—No parece, pero ya estamos viejos —sonrió Maddy en un intento por mejorar el animo de su esposo—. Lo hemos hecho bien y ellos se ven muy felices.

Gastón asintió.

—Sé que quieren la inmortalidad, pero tal vez si no deciden volverse vampiros, creo que lo tomaré bien.

A Maddy le impresionaba esa tranquila aceptación que su esposo acaba de demostrar. No había nada que Gastón quisiera más que ver a sus hijos ser vampiros y estar juntos por la eternidad, no obstante, eso podría significar el cierre de las vidas futuras de su decendencia y no quería cortar eso de raíz al verlos tan felices como humanos.

En eso, una entrada de mensaje llegó al móvil de Maddy, despejando aquella nube tormentosa en las mentes de ambos padres. Era el sonido de alguna notificación por parte de sus hijos. Pausó el consuelo de su esposo y revisó su teléfono, se trataba de un video enviado por sus hijos.

Sonrió al instante.

Abrí la conversación de su hijo mayor, Keid, los tres chicos de veinticinco años estaban juntos en el video desde los asientos del jet. Ya estaban en camino, sonrientes e irradiando luz como lo hacían desde pequeños.

Gastón se dio cuenta y su orgullo como padre se infló.

—Reprodúcelo —le pidió a su esposa.

Maddy no lo hizo esperar y presionó el botón de reproducción.

—¡Hola, mamá! —dijeron los tres en una hermosa melodía de voces masculinas muy parecidas.

—Y hola, papá si andas por ahí —agregó Keid.

—Lo más seguro es que sí —confirmó Garth.

—Y si están los dos entonces... —dijo Carsten.

—¡Hola, papás!

Maddy y Gastón sonrieron completamente embelesados por sus trillizos.

—Acabamos de salir de Minneapolis, el tío Max y la tía Constanz les mandan saludos —comentó Keid—. Ya queremos verlos después de tantas semanas, espero que las gárgolas se encuentren bien y todos los demás en el castillo.

—Por cierto, esperamos una fiesta en grande por nuestra llegada —soltó Garth muy burlón.

—No llenas de ir a fiestas —señaló Carsten mientras rodaba los ojos—. Vamos a ver a nuestros padres, tu imagen de futbolista déjala a un lado.

—¿Disculpa, señor nadie me gana en una pista de carreras? Eres igual de fastidioso que yo, Carsten, admítelo.

Keid al estar en medio de ambos los silencioso.

—Por Dios, este video debía durar un minuto y llevamos tres, concéntrense.

La balanza de los tres era Keid.

—Bien.

Dijeron los dos hermanos que discutían al mismo tiempo y con el mismo tono. Los tres volvieron a sonreír para la cámara, sus ojos miel centellaban de alegría.

—Mamá sabemos que hoy es un día muy importante.

—Tu inicio a la residencia.

—Como la mejor futura cirujana.

Los tres gritaron en celebración.

—Queremos decirte que estamos muy orgullosos.

—Eres la mejor mamá del mundo.

—Si estás ahí, papá también tú, pero mamá es quien importa en este momento —puntualizó Garth—, te deseamos éxito, mami.

—Serás la más hermosa.

3° El amo del desastreWhere stories live. Discover now