CAPÍTULO XXX - HERMANOS

Comenzar desde el principio
                                    

- ¿Lo que significa que te quieres enamorar y no te animas a hacerlo por el miedo que te genere si la rechazo o no? ¿Es eso no? - preguntó Diego - Papá, ya eres grande para decidir por tu vida. Si quieres rehacerte, en hora buena. No tienes impedimento de mi parte. No por eso vas a olvidar a mamá.

- Hijo, no es ese el problema... Tú siempre serás mi hijo. Tú eres mi heredero. Pero hay otro tema que debes saber - dijo Hugo.

- Papá, ¿Qué es exactamente eso que debo saber?

- Hace pocos días, me enteré. Te juro que nunca supe que había sucedido. Pero es la realidad... Diego... tienes un medio hermano. Es casi de tu misma edad. Lo concebimos con esa joven, aquella noche de nuestra despedida. Te pido que me entiendas por favor. ¡Yo no sabía nada!

Diego quedó mudo ante semejante noticia. Un hermano y encima, fuera de la línea sucesoria de su madre. No podía aceptarlo. ¡Le resultaba inadmisible!

- No es cierto... ¡No es cierto! ¡NO ES CIERTO! - gritó Diego enfurecido.

- Hijo por favor, no te pongas así - pidió Hugo

- ¡¿QUE PRETENDES?! ¡¿QUE FESTEJE QUE LE MENTISTE A MAMÁ, ENGAÑANDOLA ESA NOCHE?! ¡RESPONDEME CARAJO! - gritaba Diego.

- ¡BASTA! ¡NO PERMITIRÉ QUE ME HABLES DE ESA FORMA! - sobrecargó Hugo.

Diego no quiso seguir la discusión, por lo que tomó las llaves de su moto y bajó al garaje para buscarla y escapar. Una vez montado en ella, comenzó a acelerar completamente alocado, hasta que un semáforo lo detuvo. En ese momento, por su costado derecho, apareció Horacio, quien al verlo le propuso correr por la avenida, hasta el cuarto semáforo. Una vez que dio el verde, ambos aceleraron y comenzaron a correr, pero tras pasar el cuarto semáforo, Diego siguió acelerando, escapándose de la ciudad. Horacio preocupado por él, fue a buscarlo persiguiéndolo sin cuartel. Ambos llegarían a la carretera, donde Horacio intentaría frenar a Diego, quien seguía acelerando como un endemoniado. No sabía cómo pararlo, ya que cada vez que aceleraba y conseguía apareársele, Diego aceleraba aun más y conseguía sacarle ventaja. Hasta que finalmente y viendo que no iba a haber forma de volver a apareársele, Horacio tocó con su rueda delantera la rueda trasera de Diego, haciendo que pierda el equilibrio. Al sentir que perdía el control, Diego trató de ensayar una maniobra para amortiguar la caída, cayendo sobre su hombro y comenzando a dar tumbos en el asfalto. Su gruesa campera de cuero, evitaría que su cuerpo sufra raspaduras, mientras que su casco evitaría que estrelle su cabeza contra el suelo, pero su moto continuaría su camino, pegando contra las barreras de contención y volando en mil pedazos, dejando plásticos y combustible diseminados en la carretera. Diego quedó mirando al cielo y lo veía hermoso, celeste, enorme. Pensó en su madre y en lo bien que le haría que esté acompañándolo en ese terrible momento. De golpe, el cielo comenzó a oscurecerse hasta convertirse en una pequeña luz blanca titilante que se desvanecía de a poco.

Finalmente, Diego reaccionaría de esa pesadilla y al despertar, descubriría que se encontraba internado en una cama de hospital, con un enorme yeso en su hombro izquierdo. Asustado, intentó levantarse, pero alguien lo detuvo. Al ver de quien se trataba, descubrió que era Horacio, quien al ver como había caído, llamó a Emergencias para que lo socorran. Diego lo reconoció y lo reprendió:

- ¿Me quieres decir que hago aquí?

- Tuviste una caída mortal de tu moto. No sé cómo le hiciste, pero conseguiste zafarte de la situación.

Diego recordó todo.

- Tú... Tú me tocaste con tu moto. Tú me tiraste a la mierda, cabrón hijo de puta. Casi me matas, ¿te diste cuenta?

- Perdóname hermano - respondió Horacio dejando escapar esa palabra inconscientemente - pero era la única forma de frenarte. Necesitaba hablar contigo y no frenabas.

- ¿Acaso te has vuelto loco? ¿Y qué carajos querías hablar conmigo? No tengo nada que dialogar contigo, amigo. Y no me llames hermano, porque no lo somos - respondió Diego.

Horacio quedó inmóvil con esa respuesta, pero finalmente resolvió hablar.

- Eso es lo que tú piensas. Pero las cosas no son como las imaginas.

Diego lo miró sin comprender.

- ¿Qué quieres decir con eso?

- Creo entender los motivos de tu enojo. Y déjame decirte que he pasado por lo mismo. Yo también me he enterado de esa forma, pero de boca de mi madre. Hoy lamento mucho haberla tratado como la traté. La necesito más que nunca. Por eso te pido que no le hagas esto a tu padre. Vas a lamentar mucho si llegaras a perderlo. - respondió Horacio.

Diego seguía sin entender, por lo que comenzó a atar cabos para entender de qué le hablaba Horacio.

- ¿De qué me hablas? ¿Cómo sabes que lo que hice, lo hice por una pelea con mi padre? Explícame que no entiendo.

- Diego... Yo también me enojé con mi madre por el mismo tema. Descubrí que mi verdadero padre sigue con vida. - respondió Horacio.

- ¿Pero por qué puntualmente dices que corrí esa carrera contigo porque me peleé con mi padre? Podría haberme peleado con tu hermana que hubiera sido lo mismo ¿Por qué insistes con eso? - Siguió cuestionando Diego.

- Porque soy tu hermano - soltó finalmente Horacio - Diego, yo soy tu medio hermano. También soy hijo de Hugo. Déjame decirte que esta es una situación indeseable, pero es la realidad. Me ha costado aceptarlo, pero así fue. Yo soy el fruto de esa relación clandestina entre tu padre y mi madre. Diego... Soy tu hermano.

Diego no lo podía aceptar. No podía creer que quien fuera hasta ese momento su rival, por una situación de celos con su prima y que a la vez casi lo mata en un accidente, era su hermano.

- No es cierto... No es cierto... - decía Diego completamente vencido.

- Es así. Somos hermanos. Y como tal, quiero primeramente pedirte perdón por haberte hecho tener este accidente. Segundo, pedirte que ni se te ocurra dejar a mi hermana, porque esta revelación, no altera nada lo que viven entre ustedes. Es mi hermana, no la tuya. Y por último, no hagas sufrir a papá. Ya bastante tuvo con lo de tu madre y ahora con lo que no encuentra a mi madre. Ten piedad de él. Te necesita más que nunca.

- No... vuelvas... a llamarlo padre... ¡ES MI PADRE! ¡DE NADIE MÁS! - gritó Diego enfurecido, sin reparar por sus lesiones.

Horacio se sintió herido por la reacción y el rechazo de su hermano. Lo ponía muy mal que no lo quiera aceptar, por lo que pensó que iba a ser muy difícil establecer una hermandad con él. Resignado, se retiró de la habitación y partió caminando como un alma en pena, dolido por todo lo que estaba sucediendo.

Diego por su parte, no podía digerir la noticia de que Horacio era hermano suyo. No podía perdonar a su padre por lo que había hecho y lo destruía que Perla haya quedado en el medio. Apesadumbrado por lo vivido ese día, aprovechó su soledad, para echarse a llorar y desahogarse por todo lo sucedido.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 01, 2015 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Por Tu Amor ( Saga 3 metros sobre el cielo y Tengo Ganas de ti)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora