Lujuria [ROMANCE 4] [Vol.1: Terminado - Vol.2 - 01/Septiembre.]

𝐂𝐚𝐩í𝐭𝐮𝐥𝐨 𝐂𝐢𝐧𝐜𝐮𝐞𝐧𝐭𝐚 & 𝐎𝐜𝐡𝐨

🤍✨ᴀᴄᴛᴜᴀʟɪᴢᴀᴄɪᴏɴ ɪɪ/ɪɪɪɪɪ ✨🤍

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ꜱɪɴ Qᴜᴇʀᴇʀ 3/6
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Le pagué al taxista en cuanto llegamos y, con un gracias bajé, entré a la recepción y subí al ascensor, me recosté de la pared mientras cerraba mis ojos.

Con todo el ajetreo de hoy me sentía agotada, tenía el presentimiento de que esta noche sí podré dormir, de todas maneras, era viernes, tenía todo el fin de semana para descansar, ya que estaba inhibida de estar con Nathaniel, al menos lo aprovecharé para dormir todo lo que necesite.

Bajé mientras buscaba mis llaves en mi bolso, en cuanto las conseguí abrí mi puerta; una vez adentro me quité las sandalias dejándolas en la entrada.

Un baño antes de que Sasha y Cloe llegaran no parecía mala idea.

—Tenemos que hablar.

Se me helo la sangre al reconocer su voz tan cerca.

Confundida me acerqué a la sala de estar, pude ver la misma escena de la otra vez. Las palabras se quedaron trancadas en mi garganta con una especie de Deja Vu corriéndome por el cuerpo.

—¿Qué demonios haces aquí otra vez?

—¿Nunca te han dicho que no hagas enojar a una embarazada?

Miré al hombre de gran estatura parado en silencio viéndome sin ningún tipo de expresión. Aún estaba fresco en mi memoria lo que me hizo la última vez.

—Considerate afortunada de que he venido aquí y no le he mandado a volar la cabeza a tu hermanita, perra estúpida.

Me estremecí por sus palabras.

—¿Ahora cuál es tu maldito problema? ¡Estoy haciendo toda la mierda que dices! ¿¡Qué más quieres!?

—Bajame la voz, y ¿de verdad me estas preguntando cual es mi problema? ¡Darcy! Mi maldito problema eres tú y tu gran bocota, ¿enserio le dijiste a Arthur Russell que estas embrazada? ¿Cuántas neuronas te funcionan en esa cabecita? —Fruncí las cejas bastante enojada, sentía el calor subir a mi rostro. —Estás empeñada en que se descubra, ¿no es así?

—No lo hice con esa intensión.

—¿Entonces con cuál? Porque no me lo explico entonces.

No dije nada, lo único que hacía era verla con la mirada cargada de odio y la respiración pesada.

Ella pasó su vista a ese hombre, y como si le dijera algo él avanzó hacia mí. Asustada retrocedí, pero no fui lo suficientemente rápida; con su gigante mano me agarro de las mejillas provocándome dolor en esa zona. Intente alejarlo, pero fue en vano.