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Hinata estaba al borde del pánico. Sólo una vez en los cuatro años anteriores había perdido de vista a su hija en la calle. Y aquel caso en realidad no tenía nada que ver con ella misma, sino con el hecho de que su marido decidiera presumir de su hija recién nacida y se olvidara de decírselo. Después de aquello, Hinata había jurado no volver a perder de vista a su hija.

Sin embargo, ahora Hinata se culpaba completamente a sí misma mientras volvía sobre sus pasos buscando en las tiendas y escurriéndose entre la multitud de gente que sólo estaba por allí para hacer sus compras semanales. Muchos de ellos preguntaban qué preocupaba a la joven madre, mientras que otros parecían ajenos a su pánico. Cuando su corazón empezó a latir a una velocidad peligrosa, estuvo a punto de emplear su habilidad de cazadora-nin mostrando su tarjeta Hyuuga. Dobló otra esquina y empezó a volver sobre sus pasos por tercera vez, cuando se detuvo tan rápido que estuvo a punto de caerse al suelo. Una intensa oleada de alivio la recorrió al ver a su hija jugar con un gatito cerca de la entrada de una casa de té.

El corazón de Hinata se estremeció inmensamente al ver a su hija viva y bien; una vez que la preocupación y la inquietud desaparecieron, se llenó de fastidio y un poco de ira. Debería haberlo sabido, teniendo en cuenta quién era Yumi no había muchas probabilidades de que desapareciera durante mucho tiempo. Pero la madre que era ahora siempre se preocuparía, aunque la tuviera siempre a la vista, siempre existiría ese miedo interminable a perderla. Algo que Hinata estaba segura de que nunca sería capaz de manejar si alguna vez llegaba a ocurrir.

"¡Ahí está!" Una voz masculina retumbó y Hinata hizo una doble toma. Sentado junto a su hija, que sostenía a otro gatito, había un joven con el pelo oscuro y desordenado.

"Konohamaru", Hinata dejó entrever una sonrisa cortés al joven.

"Vi a ésta persiguiendo a este pequeñajo y pensé que podría haberse escapado". Konohamaru soltó al gatito y sonrió a Hinata.

"Sí, es muy lista". Hinata asintió caminando hacia su hija, que hasta ahora no se había percatado de la presencia de su madre.

"¡Mamá! ¡Gatitos! ¿Puedo quedarme uno?" Yumi sonrió mientras mostraba a su madre el gatito gris que tenía en las manos. Hinata se arrodilló y, con todo el autocontrol que pudo reunir para no gritarle a la niña, sonrió.

"¿Te lo mereces?" preguntó con frialdad. Yumi miró a su madre totalmente confundida.

"¿Mamá?"

"Puedes tener un gatito si me dices que te lo mereces". Hinata le acarició detrás de la oreja mientras la gatita emitía un agudo chillido de comunicación.

"¿Sí?" Respondió con cautela, y sus brillantes ojos azules escrutaron el rostro de su madre en busca de respuestas. Ya sabía que algo iba mal.

"¿Ah, sí? ¿Adónde has ido sin decírmelo? ¿Es bueno hacer eso?" preguntó Hinata con los ojos entrecerrados en su hija.

"Con el gatito...." Dijo en voz baja, parecía consciente de su mal proceder.

"Yumi", la voz de Hinata era severa como la de una madre, sus ojos blancos se entrecerraron en la pequeña, que gimoteó visiblemente ante la ira de su madre. "Sabes que nunca debes irte así, has tenido mucha suerte de que Konohomaru te encontrara. ¿Y si no lo hubiera hecho? ¿Sabías volver a mí? Yo no sabía dónde estabas, nadie lo sabía. Eso estuvo muy mal". Hinata cogió al gatito que se retorcía de las manos de su hija, ahora con los ojos llorosos por haber sido regañada Yumi miraba al suelo pequeños mocos empezaron a convertirse en pequeños hipos.

Hinata se volvió hacia Konohomaru, que seguía sentado junto a ellas a pesar de su momento madre-hija. Hinata se habría sentido incómoda regañando a su hija delante de los demás, pero Konohomaru era más cuñado y tío que cualquier otra persona. Incluso había hecho de canguro de vez en cuando; no le resultaba extraño que Hinata regañara a Yumi.

Naruto - Un Regalo Inesperado ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora