Se arrodilló en el suelo, con las lágrimas desfilando sobre sus mejillas una a una... Él estaba de cara al suelo y ella hizo lo que pudo para darle vuelta y dejar su cabeza reposando en sus piernas.

-¿Peter? –Preguntó esperanzada. La herida había traspasado su pecho, justo al lado de su corazón. Tenía los ojos cerrados -¡Se supone que los inmortales no mueren! –Exclamó en un sollozo ahogado al no oír ninguna respuesta -¡Jodido idiota! ¡Despierta ahora! ¡Juan Pedro!

A su lado oyó el grito de guerra que soltó Ignacio, antes de abalanzarse sobre el vampiro que había atravesado a Peter con su espada, y degollarlo.

Francois se arrodilló a su lado.

-... Hay una manera de matar a los inmortales, Mariana.

-¡No es posible, son inmortales! –Lloró. No quería oír nada mas, solo quería que Juan Pedro despertara y le sonriera como acostumbraba a hacer.

-Las armas humanas no los matan... las que son forjadas por los dioses, si lo hacen.

Al frente de ellas podía oír el sonido de Wendy y Nacho luchando. Abrazó el cuerpo de Peter con toda la fuerza que le permitían sus brazos y llorando se volvió hacia Francois.

-Sácanos de aquí –Rogó –Por favor.

Francois asintió. Se levantó y ayudó a Mariana con el cuerpo de Juan Pedro... Wendy y Nacho las siguieron mientras atravesaban el portal.

Llegaron a una habitación realmente amplia, con mesas vestidas con elegancia y un trono al final de la estancia. Lali sollozó cuando, la bruja la ayudó a bajar el cuerpo de su compañero al suelo.

¿Qué haría si el moría?

No había necesidad de preguntárselo. Tocó con sus dedos el lugar de su pulso en las muñecas y descubrió que cada vez se debilitaba más.

-Sé lo que se siente perder a un compañero –Levantó la vista y descubrió que Wendy se había arrodillado a su lado. Ella observaba la herida en el pecho de Juan Pedro con cierta conmoción -... Duele muchísimo, sobre todo cuando eres consciente de que lo amas. Lo más irónico de todo –Dijo volviendo a mirarle la cara, revelando sus ojos de un tono verde oscuro –Es que la misma persona atentó contra la vida de mi compañero... Pero no te preocupes, no lo dejare morir.

Antes de que pudiera preguntar que iba a hacer... Wendy extendió las manos sobre la herida y cerró los ojos. Una luz blanca envolvió la piel sangrante de Juan Pedro, y al segundo siguiente estaba todo sano... Solamente su camisa estaba llena de sangre y con un agujero por donde se supone había entrado y salido la espada.

-Solo pocos podemos usar nuestros poderes dentro del santuario de Simphony... Por suerte, soy una de ellas –Las lagrimas azotaron los ojos de Mariana, nuevamente, cuando los parpados de Juan Pedro comenzaron a temblar –Algunos vampiros, elegimos cambiar nuestra experiencia por dones que puedan ayudar a otros... Lo único es que no podemos curarnos nosotros mismos.

Juan Pedro abrió los ojos. Un momento estaba todo oscuro y sentía que la vida se escapaba de sus manos con una rapidez realmente grande y al siguiente todo estaba perfecto y el dolor había desaparecido. Intentó sentarse con lentitud, solo para recibir los brazos de Mariana a su cuello y sus sollozos sobre su hombro.

-¡Estas bien! ¡Oh, Peter!... Pensé... Pensé... Oh...

Deslizó sus brazos por sus caderas y la atrajo a su cuerpo. El sonido de la puerta siendo amortiguada por los golpes del otro lado de la habitación que lograron que la bruja se acercara a donde ellos estaban.

-He de decir que me alegro que estés bien, pero si no nos movemos entonces todos terminaremos mucho peor.

Él se levantó y ayudo a su compañera a hacer lo mismo. Entonces reparó en la vampiresa que sonreía hacia ellos.

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