—¿Cómo está? —preguntó Frey de inmediato.

Su padre le sonrió.

—Sobrevivirá, le hicimos una transfusión, y por suerte, teníamos su tipo en el banco de sangre.

—¿Pueda verla? —Frey no se molestó en ocultar la desesperación en su voz.

Mason miró detrás de él, ojeando a Balkan antes de volver a mirar a Frey.

—Aún no, está inconsciente. Después de qué se recupere un poco, te dejaré verla —murmuró—. Deberían volver a sus habitaciones.

—No —dijo Frey con firmeza.

Mason torció los labios.

—Ven conmigo. —Balkan intentó seguirlos, pero Mason levantó la mano—. Necesitamos privacidad.

Frey se giró a Balkan.

—Ve a tu habitación, yo iré a la mía antes de que vengan los guardias —prometió y Balkan no tuvo más remedio que darse la vuelta e irse.

Mason llevó a Frey a una de las habitaciones vacías del pasillo, cerró la puerta y encendió un bombillo opaco que colgaba en el medio.

—Esta es una de las pocas habitaciones que no tiene micrófonos ni cámaras en esta institución. —Mason Stevens se acercó a la ventana y se recostó contra el cristal con brazos cruzados—. Supongo que tienes muchas preguntas.

Bajo esta luz, Frey notó que el cabello de su padre, que solía ser tan oscuro como la noche, se veía un poco rojizo. Y que sus ojos... no eran de colores diferentes, sino de un café oscuro. Eso no era posible.

—Tu cabello y tus ojos —murmuró Frey.

—Ah. —Mason se sacudió el pelo, juguetón—. Sí, tuve que cambiar un poco mi apariencia, tinte y lentes de contacto. Ya sabes, lo de ojos diferentes es bastante único y llamativo.

—Pero Luna... dijo que te vio... que tus ojos eran de colores diferentes.

—¿Luna? —Mason alzó una ceja—. Vaya, que haces amigos interesantes. —Su padre se encogió de hombros—. Allá abajo tengo más libertad, solo me ven pacientes, cuando subo a hablar con la administración o nuestro preciado director, soy un amable doctor pelirrojo de ojos cafés.

—¿Por qué esforzarte tanto? ¿Qué estás haciendo aquí?

Mason unió sus manos y las rozó como si estuviera esperando esa pregunta desde que entraron.

—¿Qué te hace pensar que te lo diría?

Frey hizo una mueca.

—¿Sabías que estaba aquí?

—Por supuesto, entraste con tu apellido Stein brillando por todos lados. Todos te notaron. —Lo señaló con el dedo—. No eres bueno pasando desapercibido, Frey.

—Lo hice a propósito para que—

—Jaeda supiera que estabas aquí y emergiera, ¿no? —Mason suspiró—. Y lo lograste, así que, ¿por qué no te has ido?

Frey dudó.

—Quiero destruir P.R.E.Y.

Mason asintió y luego se lamió los labios.

—Estás mintiendo, y sigues sin ser bueno en ello.

Frey enderezó su espalda, determinado.

—No miento.

—Tu objetivo era la extradición de Jaeda, lo conseguiste, y ahora estás buscando cualquier razón para quedarte aquí. Ve a casa, Frey.

El chico Stein apretó sus puños a sus costados.

Frey (Darks #2)Opowieści tętniące życiem. Odkryj je teraz