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La familia real salió del balcón, volviendo a encontrarse en la habitación de antes. Dylan sentía que tendrían que hacer algo, y rápido. La paciencia de los darmados se agotaba, y con ellas, las suyas propias. Les miró a todos, intentando encontrar algún signo o mensaje en sus ojos. Nada. Lo que sí podía sentir era la preocupación de todos.

—Algo tenemos que hacer —dijo Dylan, rompiendo el silencio tan incómodo que había en ese momento.

Nadie contestó seguido. Eso les hizo cambiar las preguntas de su mente, ¿cómo actuar? Era más difícil de lo que podían imaginarse.

De repente, Dylan se sobresaltó al escuchar el ruido de la puerta, se giró, y vio la tímida cara de Sin asomar por la puerta.

—Reyes, tenéis una llamada —dijo señalando con el dedo el exterior de la sala.

Isla y Azariel asintieron y salieron de la habitación, dejando solos a Greta y Dylan.

—Genial, ni en estos momentos pueden quedarse —dijo Greta, indignada—. Tendremos que movernos nosotros.

—¿Alguna idea? —La cabeza del chico estaba más desordenada que nunca.

Greta miró a través del cristal que daba al balcón, en el que hacía un momento habían estado, y observó cómo la gente se iba evaporando en tan solo segundos, siguiendo con sus vidas.

—¿Y si le seguimos? —Se giró rápidamente, quedando justo en frente de su hermano.

—¿Qué?

—Podemos averiguar si está buscándola, ayudarle... Piénsalo.

Dylan pareció dudarlo un momento, pero al segundo negó con la cabeza. La idea de ayudar a sus padres y al pueblo en general era muy atractiva, pero al empezar a pensar en las consecuencias que podían suceder...

—¿En qué nos hemos convertido? ¿En espías? No cuentes conmigo —Se cruzó de brazos.

—De acuerdo, iré sola —respondió Greta, y desapareció tras la puerta.

Dylan pensaba haber decidido bien, se quedó mirando la puerta, esperando a que se abriera de nuevo

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Dylan pensaba haber decidido bien, se quedó mirando la puerta, esperando a que se abriera de nuevo. Estaba seguro de que había dicho lo que quería, de que se había quedado contento con su decisión... Sin embargo, ahora se encontraba al lado de su hermana, siguiendo desde la distancia a Luca.

Bufó por enésima vez y miró a Greta.

—¿Estás segura de esto? —le preguntó con una mirada muy seria.

—Totalmente, además, piensa que vamos a ayudarle a él y a los demás —Sonrió—. Nadie pierde nada, dos por uno.

Dylan siguió sin estar totalmente convencido, sentía en lo profundo de su cuerpo que no sería muy buena idea, pero llevaba mucho tiempo sin pasar un rato así con su hermana.

Greta le dio un codazo cuando vio que su objetivo se acercaba a la salida del pueblo. Millones de preguntas asaltaron a Dylan, ¿de verdad iba a buscarla? Esperaron un momento en completo silencio. Se escondieron detrás de un edificio cercano e intentaron aguzar el oido. Luca estaba hablando con el guardia de la puerta.

La princesa de la oscuridadWhere stories live. Discover now