Capítulo único

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Disclaimer: Los personajes de Harry Potter son propiedad de J.K. Rowling. La historia es de gemgirl28.

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Amanecer

Levantarse temprano nunca fue el fuerte de Hermione. Como hija única y propensa a leer capítulos extra a la luz de las antorchas, no era fácil despertarla del sueño. La independencia de vivir en un internado como Hogwarts conllevaba la responsabilidad de levantarse sola. Así, había pasado sus años de adolescencia disciplinándose para convertirse en una persona madrugadora. La clave, como luego descubrió, era establecer una rutina de irse a dormir y acostarse siempre a una hora decente.

Cuando terminó de luchar en la guerra y sobrevivió a otro año de clases obligatorias a primera hora de la mañana en Hogwarts, por fin aceptó que descansar bien por la noche era más beneficioso que leer un capítulo más. Al menos, la mayoría de las veces.

Si te vas a dormir temprano y madrugas, te volverás una persona sana, rica y sabia.

Esta mañana, sin embargo, el sueño se aferraba a ella, aprisionándola bajo las sábanas. Hermione percibió vagamente el aire fresco de la mañana fuera de su cálido capullo y decidió que no estaba preparada para enfrentarlo. Apartó el rostro de la suave luz que se colaba a través de las cortinas en aquella mañana grisácea de otoño y se hundió aún más en su montaña de almohadas.

Una estruendosa risa contra su estómago desnudo la alertó de la presencia de otra persona en su cama. Suspirando, Hermione lo buscó bajo las sábanas.

—No quiero despertarme todavía —murmuró, encontrando los sedosos mechones de cabello—. Quiero acurrucarme.

—Después —dijo él—. Estoy muero de hambre.

—Hay magdalenas en el... Oh —ella suspiró, su mente lentamente despertaba, finalmente notando los pellizcos de Draco en el interior de sus muslos—. Oh, ya veo.

Soltó otra risotada, esta vez lo suficientemente cerca como para vibrar en su interior. Ella se estremeció, enroscando sus dedos en el cabello de él y tirando de este.

—No hay necesidad de reírse de mí cuando acabo de...

Hermione se interrumpió al sentir su lengua contra ella. Hermione dejó que su cerebro permaneciera desconectado, sumergiéndose en la sensación de Draco burlándose lentamente de ella.

Si hubiera recuperado todo el potencial de sus facultades mentales, Hermione podría haber pensado que la forma en que él se movía, gradual al principio, pero aumentando constantemente el ritmo, era una metáfora perfecta del despertar, de una lenta toma de conciencia. Quizá también habría reflexionado de que esta era la manera perfecta de despertarse y que las mañanas no serían tan horribles si todas empezaran así.

Mejor que no lo hiciera, ya que ese último pensamiento le recordaría lo frágil y nueva que era su relación y que era demasiado pronto para tener ese tipo de ideas.

Tal como estaban las cosas, los pocos pensamientos que tenía, se centraban en la sensación de la lengua de él, en la forma en que esos dedos aumentaban su placer y en los deliciosos gemidos que él emitía cada vez que ella movía las caderas contra su rostro.

En algún momento, sus muslos acabaron sobre los hombros de él, pero estaba demasiado relajada y, al mismo tiempo, demasiado excitada por el perverso baile de su lengua contra su clítoris, como para saber, o importarle, cómo habían llegado a ese punto. Justo cuando estaba por llegar al clímax, sintió una repentina ráfaga de aire frío contra su febril piel y eso la despertó por completo.

Amanecer, anochecer y momentos intermediosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora