Capítulo #1 : Roto

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Malía
La única forma de arreglar algo , es que esté completamente roto, no puedes solucionar algo que todavía no llega a significar un problema y aunque pudieras no lo harías. Estaba sumergida en el más oscuro y recóndito de los mundos, y no sentía la necesidad de salir.

-Su diagnóstico es Mitomanía

-Tiene rasgos de un TLP, pero queda descartado por la mitomanía.

Oía susurrar a los doctores y la verdad estaba completamente exhausta de esto.
Sabía perfectamente que tenía una convinación de ellos, lo que era demasiado raro ya que son demasiado distintos, pero no deja de ser cierto. Estuve años investigando que pasaba por mi cerebro, he leído miles de libros y ya ha quedado claro que estoy completamente loca.

Mi madre entra a la habitación, con lágrimas en los ojos. Su mirada reflejaba la tristeza que nunca había imaginado ver en alguien.

Siento que mi mundo se desvanece y el deseo de autoagredirme aumenta. Observo la habitación a mi alrededor, es una de las más lujosas de este ostentoso hospital psiquiátrico.

-Ya tienes 19 años, tu padre y yo nos vamos de la ciudad, esperamos que puedas seguir tu vida, podrás irte del centro cuando lo desees y alojarte en nuestra antigua casa.

Las palabras me calleron encima como balde de agua fría. Mi respiración se debilitaba y corrieron lágrimas por mis mejillas , a la vez que una sonrisa se asomaba en mi rostro.
Sabía que todo era por mi diagnóstico, y lo entendía, quien querría tener que hacerse cargo o tan siquiera convivir con un Mentiroso Patológico, exacto, nadie ,y el hecho de que yo fuera su hija no cambiaría eso.

-Madre usted está soñando si cree que se deshará de mi tan fácil.-Le dije tratando de reprimir el deseo de estallar en lágrimas de nuevo.

-No te estoy preguntando Malía , solo te lo estoy informando.

Su mirada podría asesinar a cualquiera, luego ella solo se marchó dando un portazo y dejándome con mis más oscuros y devastadores pensamientos.

Regresé a mi casa, no tenía centavo y por mucho que tener la vivienda asegurada me ayudara, realmente no era ni un tercio de mis problemas. Los doctores  habían puesto en mi historial médico cada detalle de mi supuesto trastorno, se que omitieron totalmente el Trastorno Límite de la Personalidad, pero creo que a pesar de todo es peor así, a la vista de todos solo era una mentirosa.

Nunca conseguí trabajo, no habían opciones, nadie querría trabajar con un mentiroso experto. Intenté regresar a al psiquiátrico pero me fue imposible y para fin de males no tenía señales de mis padres.

Con algo de dinero que encontré en la antigua habitación de mis padres y cosas que fui vendiendo sobreviví unos meses pero no podía continuar en esa vida.

Abandoné la escuela, no pensaba regresar a esa asquerosa institución por nada del mundo y por mucho que me gustara la ciudad también me fui de ella.

Empezaría una nueva vida en Italia, aunque tuviera que empezar a vivir como los peores de los criminales, estafaría, robaría y asesinaría, no tenía nada que perder pero si mucho que ganar y arriesgaría todo, es decir nada, por empezar de nuevo.

Meses después en Italia:

La realidad casi siempre superará la ficción, era mucho más difícil engañar a alguien que como lo pintaban en los libros de Psiquiatría, podía padecer de mitomanía pero siempre tendría miedo a ser descubierta.
Tenía un buen apartamento, había vendido mi antigua casa y con algo que había robado en clubes y bares había podido costear el amueblado piso.
Al recorrer la ciudad me di cuenta de que a diferencia de lo que muchos podrían pensar, existían calles sucias, burdeles, callejones oscuros, sitios clandestinos y carreras de motos, era un infierno disfrazado de paraíso.

A pesar de ser una demente era una chica de casa, de esas que nunca han salido una fiesta, de esas que no tienen amigos, de esas que sueñan con el chico malo que se enamora de la chica buena, solo que siempre tuve claro que esto último no iba a pasar, porque yo era de todo menos la chica buena.

-¿ Hola, eres la chica que compró el apartamento de Leo ?- Me preguntó una señora mientras yo me introducía en el ascensor. Su sonrisa socarrona me informaba que era de esas humanas que parecen sanguijuelas.

-¿Como que de Leo?, me informaron que el propietario era un psicópata de la ostia que nunca regresaría...-No puede terminar de explicarme.

-O claro, ya veo y tu te la has creído como la más ilusa. Seguro que no sobrevives dos días, Leo Harper acabará contigo y cuando te des cuenta ya será  demasiado tarde.

Diciendo esto se marchó dejándome con la palabra en la boca, que estúpida, igual, si fuera así, él tenía las de perder , yo tenía dos trastornos y el uno. Y dos contra uno, ya sabemos el resultado.

Aparte a que vino eso, fue la conversación más estúpida que he tenido en la vida, todavía la recuerdo y me da gracia, a lo mejor solo quería confirmar que no la dejaré de segunda opción cuando sienta deseos de asesinar a alguien.

Trastorno Where stories live. Discover now