11. LA PEOR BRUJA DE LA HISTORIA

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La garganta me sabe ácida del asco.

—Doy gracias a la Diosa Luna que solo sacara el color de tu cabello.—Exclama el otro, mirándola de pies a cabeza. — Es igual a Ayline hace trescientos años.

Diana cuando baja la cabeza, y por primera vez, veo una pizca de miedo. Sus ojos viajan hacia mí, y frunce el ceño: ¡Vete! Modula con enojo, sin emitir un ruido. Obedezco con pesar, y mi corazón dolió por dejar sola, pero a sus órdenes no puedo negarme.

Fugazmente, nota Denisse, la omega pelinegra, la que alardea que será la esposa de Rhea y la villana que me roba mi ración de almuerzo, y a Anne, la rubia dulce, mi amiga. Ambas parecían discutir, mientras Ignis solo espera un movimiento de Denisse para cortarle la lengua.

Seguramente quien inicio la discusión fue Denisse.

Me dirijo a la puerta que daba a las escaleras para bajar a las habitaciones y cuando estoy a punto de cruzar el umbral, mis ojos se topan con los de Kassia. Mi hermana relaja su rostro, y endereza su postura, cuando da un paso hacia mí, yo me apresuro en entrar.

Al encontrar la habitación, me dispongo a hacer lo que me ordenaron. Lave mi rostro, peine mi cabello en la media trenza que me enseñó mamá y me pongo el vestido de Diana, uno blanco con un detalle en dorado que parece un pájaro extendiendo sus alas.

A ella le encantaba el escote, y este vestido no sé salvo.

El único problema era su corsé, no alcanzo su lazo para ajustármelo bien.

—Lem…—Mientras intento agarra el lazo, repito las primeras letras del hechizo de los brujos sin rostro.

No quiero olvidarlo. Pero tampoco quiero que mi piel comience a pudrirse por usar magia negra.

—qodun— Repito tiempo después. —Lem…

Observo una pluma y una hoja en la mesa de la habitación. Dejo el lazo aun lado, y me siento. Sumerjo la pluma en tinta negra, y trazo las cinco primeras letras y me detengo:

Lemqo…

¿Será que si lo escribo también cuenta como un hechizo de magia negra?

Muerdo mi labio.

No puedo arriesgarme.

De repente, una idea cruza por mi mente.

Tacho lo que escribí, y debajo de ello, posiciono la punta de la pluma, para trazar lo siguiente:

Lemdoqün.

—No lo olvides, Nara, dos letras están al revés—Murmuro para mí misma. —Recuerda. Recuerda.

No tenía buena memoria.

Los escasos hechizos que sabía no servían para nada.

Y la magia poco a poco abandonará estas manos ordinarias.

Estoy destinada a ser la peor bruja de la historia.

De pronto, la puerta se abre, y yo me levanto de la mesa, ocultando la hoja debajo una fuente con frutas. El corazón se acelera al ver a la mujer frente a mí.

—Bet… Beta Kassia—Tartamudeo. Sin poder controlar mis movimientos, me tropiezo con los pies de la puerta. Y ella se apresura en atraparme como yo en alejarme. —Disculpe.

Bajo la mirada al piso, con los latidos rápidos en mi garganta.

—Eres Nara Leroy ¿Verdad?— Una punzada en el pecho me quita el aire. No me recuerda.—La doncella de la princesa Diana.

Mis ojos se empañan con facilidad.

—Sí—Susurro.

Ella asiente, y toma asiento en la cama.

The Black OrbeWhere stories live. Discover now