El mayor limpió la cara de Martina y después de levantarla en sus brazos, subió con ella hasta su habitación.

Con cuidado la recosto en la cama y cubrió su cuerpo entre las sabanas, pero cuando quiso abandonar el lugar, esta se aferro al abdomen del jugador.

— No me hagas esto hija de puta — susurra peinando el pelo de Martina, tirandolo hacia atrás, sonríe cuando la escucha balbucear algo indescifrable y se termina de acomodar en la cama viendo que podía quedarse una hora.








🥀





El rayo de sol que entra a penas a la habitación estorba la vista de Martina despertandola.
Un dolor punzante, a su vez azota su cabeza y frota su sien, el calor que le brindaba un cuerpo debajo de ella le hacia saber que había dormido con alguien, ¿El problema? ella no sabía con quien.

Mantuvo los ojos cerrados tratando de recordar algo pero se le hizo imposible, al sentir que estaba vestida simplemente suspiró y abrió los ojos.

Lejos de encontrarse con la piel morena tapada de tatuajes con la que comúnmente solía despertar, era todo lo contrario a ello.
La cordobesa alzó su mirada y abrió su boca sorprendida al encontrarse con el entrerriano durmiendo plácidamente sobre la almohada compartida.

— ¿Lisandro? — interrogó y se sentó despertando al mencionado ante su movimiento.

Este último abrió con dificultad sus ojos — ¿Q-qué hora es? — pregunta él manoteando a sus costados con desespero.

— ¿Qué me hiciste?

La pregunta de Martina llena de prepotencia confunde por completo al defensor que todavía no estaba del todo lúcido — ¿Eh?

— Que me hiciste te pregunté — la menor se puso de pies a un lado de la cama.

Lisandro ríe y repite la acción de la femenina, una vez de pies busca su celular.

— ¿Me podes responder? quiero saber que hac-

Éste no la deja terminar, muerde su labio y alza su mentón rebajando a la pelinegra — Quien te va a querer tocar a vos.. ¿No estas viendo que estas como te fuiste al boliche? te saque los zapatos nomas — responde firme, la poca paciencia con la que solía despertar se había agotado y no iba a estar por mucho tiempo más ahí adentro, después de guardar su celular en su bolsillo trasero de su pantalón se encamina a la puerta, pero antes de salir mira brevemente a la pelinegra — la próxima vez fijate a quien le aceptas los tragos, boludita.

Después de sentenciar lo último el entrerriano azota la puerta, Martina da un saltito en su lugar y aprieta sus labios entre si al darse cuenta del error que había cometido.




LISANDRO





Ni bien se abren las puertas del ascensor salgo apresurado hacía el estacionamiento, el hotel en donde me estaba hospedando estaba a tan solo unas cuadras y llegaría aún mas rapido en auto.

Tenía muchísima bronca atrgantada, creía que Martina solamente se veía fria y ortiva, pero con la actitud que tuvo hace un momento me hacía entender que esa era su verdadera personalidad y para ser sincero, me cayó como el orto.

DULCE CONDENA | Lisandro Martinez, Cuti Romero Where stories live. Discover now