada conversación y cada momento juntos me acercaran más a él.


Me desperté temprano esa mañana, los primeros rayos de sol se filtraban a través de las cortinas del hotel, llenando la habitación con una suave luz dorada. Me estire en la cama, dejando que el calor de las mantas me envolviera por unos momentos más antes de levantarse. Decidida a comenzar el día con energía, me dirigí al baño para tomar una ducha.

El agua caliente me despertó por completo, relajando mis músculos y despejando la mente. Mientras se duchaba, pensaba en los últimos días y cómo mis sentimientos por Malachi habían evolucionado.

Al salir de la ducha, me envolví en una toalla y me dirigí al armario para elegir la ropa. Entre todas las prendas, una sudadera en particular llamó  mi atención. Era la sudadera que Malachi me había regalado hacía un mes, una pieza cómoda y cálida que siempre  me había gustado. Sonreí al verla y decidí por ponérmela. Mientras la ajustaba, recordé el momento en que Malachi me la dio.

Vestida con la sudadera y unos jeans cómodos, baje al comedor del hotel para desayunar. El lugar estaba lleno de compañeros de rodaje y miembros del equipo. La atmósfera era animada, con el bullicio de las conversaciones y el sonido de los utensilios contra los platos.

Mientras me servía un café, vi a Malachi sentado en la mesa del comedor. Él parecía haberme visto primero y me lanzo una sonrisa amplia al verme. Cuando finalmente me acerqué.

-Hey, mi ex sudadera.- dijo en un tono bromista

Me limite a reír y le respondí con una sonrisa traviesa -Así es. Creí que la había perdido para serte honesta-

Malachi hizo un gesto para que quedara sentada junto a él.-Me alegra ver que la encontraste. Te queda muy bien.-

Simplemente me senté y comencé a servir un poco de fruta y yogurt. La comodidad y la familiaridad entre ellos la hacían sentirse bien. -Gracias, Malachi. Es una de mis favoritas.-

Mientras desayunábamos, hablábamos de cosas triviales, riéndo y disfrutando de la compañía del otro. Cada vez que Malachi hacía un comentario ingenioso, me se sentía más ligera, como si todas las preocupaciones se desvanecieran temporalmente.

A medida que el comedor se llenaba de más personas, la conversación entre ambos se volvió más íntima. Malachi preguntó cómo me sentía después de todo lo que había pasado con William.Yo fui  honesta y le conte cómo había sido difícil al principio, pero que ahora sentía más libertad y con claridad sobre lo que quería en su vida.

Malachi escuchó atentamente, sus ojos llenos de comprensión y apoyo. -Me alegra oír eso, Madelaine. Eres fuerte y valiente, y mereces ser feliz.-

Las palabras de Malachi me conmovieron profundamente. Sabía que con él podía ser ella misma, sin pretensiones ni miedos. Mientras lo miraba a los ojos, sentía algo que jamás había sentido.

La mañana transcurrió en una mezcla de risas y conversaciones sinceras, sabía que estaba en el camino correcto. Con Malachi a mi lado, todo parecía más sencillo y lleno de posibilidades.

 Con Malachi a mi lado, todo parecía más sencillo y lleno de posibilidades

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