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Henry


No sabría decir cómo lo conseguimos sin ser vistos, pero llegamos a la puerta de su habitación entre besos apresurados y empujones apasionados. Supongo que mi rol de seguridad acabó en el mismo momento en el que el primer hijo de Estados Unidos buscó mi lengua con la suya.

- ¿A tu habitación? - murmuré cuando conseguí pensar con claridad por primera vez en un buen rato.

- Ajá, que listo eres - respondió con burla.

Tiró de la corbata de mi traje para que lo siguiera, pero volví a frenarnos.

- Espera. No podemos hacer eso ahí; eres el hijo de la Presidenta...

"Y sobre todo, porque tu habitación tiene micros y cámaras por todas partes"

- ¿Ahora me vas a decir que eres un miedica? - se va desabotonando botón por botón provocando que mi boca comience a salivar - pensaba que te iría el peligro...

"Si supieras"

Sin embargo sus manos volvieron a mi corbata y su boca, ávida y aventurera, acabó en mi cuello. No pude hacer mucho más que emitir un gemido ahogado cuando su lengua recorrió un camino directo por mi piel.
Además, Alex acaba de poner, sin vergüenza alguna, su mano en mi entrepierna y yo me siento arder. Me quema. La ropa me quema.

No sabría describir qué me encendía más de todo aquello. Si que el hijo de la presidenta de Estados Unidos me estuviera toqueteando por encima del pantalón la erección que él mismo había provocado en mí, o que realmente aquel joven no tuviese ningún sentido de la vergüenza.

- Joder, Alex.. - susurré sin darme cuenta de que lo había llamado así por primera vez en voz alta. Y por la sonrisa que me dedicó, no pareció molestarle.

- ¿Vienes o no?

Dejó de tocarme con una rapidez abrumadora, haciendo que mis ojos se abrieran de par en par buscando explicaciones. Su sonrisa ladeada prometía algo que todavía no estaba seguro y su espalda quedó apoyada en su puerta. Su mano estaba en el pomo, dispuesta a abrir la puerta. Y yo tan sólo tenía que decidir algo muy sencillo. Entrar o no entrar.

- Pero...

No se me quitaba de la puta cabeza que si entraba en esa habitación, mi jefe y todo el equipo de seguridad del CNI serían testigos de lo que hiciéramos aquella noche. Mi cabeza echaba humo de tanto pensar. Incluso si me lo llevara al ángulo muerto que sabía que existía en su vestidor, nos escucharían.
Entonces Alex adelanta de nuevo su mano hacia mi paquete empalmado y vuelve a retomar ese movimiento sin dejar de mirarme a los ojos mientras se muerde la boca. Y... y yo me cago en mi vida...

- Joder, vale - claudico - que sea lo que Dios quiera.

- Mejor dejemos a Dios apartado de lo que vamos a hacer ahí dentro.

Podría decirse que desconecté. Por primera vez en todos estos años trabajando, dejé tras el umbral al espía para ser por unas horas el hombre que era en realidad. Entramos a su habitación a tientas, todo estaba tan oscuro que apenas se lograba vislumbrar dónde estaba la cama aunque yo ya lo sabía de memoria de todas las veces que me había colado en esa habitación para colocar todos los micrófonos que ahora nos delatarían.

MISION ORION // TAYNICK // HENRY Y ALEXWhere stories live. Discover now