05. guess i'll see you in imola

320 118 244
                                    

Caminé por uno de los pasillos de la planta superior del teatro, dejando atrás el sonido de los aplausos y los vítores a los músicos, que parecían no terminar nunca. Nada más salí del baño vi como la sala fue vaciándose a gran velocidad, a sabiendas de que la gente estaba deseosa de ir a la recepción que solían hacer tras cada actuación. Me sentí completamente fuera de lugar al momento de compartir unas palabras con Yusuf Asad, el director de la orquesta. Por primera vez en mucho tiempo, sentí que no pertenecía a este mundo aun cuando no podía dejar de insistir en querer formar parte de él.

La última vez que estuve en una situación como esta fue en Ginebra, con Hanna a mi lado. Ahora, sin ella en todos los aspectos de mi vida, me sentí más solo que nunca. Era una sensación demasiado extraña, una que no sabía explicar con exactitud porque, por primera vez en mucho tiempo, estaba solo, con millones de dudas en la cabeza, pero disfrutando de una libertad condicional que se sentía maravillosa.

"Un viaje de negocios. Lawrence quiere encontrar nuevos patrocinadores", fue lo que le dije a Hanna con ayuda de Britta, quien dijo que me acompañaría. Lo único que había de cierto era eso último. Mi relaciones públicas me acompañó, mas decidió hacerlo únicamente hasta que entrara a la Ópera Estatal de Viena. La excusa que puso es que no le gustaba la música clásica. Nada más dijo aquello, y me miró, supe que estaba mintiendo; unos días antes, me dijo que la italiana solo pudo darle una entrada. Eso no hizo más que hacerme entender que esto había sido un complot para sacarme de mi zona de confort, algo por lo que estaba agradecido pero que, al mismo tiempo, me aterraba.

Con una copa de champán en mi mano para tratar de controlar mis nervios, caminé por la sala, tratando de no hablar con nadie, aunque sonriendo a todo el mundo. No quería prolongar esta farsa más de lo necesario, así que comencé a cavilar una excusa para irme lo antes posible.

Pero entonces, mientras me dirigía hacia una mesa un poco apartada de la multitud, la vi. Alessia Cavalli. No quería acercarme a ella e interrumpir la conversación que parecía estar teniendo un hombre de edad avanzada; ella, sin embargo, en cuanto me vio, alzó su mano, abriendo sus ojos enormemente, despidiéndose del hombre con dos besos a gran velocidad, y viniendo hacia mí de la misma manera:

—¡Señor Vettel, qué alegría verle de nuevo!

—Por favor, Alessia, ya hablamos de dejar a un lado las formalidades la última vez que nos vimos —y también primera, pensé para mis adentros, sin poder dejarle de sonreír—. Llámame Sebastian.

Ella sonrió, sin poder dejar de asentir con su cabeza.

—Lo siento mucho, Sebastian. Me alegra muchísimo verte de nuevo, y también es un placer tenerte otra vez por aquí.

—El placer es mío, Alessia. Muchas gracias por la entrada, de verdad que...

—¡Ni darlas! —me interrumpió, hablando airadamente—. No hay nada que agradecer, de verdad. ¿Te ha gustado el concierto?

Apenas me dio tiempo a contestarle. La ojiazul decidió responderse a sí misma antes de que yo pudiera articular palabra. Comenzó a hacer una crítica más que constructiva y general, destructiva y personal, echándose tierra por encima y comentándome que había actuado realmente mal. No estuve de acuerdo en nada de lo que había dicho: a mi parecer, lo había hecho genial.

—Pero bueno, ya dejo de contarte mis problemas, eso sería mejor que lo comentara con Margarita y los chicos a la hora de hacer el feedback... Pero bueno, ¿qué te trae por aquí? Tiene que gustarte mucho la música clásica para ser esta tu segunda vez viéndonos.

Tomé un sorbo de la copa de champán, tratando de encontrar las palabras adecuadas.

—Pues no mucho. Me apetecía cambiar un poco de aires —respondí casual, tratando de sonar lo más sincero posible.

You've reached the end of published parts.

⏰ Last updated: May 12 ⏰

Add this story to your Library to get notified about new parts!

ADAGIO FOR TWO | Sebastian VettelWhere stories live. Discover now