– Y yo necesito que sepas que te amo más de lo que puedo entender – respondió mirándola de la misma forma – tú eres mi hogar – la sonrisa de Samantha no pudo esperar más tiempo, solo envolvió el cuello de Rocio con sus brazos para besarla como tanto extrañaba hacerlo, y ella le correspondió como tanto extrañaba hacerlo – Samy – le dijo terminando el beso. Samantha la miró con su ceño fruncido un poco confundida, y al verla Rocio no pudo evitar reír – entra – tomó su mano para adentrarla a su departamento, cerrando la puerta tras ella.

Samantha pasó su vista por el impresionada, el interior era como dos veces su casa, incluso tenía un ventanal gigante en el que se podía ver toda la ciudad junto a la lluvia que caía sobre ella. Rocio con una sonrisa se dirigió su habitación mientras que Samantha seguía detallando el departamento.

– Oh, lo siento tanto – dijo al darse cuenta de que estaba totalmente mojada – estoy arruinando tu piso – rió un poco al verla regresar con una manta entre sus brazos.

– Me interesa más que no te vayas a resfriar – respondió sinceramente – ¿Puedes quitarte la blusa? – preguntó cerrando sus ojos – prometo no mirar – rió. Samantha no pudo evitar reír, la extrañaba muchísimo.

– Claro – respondió mientras desabotonaba los botones de su blusa – tengo mucho frío – Rocio asintió caminando hacia el gran sofá que había frente al ventanal, donde dejaría la manta.

– Puedes usar mi bata – dijo mientras se la quitaba, quedando solo con su pijama – por favor, no quiero que te resfríes – dijo preocupada. Samantha caminó hasta ella con su blusa en su mano, recibiendo la bata que Rocio le había ofrecido.

– Pensé, pensé que estarías enojada conmigo – dijo casi en un susurro, avergonzada por su comportamiento. Rocio ladeó su cabeza mientras la veía colocarse su bata – por cómo te traté y porque no te llamé, porque me comporté como una tonta – suspiró, sus mejillas estaban ruborizadas por la vergüenza y porque sí, era muy probable el resfriado.

– No lo sé – respondió con su suave sonrisa – yo no quería irme. No te diste cuenta, pero fui todos los días a la firma – Samantha la miró – quería verte, pero no me atrevía a hablarte. Iba cada día con esa intención, sin embargo luego, no lo sé, pensé que no querrías hablar conmigo o algo así – rió un poco – hasta hoy ¿Podría preguntarte por qué hoy? – Samantha suspiró.

– ¿Puedo sentarme? – preguntó educadamente. Rocio no pudo evitar reír.

– Puedes vivir aquí si quieres – respondió acercándose a ella para tomar sus manos y así sentarse juntas en el espacioso sofá.

– Me di cuenta de que te amo – dijo sinceramente, así lo sentía. Era inevitable en Rocio mirarla con adoración – ¿Cómo me di cuenta? Porque cuando te fuiste, una parte de mí se fue contigo – sonrió – ¿Sonreí? – Rocio asintió – porque cuando estoy contigo siempre lo hago y me gusta hacerlo, me gusta sonreír y me gusta más que tú lo provoques.

– Yo también te amo – respondió encogiéndose de hombros – ¿Cómo lo sé? Porque prefería tu felicidad, sí tú querías ser feliz sin mí, Samantha, yo lo habría aceptado – Samantha ladeó su cabeza – siempre he sido una persona egoísta en varios aspectos, pero contigo, es como una lucha moral – rió – porque a pesar de que te quiero conmigo, no sería capaz de obligarte. Te amo porque, ya sea bueno o malo, me haces sentir humana.

– Me gustas mucho cuando eres inteligente – respondió Samantha con una sonrisa – tu mente es simplemente maravillosa – Rocio se encogió de hombros.

– Tú me hiciste entenderlo – respondió de igual manera.

– Rocio, sé mi novia – pidió directamente, sin querer esperar más tiempo. Rocio ladeó su cabeza sin dejar de sonreír, entonces Samantha se acercó un poco más a ella y se arrodilló en el sofá – sé mi novia – repitió emocionada.

Paper Hearts || Factor RWhere stories live. Discover now