Live For Love.

Capítulo 7

Entramos a la sala de quimioterapias y vimos a mucha gente, adulta y niños, recostados haciéndosela.

-Ven aquí -me dijo la doctora y palmeo una camilla-

Me acerque y me subí lentamente, claramente no quería hacerlo.

-Chicos pueden sentarse allí -dije sonriendo y señanlandoles unas sillas-

Los dos asintieron y se sentaron.

-¿Estas segura? -pregunto la doctora, mientras preparaba las inyecciones que me pondría en el cuerpo-

-Si -murmure con la cabeza gacha-

Una enfermera sujeto mi brazo mientras la doctora lo pinchaba en varios lugares, luego sucedió lo mismo, pero esta vez cerca del pulmón. Era mucha más la dosis de lo que habíamos hecho ayer.

-¿Lista? -pregunto la Doctora Evans, asentí levemente y sentí el sonido de la tecla presionarse- Tienes que ser igual de fuerte, como lo fuiste ayer. Ya veras que todo mejorara.

-Gracias supongo.

-¡Chloe! -Dijo Matthew- Sonríe! -le hice caso y vi como sacaba una foto-

-¡Al Instagram! -dijo Caleb y le quito su teléfono.

-¡No la suban! ¡Que vergüenza!

-¡Que no te de vergüenza! -dijo Caleb- De todas formas, si alguien dice algo, estará muerto.

Matt asintió con la cabeza, dándole la razón a Caleb.

Suspire y me acomode bien la camilla, los efectos de la quimioterapias empezaron a surgir, me empece a sentir realmente mal.

-¿Te sientes bien? -pregunto Matthew acercándose a mi- Estas pálida.

Nege con la cabeza, suspire profundamente.

-Quiero vomitar -avise y la enfermera corrió hacia mi con un balde, al ponerlo en frente mio , expulse todo lo que tenia en el cuerpo, odiaba esto.

Sentí como las manos de Matthew sacaban el colec (moño) de mis manos para luego hacer una cola de caballo con mi cabello.

-¿Estas mejor? -pregunto Caleb, sentándose en la orilla de la camilla-

-Me siento horrible -susurre-

-Ya va a pasar -dijo Matthew y sentó al otro lado de la camilla.

Estuvimos unos minutos en silencio, y de la nada mi nariz empezó a sangrar.

-Maldita sea -dijo Caleb antes de salir a buscar algo para limpiar el desastre que corría por mi nariz-

-Tira la cabeza hacia adelante -dijo Matthew calmado, luego coloco su mano bajo mi nariz para que no siguiera corriendo-

Esto era simplemente asqueroso. 

A los segundos llego Caleb con varias toallas, levanto la mano de Matt y coloco una de las toallas, mientras que con la otra mano limpiaba la sangre.

-Perdón por eso. -susurre avergonzada-

La palabra avergonzada quedaba chica para todo lo que estaba sintiendo en esos momentos.

-No importa pequeña -dijo Caleb, botando a la basura las toallas con sangre- Siempre estaremos para ti -me dio una tierna sonrisa-

-¿Como te sientes? -pregunto llegando la Doctora-

-Bien -mentí y di una falsa sonrisa.

-No mientas -me dijo Matt algo serio-

-¿Ocurrió algo? -pregunto la Doctora mirándome con desaprobación-

-Solo me sangro la nariz -murmure-

-Hubieras empezado por hay -dijo la Doctora- Inyectenle suero, tiene que recuperar fuerzas.

-Enserio me siento bien -dije rápido, ya había tenido suficientes agujas por el día de hoy-

-¿Se la inyectamos? -pregunto una enfermera algo desconfiada-

-Si.

Al parecer la doctora Evans no iba a cambiar de parecer.

-Por favor no.

Mi brazo ya tenía varias marcas, no quería tener más.

-Chloe, es necesario. -dice Matthew agarrando mi mano.

La Doctora nos miraba confundida.

-No quiere tener mas cicatrices. -informo Caleb-

-Lo siento Chloe, pero es necesario.

La enfermera tomo mi brazo y poco a poco enterró la aguja. Las agujas no me daban miedo como a la mayoría de los niños. No era miedo lo que tenía, simplemente no quería más cicatrices. ¿Que pasara si alguna vez quedo libre de cáncer? ¿No usare poleras manga corta?. Tal vez estoy exagerando, pero al fin y al cabo soy yo la que las tendrá que usar.

-Listo.

Los 30 minutos que quedaban de quimioterapia pasaron con altos y bajos, nada del otro mundo.

-Estuviste bien -dijo la Doctora con una sonrisa en sus labios-

-Gracias supongo -dije con una mueca-

-Bueno, te puedes ir -sonrió- Nos vemos el jueves -se despidió y abandono la sala-

Dentro de la sala solo quedábamos Matthew, Caleb y yo.

-¿Vamos?

-Si -dijeron ambos a la vez.

Al escuchar la respuesta de ambos, no dudo en bajarme de la camilla. Claramente no contaba con que la quimioterapia me había dejado completamente débil y en cuanto mis pies tocaron el frío piso del hospital, un gran mareo se apodero de mí.

-¿Estas bien? -pregunto Matthew luego de colocar su brazo en mi cintura-

-Si -murmure- solo fue un pequeño mareo.

-Pequeño -susurro Caleb con algo de ironía en su voz-

-Vamos -dijo Matthew y pase mi brazo por su cuello, mientras el me sostenía por la cintura-
Iba prácticamente de puntillas, era muy alto.
Salimos de la sala de quimioterapias y nos dirigimos al estacionamiento, subimos al auto de Caleb y partimos a la casa de Matt.

-¡Mamá llegamos! -grito Matthew al llegar y vi como la señora West salia de la cocina con un delantal blanco crema con flores rosadas-

-¡Mi amor! -dijo y al verme se le formo una cara de preocupación- ¡Chloe! -dijo y fue a abrazarme- ¿Te sientes bien cariño? -asentí levemente, siempre fue como una segunda madre para mi, al igual que todas las madres de los chicos- ¡Vengan a sentarse! -dijo y se dirigió al living- ¡Matt ayudala! ¿Que a caso no te enseñe a ser un caballero?.

Fuimos al living de la casa de los Westy nos sentamos en los hermosos sillones de color cafe claro.

-¿Quieren algo para beber o comer? -ofreció la madre de Matt-

-Yo una bebida -dijo Matthew a la vez que subía los pies a la mesa de centro que se encontraba frente a el-

-¡Matthew West, baja los píes de la mesa en este mismo instante!.

Matt sin dudarlo acato a las ordenes de su madre.

-¡Yo quiero un sándwich! -dijo Caleb levantando la mano, tratando de evitar la tensión que tenían Matt y su madre-

-¿Y tu mi niña?.

-Nada gracias -sonreí a medias-

-¿Segura? Estas muy delgada.

-Mama -dijo Matt incomodo- Acaba de salir de la quimioterapia.

-Ohh! -se tapo la boca con las manos- Aceptaste hacerla! -dijo emocionada- Me alegro por ti cariño. Vuelvo en un rato con la comida y las bebidas.

La madre de Matt era un amor, de eso nadie dudaba.