S u m a r i o

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                    Su primer encuentro sucedió a la edad de tres años, siendo en ese entonces compañeros de preescolar y de asiento

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                    Su primer encuentro sucedió a la edad de tres años, siendo en ese entonces compañeros de preescolar y de asiento. Su primera conversación fue una petición.

El pequeño rizado coloreando un cielo de un bonito azul y una tímida vocecita haciendo eco en sus oídos —¿Me lo pestas?

—Ten —respondió ofreciendo toda su caja de colores. Dos sonrisas tímidas y el encuentro de dos miradas brillantes fueron el comienzo de lo que sería una de las más bellas amistades.

Compartir su época de colegio solamente fue una excusa para fortalecer su amistad, volviéndose el todo del otro. Eran dos imanes que se atraían a la distancia sin necesidad de esforzarse. Era imposible no saber de Dana si conocías a Oliver y si conocías a Dana sabrías quién era Oliver, incluso antes de conocerlo. Eran un 2 x 1, un combo al que sus conocidos le apostaban, pero como en cualquier apuesta no siempre se puede ganar, y Dana lo supo aquel día, cuando su mejor amigo tomo un vuelo de Londres a Nueva York con destino a la universidad de sus sueños. Sus caminos se separaron por primera vez desde que se cruzaron y ella lo dejó ir con planes y promesas hechas, recuerdos que no se repetirían, lo vio partir ese día de invierno, sin confesar lo que en secreto guardaba, Danais Harrison observo a Oliver Abbey, su primer amor abordar ese avión. Los primeros meses la comunicación continuó, sin embargo, la distancia termino creando escenarios que tal vez no estaban listos para enfrentar. Dolió, no obstante, la vida es así, las personas son ciclos, algunas veces llegan y se van para no volver, y en otras ocasiones regresan sin avisar una tarde de verano o una noche de invierno, en una madrugada de otoño o a la medianoche en primavera, siete años más tarde recibió aquel mensaje que esperó por años y que llego a creer no llegaría jamás.

"¿Nos podemos ver? Estoy regresando a Londres." Negarse no era una opción, aunque lo dudo después del segundo mensaje. "Quiero presentarte a alguien." Debió haber esperado aquello, siete años habían pasado, él nunca supo que lo amó y ella no podía seguir amándolo como aquella adolescente. Por supuesto que no lo había esperado, y claramente no se creó escenarios donde ella se convertiría en alguien más que su mejor amiga. Ella estaba feliz porque su mejor amigo volvía, nada más eso, su mejor amigo.

Cuando había recibió aquel mensaje se hizo a la idea de cómo sería a quien se le presentaría, se imaginaba una chica hermosa, con una sonrisa deslumbrante, unos ojos cautivadores; esa siempre había sido la forma en la que Oliver solía describir a su tipo ideal, Dana esperaba que ese alguien fuese inteligente y con una personalidad agradable, alguien amable y divertida. Alguien que fuese tierra porque su amigo era demasiado aire, acostumbrado a soñar sin fronteras y arriesgarse sin miedos, pero cuando estaba aterrado nadie lo sacaba de su cueva, con quien fuera capaz de crear el tornado más espectacular del mundo y quien aceptara ser parte de él, de esa destrucción, sobre todo, que fuera parte de la construcción que vendría después, siempre juntos. Un equipo. Oliver lo daba todo o se negaba a dar nada.

Es por eso por lo que cuando llego a "Green Tea", aquel local que solía ser su favorito después de una tarde de estudio, quedo sorprendida ante la persona que se le presentó, era tan irreal que le fue imposible no creer que tal vez solo se trataba de una mala broma de su cabeza, tal vez un sueño, quizás después de extrañarlo tanto había perdido la razón.

Ahí estaba después de siete años, frente a ella, quien con tres años se había convertido en su mejor amigo, más atractivo que la última vez que lo vio, el tiempo parecía no haber pasado en él a excepción del rastro de barba que ahora tenía, su mandíbula más definida y los rizos que adoraba casi no eran notorios, su camisa de vestir lo hacía lucir como una obra de arte y las mangas arremangadas solo le daban un aire relajado, y pudiera estar babeando si no fuera por la otra persona en la mesa, aquella que tenía toda la atención del hombre y que ella juraba estaba imaginando porque no encontraba explicación para lo que veía. ¿Por qué había un niño idéntico a Oliver?

—Dana, él es Milo, mi hijo.

Y sí, en definitiva, habían pasado los años, y justo en ese momento noto el abismo que había creado el tiempo y la distancia entre ellos.

Y sí, en definitiva, habían pasado los años, y justo en ese momento noto el abismo que había creado el tiempo y la distancia entre ellos

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⏰ Last updated: Apr 28 ⏰

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