Prólogo

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— ¿Estás segura de esto? — Preguntó mi padre al poner un pie afuera de la puerta. Mi perro, un gran samoyedo de pelaje albino, tiró de su correa — Ni Nubes quiere irse.

— Papá, estoy... segura de... de esto — Tragué saliva — Iré a la granja de mi abuelo. Será para mi bien, para... poder sanar por fin y olvidarme de toda... la carga que llevo arriba...

— ¡Mijaj! ¿No te llevas unas papitas rellenas? — Mamá habló. Mi estómago rugió con hambre y Nubes se puso a ladrar — Venga toma, allá en Stardew Valley no encontrarás estas deliciosas papas.

Me entregó con sumo cuidado un paquete lleno de las prometidas papas rellenas y las guardé en mi bolsa. Papá fue a darme un abrazo, pero retrocedí sin querer.

— Yo... lo siento... — Traté de aceptar su afecto, pero me comenzó a doler la cabeza y a picar las manos. Incluso se me revolvió el estómago. Nubes acarició mi pierna y mamá solo arregló mi bufanda.

— Estarás bien, Mijaj. Lance y yo te mandaremos algo de dinero de vez en vez — Dijo mi madre, entregándome un sobre logrando no rozar mis dedos cubiertos por unos robustos guantes de piel — Aquí tienes 500 Gold para que puedas empezar tu vida allá.

— Creo que no debemos atrasarle más, Griselda. Va a perder el autobús.

— ¡Lance! ¡Ese era mi objetivo! — Papá le dio un abrazo de mamá oso y luego me miró con sus brillantes ojos azules.

— Cuídate mucho, Mijaj — Besó mi sien, tensando todos mis músculos — Y consíguete un novio. Te vendrá bien.

— Papá... Si apenas puedo... — Las lágrimas cubrieron mis ojos como finas cortinas de agua y suspiré, mirando la hora del reloj — ¡Mierda...!

— ¡Mijaj! ¡No digas palabrotas! ¡Tienes tan solo 21 años!

Bajé los escalones de mi casa con apuro y Nubes le ladró a mi mochila. De allí salió un pequeño ser del bosque de color verde, un Junimo. Se subió a mi hombro, huyendo del gran perro.

— ¡Ustedes dos... llevense bien! — Les grité corriendo hacia la parada de autobús. Las personas me miraban raro, seguro por la ropa que llevaba para ser el primer día de primavera: botines altos de tacón, unos jeans, una sudadera celeste de mangas largas, unos guantes, mi bufanda marrón y una boina.

La parada del autobús estaba bastante llena, pero por suerte pude tomar asiento al lado de un grupo de dos chicos y una chica, el más cercano a mí fumaba un cigarrillo. El autobús a Stardew Valley no tardó y pocos nos subimos, entre ellos el grupo a mi lado.

— ¿Puedo sentarme aquí? — Preguntó un rubio de ojos azules que me recordaron a Lance. Todos mis músculos se tensaron y busqué una vía de escape.

Me levanté de mi asiento, trasladándome junto a Nubes  a uno de las últimas filas bajo el ceño fruncido del rubio. Saqué un pequeño cuaderno de carátula gruesa y mi pluma, escribiendo sobre el día de hoy y como me aproximo a Stardew Valley. No fue una decisión propia. Mi terapeuta conversó conmigo — con mis padres en realidad — y sugirió que el ambiente del valle despejaría mi mente.

Suspiré, una lágrima cayó de mi rostro al recordar Ciudad Zuzu y los horrores que viví allí. La limpié con desgano, un cartel en medio de la carretera afirmaba que Stardew Valley estaba cercano a nosotros. Nubes me ladró, tratando animarme y le froté la cabeza peluda.

— ¡Pasajeros, parada de Pueblo Pelícano! — Recogí mi equipaje, a mi samoyedo y revise que no se me quedase nada, bajando de última los escalones del autobús.

— ¡Sebby, tu tarea era chequear que la nueva granjera llegase bien a Stardew Valley, no ir a comprar souvenirs a ciudad Zuzu! — Le reprendió una mujer de cabellos  rojizos casi llegando a los tonos de naranja al chico del cigarrillo.

Saqué el mapa de mi mochila, buscando como orientarme. Mi granja estaba a la izquierda y ese fue el camino que tomé, pasando delante de la mujer, el grupo de antes y un señor de aspecto mayor. Estaban tan enfrascados en su polémica discusión que ni se dieron cuenta.

— ¡Pero, Robin, ellos ni sabían cómo se veía la nueva granjera! ¡Ni siquiera nosotros lo sabemos!

No estaba para sus discusiones sin sentido. Apresuré el paso, llegando a la abandonada granja del abuelo. Recordaba venir aquí de pequeña y jugar en los establos con sus vacas y en los estanques con los patos y como la arena se te metía entre los dedos en las zonas costeras de la granja.

Con un ligero empuje, abrí la puerta de mi nuevo hogar. Era grande y tardaría algo en limpiarlo. Nubes no tardó en corretear de un lado a otro. Encendí las luces y empecé a quitar polvo de todos los muebles y a sacar las papas rellenas para mí y para Nubes.

— Bueno, supongo que... este será mi nuevo hogar... — Suspiré, dándole su comida a mi perro hambriento — Supongo que ahora seremos tú y... yo contra el mundo, Nubes.

Él ladró en asentamiento y mi Junimo — Qué estaba dormido en la mochila — Se desperto molesto.

— Sí... Tu también — Los acaricié a ambos, mientras me cuestionaba si venir a Stardew Valley fue mi mejor opción.

La historia de un ser del bosque (Stardew Valley Fanfic)जहाँ कहानियाँ रहती हैं। अभी खोजें