quitando huellas

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CAPITULO 19

Masón y su acompañante estaban a punto de derribar la puerta, así que rápidamente volví mi atención a la esquina de la pared y vi una rejilla de ventilación. Recordé la primera vez que me había metido en una de esas ventilaciones y cómo había resultado ser una salida efectiva.

Sin dudarlo, subí a la ventilación justo a tiempo antes de que Masón y su compañero irrumpieran en la oficina. Mientras me deslizaba por los conductos, escuché las voces de Masón y su acompañante debatiendo sobre cómo proceder.

—¡Escapó por la ventilación! —exclamó el acompañante de Masón, notando mi ausencia en la habitación.

—¡¿Pues qué esperas?! —ordenó Masón, indicando que me persiguieran.

El sonido de pasos rápidos resonó detrás de mí mientras me adentraba en la red de conductos de ventilación. Mi corazón latía con fuerza, pero me concentré en avanzar rápidamente y encontrar una salida segura.

La ventilación se bifurcaba en diferentes direcciones, y tuve que tomar decisiones rápidas sobre qué camino tomar. Recordé los patrones de ventilación que había observado anteriormente y elegí las rutas que parecían conducir hacia afuera.

Mientras avanzaba, escuchaba los sonidos de Masón y sus hombres siguiéndome de cerca. La presión aumentaba con cada giro y cada obstáculo en mi camino, pero mantuve la calma y seguí adelante, determinado a escapar de su alcance.

Finalmente, encontré una salida que conducía a un pasillo desocupado en otro nivel del edificio. Salí de la ventilación con cautela y me alejé rápidamente, manteniendo un ojo en mi entorno para asegurarme de que no me estuvieran siguiendo de cerca.

La voz detrás de mí me estremeció. Era una voz que conocía demasiado bien, una voz que había esperado no volver a escuchar. Me giré lentamente para enfrentar a la persona que me había abordado.

—Sabía que te encontraría, ¿Adán? —repetía la voz, llena de un tono que mezclaba malicia y triunfo.

—Vete, no quiero hablar contigo —respondí con firmeza, intentando controlar la ansiedad que crecía dentro de mí.

Pero la figura no mostró señales de retroceder. En cambio, se movió con determinación hacia mí, agarrándome de la mano de forma inesperada. El contacto me hizo estremecer.

—¿Y quién dijo que yo sí quiero hablar
contigo? —respondió con una sonrisa desafiante.

Sus palabras resonaron en mi mente, trayendo consigo recuerdos y emociones que había intentado enterrar. Sin embargo, no había tiempo para nostalgia. La situación actual exigía concentración y acción.

—No sé qué esperas conseguir —dije, manteniendo mi voz firme a pesar de la turbulencia interna que sentía.

La figura se detuvo frente a mí, sus ojos brillando con un brillo que denotaba una mezcla de emociones. Y luego pronunció esas palabras que hicieron que mi corazón se acelerara aún más.

—¿A qué no te esperabas este final, Adán?

Las palabras resonaron en el aire, creando una atmósfera de incertidumbre y tensión. Sabía que enfrentaba un desafío crucial, uno que podría cambiarlo todo.

Adán: ¿Hijo De Dios, O Del Demonio? © Primer Libro [Terminado]Où les histoires vivent. Découvrez maintenant