Samantha se sentó en el césped a pocos centímetros de la placa ya que en frente había algunas flores, un ramo, dando a entender que alguien ya lo había visitado antes.

– Te traje un cuento nuevo – sonrió sacando un pequeño cuaderno de su bolso y dejándolo a un lado de las flores – y traje a una nueva amiga también – dirigió su mirada a Rocio volviendo a tomar su mano. La chica de ojos miel se sentó justo al lado de ella, volviendo a sentir su perfume en su rostro – se llama Rocio, quizá tú le habrías puesto algún bonito apodo como Chio – rió Samantha antes de dirigir su vista a Rocio – mi niño era muy amoroso – se encogió de hombros sin dejar de sonreír.

– Oh – sonrió mirando la placa Noah Félix Rivera "El mejor hijo del mundo" – hola, Noah. Soy Rocio, o Chio – rió un poco aun sosteniendo la mano de Samantha.

– Ella está viviendo conmigo y somos amigas – sonrió Samantha. Rocio asintió, amigas – es la hija de mi jefe, el señor Marco.

– ¿Noah conoció a papá? – le preguntó un poco sorprendida. Samantha asintió.

– Unos meses antes de morir – respondió naturalmente – cuando entré a trabajar a la firma – Rocio ladeó su cabeza – no me habrías reconocido – rió – yo era tan feliz, nunca dejaba de sonreír.

– Eras la mejor versión de ti – respondió Rocio – apuesto que incluso te ponías el cinturón de seguridad – Samantha rió un poco mientras asentía.

– Rocio... ¿Puedo intentar hacer el desayuno mañana? – preguntó inocentemente, sorprendiendo un poco a Rocio – pienso que puedo intentarlo, es lo menos que quisi...

– Juntas – interrumpió Rocio con una sonrisa – yo tengo algo de práctica así que puedo ayudarte – asintió – haremos el desayuno más rico del mundo, no tienes que preocuparte.

– Está bien – respondió Samantha aun sonriendo – quiero intentarlo – repitió volviendo su vista a la placa – mami cocinará esta vez – rió un poco volviendo su vista a Rocio – Samy cocinará esta vez – Samantha estaba sonrojada, y Rocio se había dado cuenta. Era un poco extraño verla sonreír de una manera tan genuina después de todo, se supone que los cementerios son lugares tristes, pero Samantha no parecía triste en absoluto.

– Samy y Chio – bromeó recordando el apodo – cocinarán – rió, inconscientemente acariciando el dorso de la mano de Samantha con su pulgar.

– Oh Rocio, me habría encantado que conocieras a mi niño. Estoy segura de que se habrían llevado bastante bien – dijo sonriendo e intercalando su vista entre Rocio y la placa de Noah.

Rocio se daba cuenta de que Samantha hablaba con Noah como si estuviera allí con ellas, como si el niño fuera a responderle. Llegó a pensar que a pesar de saber que su hijo estaba muerto, a pesar de tener muy claro que murió ante sus ojos, Samantha aun no asimilaba su muerte del todo. Noah murió y Samantha no lo terminaba de aceptar, o al menos así lo veía Rocio.

– No lo dudo. Describes a Noah como el niño perfecto, y estoy segura de que lo fue – respondió sonriendo. Sabía que no podía permitir que Samantha pensara que le tenía lastima. Sí ella percibía lastima ese sería el fin de lo que habían logrado construir juntas – me habría encantado jugar con él – rió un poco.

– Noah no era un niño muy amante de los deportes – rió recordando – Félix y él jugaban futbol y esas cosas de padre e hijo, pero Noah siempre prefería leer o dibujar – se encogió de hombros – éramos muy unidos – asintió notando la diferencia entre el antes y el después de la muerte de su hijo, y cómo marcó la vida de ambos – una familia unida...

– Lo que siempre soñé – dijeron ambas al mismo tiempo. Al darse cuenta se miraron a los ojos y no pudieron evitar reír.

– ¿No tuviste otro novio además de Noah? – le preguntó Samantha con una pequeña sonrisa. Rocio negó con su cabeza.

Paper Hearts || Factor RWhere stories live. Discover now