la salida, ¿o no?

1 0 0
                                    

Capítulo 24

Con Zara en mis brazos, mi corazón latía con fuerza, impulsado por la adrenalina y el miedo que se aferraban a cada rincón de mi ser. Salir de ese lugar se volvía una obsesión, una necesidad que se imponía sobre cualquier dolor físico o emocional.

Al salir de ahí, me encontré en una sala inesperada, repleta de monitores y cámaras que vigilaban cada rincón de aquel laberinto infernal. Los trabajadores del piso llevaban trajes de color blanco, algo peculiar y que llamaba la atención en medio de la tensión que se respiraba. Estos trajes no parecían ser simples uniformes, sino más bien una protección contra algo desconocido que acechaba en ese lugar.

Decidí que necesitaba dos de esos trajes, uno para mí y otro para Zara. Caminé con cautela entre los monitores, tratando de no llamar la atención de los trabajadores. No sabía qué podrían hacer si nos descubrían, pero prefería no averiguarlo.

Finalmente encontré un área donde estaban guardados los trajes. Eran ligeros, flexibles pero resistentes, con una textura suave al tacto. Al ponerme uno, me sentí un poco más protegido, como si ese traje fuera mi escudo contra los peligros que nos rodeaban.

Tomé otro traje y lo coloqué con cuidado alrededor de Zara, asegurándome de que estuviera cómoda a pesar de la situación. Su rostro tranquilo, a pesar de todo, me daba fuerzas para seguir adelante.

Con los trajes puestos, continuamos nuestro camino por aquel laberinto de puertas y pasillos. Cada paso era un desafío, cada esquina podía ocultar una sorpresa desagradable. Pero no podía detenerme, no cuando tenía a Zara dependiendo de mí.

El tiempo parecía dilatarse en aquel lugar opresivo. Los sonidos de los pasos resonaban en mi cabeza, mezclándose con el latido acelerado de mi corazón. Cada puerta que abría era una apuesta, una posibilidad de encontrar una salida o caer en una trampa mortal.

Encontramos una sala con varias computadoras. Las pantallas mostraban planos del edificio, datos de seguridad y registros de actividad. Aquel lugar estaba más vigilado de lo que imaginaba, lo que dificultaba aún más nuestra huida.

Decidí tomar un momento para revisar los registros en busca de alguna pista que nos ayudara a salir. Zara descansaba en una silla cercana, suspirando con cansancio pero manteniendo la determinación en su mirada.

Las horas pasaban lentamente mientras analizaba cada dato. Encontré algunos accesos restringidos que podrían ser nuestra oportunidad de escape, pero también eran los más vigilados. La presión aumentaba a medida que el tiempo se agotaba y las opciones se reducían.

Finalmente, tomé la decisión de arriesgarnos por uno de esos accesos. Nos pusimos en marcha, con Zara apoyándose en mí debido al dolor en su pie herido. Cada paso era una lucha, pero sabíamos que no teníamos otra opción.

Al llegar al acceso restringido, nos enfrentamos a un sistema de seguridad sofisticado. Utilicé todos mis conocimientos para burlar las barreras y abrir la puerta. El silbido del aire al abrirse reveló un pasillo oscuro y desconocido.

Sin dudarlo, nos adentramos en ese pasillo, dejando atrás la sala de monitores y la seguridad opresiva. Cada paso nos acercaba un poco más a la libertad, pero también aumentaba la incertidumbre sobre lo que encontraríamos al final de ese camino.

La oscuridad del pasillo era como un abrazo frío, pero también nos brindaba cierta sensación de anonimato y seguridad. Seguíamos avanzando, guiados por la esperanza de encontrar una salida definitiva, un lugar donde pudiéramos dejar atrás todo aquel horror.

El eco de nuestros pasos resonaba en las paredes desnudas, creando una atmósfera casi surrealista. A cada giro de esquina, esperábamos encontrar la luz al final del túnel, un indicio de que estábamos cerca de la libertad que tanto ansiábamos.

Adán: ¿Hijo De Dios, O Del Demonio? © Primer Libro [Terminado]Where stories live. Discover now