Reflejos en el estanque

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Lirian, con su mano envuelta en un cuchillo afilado, se disponía a tallar un trozo de madera oscura

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Lirian, con su mano envuelta en un cuchillo afilado, se disponía a tallar un trozo de madera oscura. Sus manos diestras le daban forma a la corteza y afilaban la punta del objeto. Con cada movimiento, sentía la textura áspera de la madera bajo sus dedos, como si la naturaleza misma le hablara en susurros antiguos. Sabía que esta flauta no sería una creación común; sería la mejor de sus obras. Su otra mano, sosteniendo una lija, surcaba hoyos en la rugosa superficie, como si estuviera delineando los secretos que guardaba el bosque encantado.

Una flauta sería el instrumento indicado para su cometido. Había practicado con una guitarra antes, pero su cuerpo amplio y su sonido acústico distaban de ser una solución práctica. El instrumento adecuado debería ser uno pequeño, sin tanta vibración, para evitar interferencias en lo que quería transmitir. Además, el sonido debía provenir de su propio interior, como un eco de las emociones que deseaba expresar.

La elaboración de un instrumento emisor no era tarea sencilla. Había tardado más de tres años en perfeccionar su último experimento, un par de bongos que llevaba a la cintura y tocaba a diferentes ritmos, intentando provocar emociones profundas y extravagantes arranques de velocidad en quienes lo escuchaban. Sin embargo, los bongos tenían un espectro de sonido limitado, lo que resultaba en emociones apagadas y que apenas se diferenciaban de su estado anterior. Necesitaba algo más rico en sonidos, por eso, Lirian consideraba la flauta como su aproximación más precisa.

A medida que las astillas de madera caían al suelo, Lirian recordaba cómo su hermana menor, Elara, solía tocar una flauta en su juventud. Las melodías que su hermana había creado eran pura magia, evocando emociones tan profundas que a veces parecía que el mundo a su alrededor se llenaba de alegría y felicidad. Recordó con nostalgia las veces que se habían sentado juntos en el bosque encantado, compartiendo sus alegrías y penas a través de la música.

Cuando Lirian terminó de tallar la flauta mágica, la sostuvo en alto y la observó con atención, intentando discernir si había hecho un buen trabajo. Sabía que la más mínima variación en el tallado de la madera podía provocar resultados catastróficos. Un error en el proceso podía hacer que, al tocar al son de la alegría, provocara la emoción completamente contraria. El instrumento emisor estaba listo, era hora de probarlo.

Con una sensación de preocupación creciente en su pecho, se llevó la flauta a sus labios. ¿Qué sucedería si fallaba de nuevo en su experimento? Habría desperdiciado cuatro años por nada.

Tomó aire y sopló una nota aguda. Nada pareció cambiar. ¿Estaría funcionado?

Inmerso en la meditación profunda en la que había estado durante la elaboración de la flauta, Lirian se había olvidado de que estaba completamente solo en el bosque. Necesitaría a alguien que escuchara sus melodías para comprobar sus efectos.

Se adentró entre altos árboles y setos peligrosamente venenosos, tan mortales que se decía que una sola baya podría matar a 10 magos adultos. Se detuvo en un valle que parecía desierto a simple vista, pero al fijar la mirada en los árboles, comenzaron a delinearse lo que parecían rostros.

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⏰ Last updated: May 04 ⏰

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Melodías de dolorWhere stories live. Discover now