EL VACÍO INTERMINABLE

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Zack siempre había sido un joven solitario e incomprendido. Desde pequeño sentía que no pertenecía a este mundo, como si una fuerza cósmica lo arrastrara hacia el vacío más profundo del universo. Un abismo llamándolo, seduciéndolo con sus tinieblas infinitas

"¿Por qué me siento tan fuera de lugar? ¿Qué hay más allá de las estrellas?", se preguntaba mientras contemplaba el cielo nocturno. Sus padres y amigos simplemente no lograban comprenderlo.

Fue tras su decimoctavo cumpleaños que algo cambió dentro de Zack. Un poder indescriptible despertó, fluyendo a través de sus venas como un río de nada líquida. De pronto era capaz de percibir los intersticios más recónditos del cosmos, las grietas y fisuras que conectaban las distintas dimensiones de la realidad.

Lo que Zack no sabía era que él era el heredero del antiguo señor del vacío, Seth, condenado a vagar por la eternidad tras haber abusado de su inmenso poder cósmico. Ahora esa esencia primordial de la nada absoluta habitaba en el joven.

Sus primeros intentos de controlar este nuevo don fueron desastrosos. Con solo pensarlo, Zack podía crear agujeros negros capaces de devorar ciudades enteras.

—¡Dios mío! ¿Qué está pasando? —gritó aterrado cuando un remolino de oscuridad comenzó a tragarse los edificios a su alrededor. El suelo se agrietaba y los autos eran succionados por esa fuerza incontrolable.

O abrir portales dimensionales que transportaban cualquier cosa al vacío atemporal más allá de la existencia. En una ocasión, un autobús repleto de pasajeros simplemente se desvaneció ante sus ojos en un resplandor azulado.

—¡No, no, no! ¡Tengo que cerrar el portal! —gritaba Zack desesperado, sin saber cómo controlar sus nuevos poderes.

Aterrado, Zack huyó de su hogar en busca de respuestas. Vagó durante semanas, siendo testigo de extraños fenómenos relacionados con el vacío que él parecía provocar sin querer. Hasta que finalmente se vio rodeado de una extraña hermandad conocida como Los Vigías, custodios de los secretos del cosmos que protegían la realidad de amenazas como él.

—Eres la encarnación viviente de The Nether, el abismo primigenio del cual todo surge y al cual todo debe regresar —le explicó su líder, un anciano de mirada penetrante—. Tienes el poder de desgarrar el tejido mismo de la creación con solo desearlo.

—¡No, esto debe ser un error! ¡Yo no pedí estos poderes! —respondió Zack aterrado—. ¡Tienen que quitármelos, son demasiado peligrosos!

—Nadie elige su destino, joven Seth. Pero tienes que aceptar la carga que se te ha encomendado o terminarás destruyendo todo lo que amas —replicó el anciano con voz grave.

Zack se negó a aceptar este oscuro legado al principio. Pero los Vigías le mostraron las huellas que Seth había dejado al atravesar la historia de la humanidad, apareciendo como una deidad destructora en diversos cultos. Algunos lo adoraban, otros lo temían, pero nadie podía escapar de su dominio sobre la nada eterna.

—Mira estas ruinas, aquí hubo una antigua civilización que veneraba a Seth, hasta que su codicia por el poder los llevó a despertar su ira —señaló uno de los Vigías—. Nada quedó después de que el vacío absoluto los consumiera por completo.

Las imágenes de esas ciudades reducidas a polvo y cenizas horrorizaron a Zack. Comprendió el inmenso poder destructivo que llevaba dentro y lo frágil que era la existencia ante semejante fuerza.

Finalmente, Zack aceptó su misión. No sería un Dios cruel y despiadado como Seth, sino un guardián que repararía las grietas en la realidad. Cerraría los portales al vacío y contendría el avance de la entropía que amenazaba con consumirlo todo.

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⏰ Last updated: May 12 ⏰

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