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Minseok se despertó con la esperanza de que la calidez del cuerpo de Minhyung estuviera junto a él, pero como siempre, el destino parecía tener otros planes para él. 

El sol siempre sale, sí... pero no siempre para Ryu Minseok.

Al abrir los ojos, esperaba encontrar la serena presencia de Minhyung a su lado, quizás con su cabello desordenado por el sueño, pero con esa sonrisa suave y acogedora que siempre adoraba. Sin embargo, lo único que encontró fue un espacio frío y desolador. La cama estaba vacía, las sábanas aún tibias donde el mayor había dormido. Una mirada rápida a su teléfono confirmó el paradero de su coach: un mensaje de Minhyung informándole que había tenido que salir temprano por una reunión urgente del equipo y se disculpaba por no poder despedirse en persona. 

Un suspiro pesado escapó de sus labios mientras se sentaba en la cama, dejando que la realidad de la situación se asentara en su mente. Otra vez más, la ilusión de tener a Minhyung cerca se desvanecía como humo entre sus dedos, dejándolo con la amarga sensación de estar siempre un paso atrás, siempre en la sombra del mayor.

Pero, esta vez, Minseok no se permitió hundirse en la autocompasión por mucho tiempo. Se obligó a levantarse de la cama, a enfrentar el día con la misma determinación que lo había impulsado la noche anterior. Sabía que no podía permitirse debilitarse ahora, no cuando estaba tan cerca de su objetivo final.

Decidió dejar la casa de su coach, pero antes de irse, se tomó un momento para recorrer las habitaciones, dejando que su imaginación se desatara en una fantasía fugaz pero reconfortante. Se imaginó a sí mismo viviendo allí, compartiendo cada rincón de la casa con Minhyung, creando recuerdos juntos que durarían toda una vida. Vio a Minhyung cocinando el desayuno en la cocina, riendo mientras luchaban por el control del control remoto en el sofá de la sala de estar, acurrucados juntos en la cama al final de un largo día, compartiendo confidencias y sueños en la intimidad de su habitación. Fue un momento de pura fantasía, un oasis de esperanza en medio del desierto de la realidad. Se prometió a sí mismo que haría todo lo posible para hacer de ese lugar no solo un hogar, sino su propio hogar junto a Minhyung.

Con paso firme, Minseok salió de la casa y se dirigió hacia los dormitorios del equipo, decidido a enfrentar el día con la misma voluntad que lo había llevado hasta allí. A medida que caminaba por las calles y el sol brillaba en lo alto, recordaba cada detalle de su encuentro con el mayor, cada gesto y palabra, como si fueran inscritas en su memoria con fuego. Había una determinación ardiente en su corazón, una chispa de esperanza que se negaba a apagarse, a pesar de todas las probabilidades en su contra.


Los días pasaron con la misma velocidad vertiginosa que las jugadas en la Grieta del Invocador. Entre entrenamientos intensivos, revisión de partidas y estrategias meticulosamente planeadas, Minseok apenas encontraba tiempo para contemplar sus pensamientos sobre Minhyung. Cada vez que tenía la oportunidad de estar cerca del mayor, se esforzaba por impresionarlo con su habilidad y dedicación al juego, pero también con su presencia, tratando de ser un apoyo constante en medio del caos competitivo.

Aún así, las interacciones fuera del ámbito profesional eran escasas y breves. Minseok anhelaba esos momentos de intimidad, cuando podía compartir sus pensamientos más profundos con Minhyung, pero el tiempo parecía deslizarse entre sus dedos como agua, dejándolo con un anhelo insatisfecho. Aunque intuía que su coach aún tenía problemas con Dahye, no podía confirmarlo. Sus conversaciones se limitaban a estrategias de juego y análisis de partidas, dejando poco espacio para explorar los rincones más íntimos de sus corazones.

Pero a pesar de la falta de tiempo juntos, el equipo continuó brillando en los playoffs. Cada victoria era un paso más hacia la final, un paso más hacia el objetivo final de levantar el trofeo de campeones. Minseok se sentía en la cima del mundo cada vez que el equipo salía victorioso de un enfrentamiento. No era solo el deseo de ganar por sí mismo, sino también por Minhyung. Quería demostrarle a su coach que era capaz de llevar al equipo hacia la victoria, que juntos podrían alcanzar la grandeza por primera vez.

Homewrecker ;; Keria x GumayusiOpowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz