escapa de las ventilaciones Adán.

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Capítulo 22

Con dificultad, me deslicé por el conducto de ventilación, cuyas paredes estaban cubiertas de una capa gruesa de polvo y pequeñas telarañas que cosquilleaban mi piel. Cada movimiento era un esfuerzo agotador debido a mi pie torcido, que emitía punzadas de dolor con cada impulso.

El conducto era estrecho y claustrofóbico, apenas lo suficientemente grande como para permitirme arrastrarme. La oscuridad era abrumadora, apenas rota por la tenue luz que se filtraba a través de las rejillas de ventilación en el techo. El aire era rancio y pesado, cargado con el olor metálico del conducto oxidado.

Cada vez que avanzaba, el sonido de mis ropas raspando contra el metal resonaba en el túnel, aumentando la sensación de inquietud y ansiedad que me embargaba. El eco distorsionado de los pasos del guardia resonaba detrás de mí, mezclándose con el sonido de mi propia respiración entrecortada por el esfuerzo.

Las paredes del conducto estaban marcadas con manchas de óxido y pequeñas grietas, testigos del paso del tiempo y la falta de mantenimiento. A medida que avanzaba, las irregularidades del conducto dificultaban mi avance, obligándome a moverme con cuidado para evitar empeorar mi lesión.

Cada vez que pensaba en detenerme y descansar, el recuerdo de las amenazas del guardia resonaba en mi mente, impulsándome a seguir adelante a pesar del dolor y la fatiga. La determinación de escapar era lo único que me mantenía en movimiento, a pesar de las adversidades que encontraba en mi camino a través de la estrecha y agobiante ventilación.

El conducto de ventilación era un laberinto de metal oscuro y oxidado. Al arrastrarme por él, podía sentir el frío y áspero contacto del metal contra mi piel, y cada movimiento me recordaba la incomodidad de la posición. El olor que emanaba de la ventilación era una mezcla desagradable de humedad, polvo acumulado y un ligero tinte metálico que irritaba mis fosas nasales.

El eco de mis pasos y el sonido de mi respiración agitada reverberaban por el conducto, creando una atmósfera de tensión y ansiedad. Cada vez que me detenía para escuchar, podía percibir el lejano sonido de los pasos del guardia, lo que me impulsaba a continuar mi escape con mayor determinación.

Las paredes del conducto estaban marcadas con manchas de óxido y pequeñas grietas que se extendían a lo largo de su longitud. En algunos puntos, la ventilación se estrechaba aún más, obligándome a moverme con precaución para no atascarme. La oscuridad era casi total, solo interrumpida por las esporádicas rejillas que dejaban pasar algo de luz desde el exterior.

A medida que avanzaba, el olor a humedad se intensificaba, mezclado con un ligero olor a humo que me hacía toser de vez en cuando. Cada esfuerzo por avanzar se volvía más agotador, pero la urgencia de escapar y la adrenalina seguían impulsándome hacia adelante.

Finalmente, encontré un punto donde el conducto se ampliaba ligeramente, formando un pequeño espacio donde podría ocultarme temporalmente. Me acomodé allí, tratando de controlar mi respiración agitada y escuchando atentamente cualquier indicio de la presencia del guardia que me perseguía.

El silencio opresivo de la ventilación parecía envolverme mientras avanzaba con cautela, tratando de controlar mi respiración agitada. Cada vez que me detenía para escuchar, el sonido de mi corazón latiendo rápido y fuerte se mezclaba con el eco lejano de los pasos del guardia que me perseguía. El aire dentro del conducto era rancio y denso, como si estuviera impregnado de la tensión y el miedo que sentía en ese momento.

De repente, el sonido de algo metálico chocando contra el suelo me sobresaltó. Levanté la mirada y vi al guardia, con una sonrisa siniestra, sacando la navaja que minutos antes me había herido. Su rostro reflejaba determinación y un toque de malicia mientras se acercaba lentamente, como un depredador acechando a su presa.

Adán: ¿Hijo De Dios, O Del Demonio? © Primer Libro [Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora