Campamento

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—¿Es una actividad obligatoria?— levantó la mano Maki, desinteresada en asistir a un campamento el fin de semana
—No realmente, sólo me ha surgido la idea de que sería una increíble oportunidad para convivir ahora que llegó su nuevo compañero, además, es algo que personalmente no he hecho en años, vamos muchachos, ¡será divertido!— Respondió Gojo, su maestro, esperando que pudieran convivir los cuatro estudiantes con él, Megumi y otros maestros.
Panda se rascó la cabeza antes de hablar —Creo que el profesor Yaga y yo pasaremos de la idea, teníamos planeado pasar el fin de semana juntos—
—Atún— exclamó Inumaki negando con la cabeza, sin afán de dar más explicaciones.
—Bueno, no se preocupen, cómo dije no afectará en sus calificaciones o entrenamiento... ¿Okotsu?— Dijo Gojo con un atisbo de esperanza en su voz, rogando internamente que Yuta aceptara el plan, pero éste se puso nervioso y no sabía cómo responder —Va a entrenar conmigo, profesor— exclamó la Zenin, unas bancas más atrás, viendo que el novato era incapaz de articular una palabra por el nervio.
Satoru suspiró y se cruzó de brazos, esperando que el muchacho que había criado los últimos años dijera que sí al llegar a casa, y, quizá, de ese modo, poder acampar de nuevo cómo lo hacía cuando era adolescente.

—¿Estás loco? Tengo que estudiar para mis exámenes, el hecho de que tenga asegurado el ingreso a la escuela de hechicería no significa que no tenga que estudiar en la secundaria— Megumi dijo, en un tono más hiriente del que quizá esperaba usar, pero igual Satoru no podía culparlo, todos a esa edad eramos un poco rebeldes ¿No?
Se sentó en el borde de su cama y tomó su teléfono, revisando el mensaje de Utahime diciendo que ella tampoco iría, así como tampoco estarían presentes los estudiantes de Kyoto. Suspiró pesadamente y miró la mochila y las cosas que tenía preparadas para el día de mañana en la esquina de su habitación, se cubrió los ojos aceptando que su plan fracasó, intentando contener lágrimas traicioneras. Se sentía solo.

—¿Saben que? A la mierda, iré yo sólo— Se levantó a la mañana siguiente y tomó sus cosas, se despidió de Megumi, quien lo veía impactado por su terquedad de ir a un día de campamento, pero no lo detuvo ni lo cuestionó, al final, era el más fuerte, él sabía que hacer.

Llegó al punto perfecto después de caminar varias horas; un claro en el bosque dónde no tan lejos se podía ver el lago, y sólo a unos 20 o 25 metros pasaba un río que lo alimentaba.
—¡Perfecto!— exclamó en voz alta, casi como un mecanismo para afrontar su soledad. Soltó la mochila y desajustó la bolsa que contenía la tienda de campaña, la empezó a armar y cuando terminó, colgó su mochila en un árbol y merodeo para buscar ramas y hojas secas. Construyó una pequeña fogata, y arrastró dos troncos a cada lado de la misma —No se ve tan mal ¿Verdad?— se cuestionó a sí mismo, poniendo piedras alrededor de la pila de madera dónde más tarde prendería fuego, dejó pequeñas ramas al lado del tronco dónde planeaba sentarse y bajó su mochila para buscar un par de cosas.

Su mochila era grande, llevaba unas bermudas para meterse al río un rato, una toalla pequeña, unas latas de atún para comer, y lo más importante, una bolsa grande de bombones para asar por la noche, así que no perdió más tiempo, entró a la tienda de campaña, se puso las bermudas y salió al río unos momentos, jugó con el agua experimentando con el infinito, se sumergió hasta el fondo, se sostuvo de una raíz mientras flotaba, hasta que por fin se aburrió de estar sólo en el agua.

Salió del río, tomó la toalla y se secó.
Preparó las cosas y encendió la fogata, sentándose en uno de los troncos, sintiendo como el sol le daba a la tierra los últimos rayos del día; contempló el atardecer por unos minutos hasta que el frío que el anochecer generaba empezó a molestarlo.
Se quitó la toalla del cuerpo, buscando la ropa que llevaba para pasar la noche: optó por una sudadera negra que ajustaba su cuerpo, no lo suficiente para verse apretado, pero tampoco tan suelta para ocultar su figura. Unos pantalones también negros, pero mucho más sueltos, y unos zapatos deportivos fáciles de colocar.

Take me back to the night we metWhere stories live. Discover now